Por Anahí Di Santo. Se cumple el sexto día de acampe en la puerta del Centro Cultural San Martín. Los trabajadores de la Sala Alberdi reclaman libre acceso al espacio que la dirección del Centro Cultural. El gobierno de Macri respondió con patovicas.
Con un documento “descaradamente falso”, que argumentaba que no podían acceder porque el San Martín está cerrado por vacaciones hasta el 10 de febrero, la Dirección del Centro Cultural San Martín comenzó a impedir el ingreso al edificio de los integrantes de la Sala Alberdi en estos primeros días del año. Esto motivó que la Asamblea de la Toma y Autogestión de la Sala Alberdi proclamara el estado de acampe por tiempo indeterminado y la realización de actividades culturales permanentes en la plaza seca que se encuentra en Sarmiento 1551.
“Cerraron la sala con nosotros adentro. No es una resolución inocente, lo que buscan es ir desgastandonos, porque la dirección del Centro Cultural, que está a cargo de Gabriela Ricardes, directamente nos quiere sacar de acá. Justo el día en que cerraron la sala comenzaban los talleres de verano, que son 19”, explica Nicolás González, integrante de la Asamblea.
La Sala Alberdi, funciona en el sexto piso del Centro Cultural San Martín como un espacio cooperativo con más de 20 años de historia. Realiza talleres y muestras a la gorra con programación principalmente infantil. “El Gobierno porteño fue vaciándolo, dándole poca difusión, hasta que en 2010 mandaron una orden de desalojo, y ahi empezó el juicio”, relata Nicolás González. Desde ese momento los estudiantes y trabajadores tomaron la sala, resistiendo el vaciamiento, y comenzaron a autogestionar el espacio, llegando a la actualidad con 7 ciclos por semana, 15 talleres semanales, festivales y actividades culturales. El proceso judicial que está en curso, falló a favor de la Sala Alberdi en primera y segunda instancia, “pero ahora la jueza Schafrik emparchó el fallo que había dado en un primer momento y ordenó el traslado de la sala al Espacio Los Andes, en Chacarita, cuando antes había rechazado ese lugar, no sabemos que pasó en el medio. Pero nosotros apelamos esa decisión”, dijo Nicolás González.
Un recorrido de resistencia que continúa
La primera medida de los directivos dependientes de Hernán Lombardi, actual ministro de cultura porteño, fue incrementar el personal de seguridad privada. Su principal función es seleccionar quién puede ingresar al edificio y quién no, atacando a quienes conocen por su participación en la asamblea. “Lo más preocupante fue la aparición de unos 15 matones del Gobierno de Macri, que están vestidos de negro, sin identificación alguna, con una actitud claramente hostil que no tuvieron inconvenientes en golpear a los compañeros que intentaron ingresar al edificio”, destacó González.
Además, los guardias no permiten ingresar agua o alimentos para el grupo de trabajadores y estudiantes que están en el sexto piso resistiendo a abandonar el lugar por temor a un cierre definitivo.
Tras una larga negociación, la asamblea logró consensuar este lunes el ingreso “de algo de comida a los compañeros que están adentro, pero los directivos ya sobrepasan todo límite, porque agua y alimentos son cuestiones básicas que por legislación internacional no puden negarnos”, según indicó González.
También los trabajadores resolvieron entregar un petitorio a Diego Fernández, administrador del Centro Cultural. Nombrado actual responsable del edificio, desconoce públicamente sus funciones argumentando que no está en sus manos resolver el conflicto. En ese escrito los integrantes de la asamblea reclaman el libre acceso a la sala, el normal funcionamiento de los talleres y el cese del hostigamiento y discriminación.
Ayer por la tarde, en el marco de las actividades contra el cierre, se realizó una mesa abierta sobre derechos humanos a la que asistieron, además de colectivos que trabajan ese eje, organizaciones culturales y sociales. En los próximos días continuarán realizando festivales, varietés teatrales, ollas populares y diferentes actividades culturales para resistir el cierre del espacio cultural que lleva dos años y medio de lucha contra la política macrista.