Con una muy baja afluencia a las urnas, en Egipto se impuso el ‘sí’ a la nueva constitución elaborada por el oficialismo del presidente Mursi. Los opositores llaman a desconocer los resultados en medio de una fuerte polarización social.
Con el 63,8% de los sufragios, el ‘sí’ se impuso en el referendo constitucional egipcio luego de las dos rondas electorales realizadas el 15 y el 22 de diciembre. Recién ayer, el presidente de la Comisión Suprema Electoral (CSE), Samir Abu al Maati, hizo público el resultado definitivo en una rueda de prensa. El retraso del anuncio se debe a la lluvia de acusaciones de fraude que realizó la oposición, y que según al Maati fueron revisadas exhaustivamente.
La autoridad electoral también informó que sólo el 32,9% de los 25 millones y medio de egipcios habilitados para votar concurrieron a las urnas en los dos sábados pasados. Un dato que, sin embargo, no impidió al oficialismo liderado por los Hermanos Musulmanes festejar la victoria “de la mayoría”.
El referéndum estuvo caracterizado por la profunda polarización que vive el país en las últimas semanas, que ha llegado a instancias de choque muy violentas. El proyecto que quedó aprobado ayer, fue redactado por una Asamblea Constituyente con abrumadora mayoría oficialista, y su contenido es fuertemente cuestionado por la oposición. El principal foco de críticas, se basa en la raíz islamista que da vida al texto. Según los detractores del presidente Mohamed Mursi, el primer mandatario elegido democráticamente luego de la revolución que destronó a Mubarak en febrero de 2011, quiere imponer un estado teocrático con tintes dictatoriales. La primer evidencia de esto sería el decreto emanado por el presidente en noviembre pasado, que le otorgaba poderes especiales y total inmunidad judicial. Tras la publicación de este decreto es que comenzaron las protestas en todo el país, que vieron junto al entero arco opositor, desde los liberales hasta la izquierda.
Es así como surgió el Frente de Salvación Nacional (FSN), principal oposición a Mursi, que tras lograr la vuelta atrás del ejecutivo con respecto al polémico decreto presidencial, lanzó una fuerte campaña en contra del proyecto constitucional elaborado por los Hermanos Musulmanes. El FSN está compuesto por diversas fuerzas políticas que representan sectores sociales minoritarios en la sociedad egipcia, como los cristianos coptos, agrupaciones feministas y partidos o movimientos de izquierda, principalmente jóvenes. Estos aseguran que el proyecto constitucional aprobado este fin de semana recorta los derechos de las minorías no islámicas, no reconoce los de las mujeres y los niños, e intenta construir un Estado con un poder presidencial ilimitado basado en preceptos religiosos.
Es así como se llegó al duro enfrentamiento social que vive Egipto en los últimos meses. Desde el llamado al referéndum constitucional, la histórica Plaza Tahrir, escenario de las manifestaciones que tumbaron al ex presidente Mubarak, ha sido copada por el FSN, que también instó a marchar ante las diferentes casas presidenciales de El Cairo. Durante esas manifestaciones, en varias ocasiones los militantes de los Hermanos Musulmanes actuaron como fuerza de choque para dispersar a los opositores, lo que provocó graves enfrentamientos callejeros con centenares de heridos y decenas de victimas fatales. La situación se vio agravada por la negativa de Mursi a dialogar con los opositores, poniendo toda su fuerza en lograr la aprobación del proyecto constitucional. Sorteados los problemas que podían surgir del voto en los grandes conglomerados urbanos -Alejandría y El Cairo, principales ciudades de la oposición- en la primera jornada, los Hermanos Musulmanes pusieron en marcha la capilar y poderosa estructura que mantienen en el interior rural, logrando una cómoda victoria. Ahora, deberán comenzar con la campaña electoral para las elecciones previstas para febrero de 2013, donde se deberán ratificar los poderes del Estado sobre la base de lo establecido en la nueva Carta Magna.
Sin embargo, la oposición llamó a desconocer los resultados del referéndum, alegando que el mismo se desarrolló por fuera de lo previsto por la ley. A esto se le suman las críticas a las políticas adoptadas por el régimen de Mursi. “Terminaremos viendo a los `feloul’ (antiguos miembros de la dictadura) aliados con los Hermanos Musulmanes. Tienen la misma agenda económica”, aseguró Tarek Shalaby, uno de los referentes de la oposición egipcia. El carácter neoliberal de las políticas de Mursi también quedó evidenciado en los últimos días. El gobierno suspendió, poco antes del referéndum, la llegada de un crédito de 4,8 millones de dólares solicitado al Fondo Monetario Internacional a cambio de la clásica reestructuración económica exigida por el organismo multinacional. Así, Mursi evitó el descontento popular por el mini-ajuste -que de todas maneras deberá implementar muy pronto- y se aseguró la aprobación de su Carta Magna, favorecido por la polarización musulmanes-laicos generada por los medios internacionales.