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    Sin categoría

    Concierto y caída

    18 septiembre, 20136 Mins Read
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    Concierto y caída

    Por Diego Piedrabuena. Épica y negocio: Mayweather reafirmó su condición de mejor libra por libra actual y engrosó aún más su cuenta bancaria. Matthysse sufrió la primera derrota real de su carrera.

    Hacía muchos años que no se concentraban en un evento dos peleas que, a priori,  resultaran tan atrayentes. Por un lado, el campeón superwelter, el mexicano Saúl “Canelo” Álvarez (42-30 KO), y Floyd Mayweather (44-26 KO), considerado el mejor libra por libra del mundo desde hace varios años, famoso por la velocidad de su defensa, su arrogancia dentro y fuera del ring, su cuidado al elegir rivales y su independencia de la rapiña de los promotores, siendo él mismo quien negocia sus contratos, careciendo de representante. Por estilos, era clara la ventaja del estadounidense por su velocidad y defensa sublime, aunque la juventud y la potencia estaban del lado del púgil azteca.

    La pelea preliminar era tanto o más interesante que la principal, con los títulos superligero del CMB y la AMB en juego, y la posibilidad cierta de que no se llegue a los 12 rounds, porque se trataba de dos hombres de una potencia significativa y en una de las categorías con mejores luminarias. Se enfrentaban el patagónico, radicado en Junín, Lucas Matthysse (34-2-32 KO), el boxeador en actividad con más porcentaje de fueras de combate en relación a sus peleas ganadas, y Danny García, de Puerto Rico, invicto en 26 peleas con 16 knock outs.

    La velada del sábado es un caso testigo del deporte épico y del show por antonomasia. Sin dudas, ningún deporte en el marco del capitalismo carece de estos elementos, sin los cuales no sería un negocio su comercialización. Pero el pugilato lleva el espectáculo deportivo y el negocio del entretenimiento a una asociación difícil de concebir separada hoy en día. Basta ver los anhelos de sueños en sudor y autosuperación de los gimnasios en barrios populares: alguna vez el disciplinamiento de sí va a rendir sus frutos. Nos convertirá, aunque más no sea, en sujetos adaptados a la vida social contemporánea.

    La pelea principal de la noche fue, una vez más, la confirmación de la máquina perfecta de facturar y boxear que es Mayweather, no solo por la bolsa de 41.5 millones de dólares, más lo que sume por el “pagar por ver”, también porque fue un concierto de jabs de principio a fin, donde Álvarez se vio frustrado por la defensa y la velocidad del norteamericano. Dominó toda la pelea, solo cediendo un par de rounds -increíble la tarjeta de los jueces por la poca ventaja otorgada, por no hablar de la que dio empate, que simplemente no debería juzgar de nuevo alguna pelea-, no solo trabajando sobre el más lento mexicano cuando atacaba, si no que también marcando combinaciones con ese jab penetrante, que abría el camino de las combinaciones que impactaban sobre el cuerpo del mexicano.

    Es cierto que el estilo de Mayweather carece de la espectacularidad de los noqueadores, que es un ligero natural aumentado a base de talento, que boxea para él y no para el show. Pero a esta altura es innegable que es un superdotado desde el punto de vista técnico, está entre los grandes defensores de la historia, que si bien elige rivales hoy no le queda prácticamente nadie por enfrentar -salvo, quizás, el más grande físicamente, ya de vuelta de sus mejores épocas, Sergio Martínez-, que es uno de los deportistas mejores pagos del mundo, y que ya está entre los grandes de este deporte. Combate tras combate, el “Pretty Boy” se vuelve más bonito, más arrogante, todavía mejor pugilista… y más millonario.

    Sea desde el punto de vista boxístico como desde la cercanía sentimental por ser uno de los protagonistas nacido en estas tierras, la pelea entre el argentino y el puertorriqueño fue más rica y emotiva. Salió mejor el patagónico, dominando claramente los primeros rounds, llegando claro con golpes sólidos, entrando con el jab -pese a ser más bajo- merced a su velocidad y sus desplazamientos. De todas formas, ambos púgiles demostraban rapidez, y García desde el segundo round empezó a forzar el reglamento con los golpes bajos. En el tercero comenzó a tomar la iniciativa, y fue la primera vuelta que el boricua ganó. Con un cuarto round similar, en el quinto el Mathysse retomó la iniciativa, tónica que se repitió hasta el séptimo. Estos rounds fueron ganados por él, pero sin una ventaja clara, y Danny García siguió conectando y entrando.

    Lucas comenzó a enredarse en la corta distancia, y así diluyó su tarea de los primeros rounds, donde pese a dar ventaja en altura se sentía más cómodo en la larga. Al empezar a achicar, cayó en el juego de García- que también jugó con la cabeza de manera antirreglamentaria. En el octavo round Lucas salió a combate con el ojo derecho muy cerrado, y esto se fue acentuando hasta el fin de la pelea, con la aparejada dificultad en su visión, e inclusive en el round nueve el médico subió a revisarlo. Con la pelea cerrada, el round once fue clave. Empezó Matthysse castigando duramente, incluso le voló el bucal a García con una derecha. Cuando parecía todo encaminado para el radicado en Junín, el boricua combinó con el argentino sobre las cuerdas, que se enredó, y no se quedó sin más alternativa que poner rodilla en tierra para evitar el pleno castigo. Esto prácticamente cerró la pelea. En el round doce, Matthysse salió a todo corazón, como siempre, y a García se le descontó un punto por golpe bajo. Pero no alcanzó. Una tarjeta dio unos exagerados cuatro puntos, las otras dieron dos, una diferencia mucho más lógica.

    ¿Cómo sigue todo para ambos? García se consolidó e irá por Mayweather. Matthysse tiene la  primera derrota real de su carrera, las dos anteriores también fueron por puntos, pero con fallos extremadamente controversiales. El patagónico tiene todo para continuar su carrera en Estados Unidos. Con esta pelea, donde luego se supo que se fracturó la base del orbital derecho, demostró que sabe sufrir. Su record demuestra su potencia noqueadora y el show que ésta trae aparejada. El boxeo actual es lo que condensó Matthysse, y que fue mencionado al comienzo: épica y negocios. Entre estos, a veces, se cuela el noble arte.

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