A 18 años de la Masacre de Avellaneda, el recuerdo de la organización feminista popular en el Puente Pueyrredón. Un texto escrito colaborativamente por compañeras/es que participaron de las Asambleas de Mujeres Piqueteras y en la conformación del Espacio de Mujeres del FPDS.
“¿Hablás en las asambleas? ¿participas en los lugares de decisión de tu movimiento? ¿Hablás en los medios de comunicación y en los espacios públicos donde se representa al movimiento? ¿En qué te sentís agredida por ser mujer? ¿Sabés como cuidarte en tus relaciones sexuales? ¿Decidiste sobre tu maternidad? Sumate a la asamblea delante del piquete.” 26/10/2003
Con este volante tamaño mariposa desde que llegamos a la Estación Darío y Maxi -ex Avellaneda- y luego, mientras subíamos al Puente para efectivizar el piquete, convocamos a las compañeras a sumarse a debatir, responder, a escucharnos aquel 26 de octubre de 2003. Esta vez sí, se trataba de una Asamblea pensada, planificada y organizada que indagaba sobre cuestiones de la vida pública y privada que nos atravesaba a todas las piqueteras, o sea, al 70% del movimiento.
El antecedente inmediato fue el regreso del entonces Encuentro Nacional de Mujeres que aquel año se realizó en la ciudad de Rosario y en el mes de agosto. Un Encuentro que marcó un quiebre en el movimiento de mujeres y feministas ya que allí se realizó una multitudinaria Asamblea por el derecho a decidir que luego devino en la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
Pero Rosario no fue solo tomar la decisión fundacional de organizarnos para elaborar estrategias por el derecho al aborto sino que los talleres, las calles, las escuelas, las plazas de la ciudad fueron atravesadas por la visibilización travesti y de las lesbianas y la creciente presencia de mujeres de los barrios más olvidados de Argentina. Hay quienes sostienen que ese ENM de Rosario 2003 fue el mejor de todos.
Un momento histórico único del que formábamos parte cuerpos concretos de jóvenes y de mujeres. Aclaramos que usamos la expresión mujeres porque así se incluía a todes por entonces. Lo que no cabe dudas, es que ese espacio de mujeres surgido de Asambleas, es expresión de aquello que aún hoy conservamos – no sin disputas ni resistencias – el movimiento de mujeres y disidencias: el valor de la unidad en la acción común para derribar las opresiones. Pero también es necesario desmitificar cierta imagen de mujeres heterosexuales abnegadas a las tareas de cuidados como prototipo de cuerpos feminizados de los barrios. Es momento de recordar que en aquellas asambleas participaron travestis y lesbianas, les mismes que tomaron tierras en los años 80 y también con maricas que en muchos territorios fueron pilares de las conformaciones de los movimientos que definitivamente confrontamos con el poder establecido de punteros, iglesias y organizaciones conservadoras que solo buscaban negocios en nuestres compañeres.
Banderas rojas, banderas negras y multicolores
26 de agosto 2003 antes de bajar del Puente, tres compañeras recién llegadas de Rosario nos convocaban a contarnos la experiencia. Esa Asamblea improvisada fue el inicio de una historia que cambiará el vínculo de los feminismos con los sectores plebeyos y populares.
La gran fortaleza que expresaron esas Asambleas piqueteras fue la unidad con otres. El pensarnos y establecer acciones que visibilicen las opresiones pero también los caminos para sentar las bases de un otro mundo posible y necesario por el que luchábamos.
Nacimos con olor a goma quemada y con la asamblea y el piquete en nuestra construcción, lucha y organización cotidiana y con la certeza que para ser visibilizadas debíamos fortalecernos autogestivamente manejando nuestros propios recursos económicos. Con la pedagogía liberadora de seguir buscando preguntas con más y más compañeres que nos fortalezcan y confronten con los poderes capitalistas, misóginos, patriarcales y racistas que aún hoy siguen vigentes.
Las resistencias al interior de las organizaciones no fueron pocas, los intentos de ninguneo a nuestras propuestas estuvieron a la orden del día. Pero seguimos, cada 26 recorríamos el Puente convocando a más y más compañeres a que se sumen a la Asamblea mientras todes estábamos en las reuniones o planificaciones de las áreas de formación, administración, alimentos, proyectos productivos o comunicación mayoritariamente conformada por compañeres. Nos íbamos delante del piquete porque así las de la “primera linea” de seguridad podían participar. Muchas compañeras y muy jóvenes eran parte de ella.
Así como ningune vuelve igual de la participación de los Encuentros de Mujeres que llevan más de 30 años, nosotres, nosotras tampoco fuimos las mismas tras gestar este espacio piquetero. Apostar a la unidad, generar gráficas y acciones culturales junto con constantes formaciones y debates abiertos con otres fortalecieron aquellas rebeldías feministas y piqueteras que logramos caminaran juntas. Ese es seguramente el gran cambio que ese puente piquetero deviniera en un lugar convocante y simbólico para muchas de quienes nos precedieron en las luchas.
Gráficas que nos expresaron, banderas producidas colectivamente en Encuentros, colores y dibujos votados en Asambleas que aún hoy siguen vigentes como en aquella primera que decía LAS MUJERES RESISTIMOS Y LUCHAMOS. Y la banda “Condenadas al éxito”, que puso en palabras todas las vivencias que nos atravesaban en una propuesta política con canciones que aún hoy están en el cancionero feminista: Para ser feminista/ Se necesita un poquito de ovarios/Y querer cambiar esta sociedad… tan desigual /Por mi seré!!! / Feministas Anarquistas! / Feministas Socialistas! /Feministas zapatistas! /Feministas combativas!
Los obstáculos fueron muchos pero cada uno de ellos los tumbamos con planificación, formación y estrategias colectivas logrando ser la primera organización conformada no solo de mujeres y disidencias que incluyera el antipatriarcado en su programa de acción y transformación política.
Somos parte de este territorio del Abya Yala, de Latinoamérica, que sabemos tiene fronteras, como todas, artificiales y forzadas. Y en este camino, tejer redes con nuestres hermanes del continente fue también fundamental para enriquecer los caminos de liberación. Se lanzó la premisa: antipatriarcado y un efecto dominó atravesó movimientos sociales, organizaciones sindicales de base, estudiantiles y variadas instancias populares.
Aquel Puente juntó muchas compañeras, compañeres, referentes de sus organizaciones de base. Ninguna siguió igual y aún con organizaciones rotas y fragmentadas en pedazos, continuamos juntas. Algunas son mariposas guerreras que nos sobrevuelan como Mercedes Gudano, Nancy Slupsky y otras tantas que este inmundo capitalismo nos las llevó muy jóvenes.
El camino de la lucha sigue porque no alcanza enunciar generos, disidencias, ministerios o leyes. Las mujeres seguimos subordinadas a las decisiones de formas de conducción machistas que se reproducen y obstaculizan nuestra emancipación sometiendo nuestros cuerpos y los de las infancias a control sistemático con violencias de todo tipo y modalidad, femicidios o madres niñas forzadas a parir solo porque aún el poder se siente dueño de nuestros cuerpos.
Nosotras somos parte de las mareas verdes violetas, multicolores que por todo el mundo cuestionamos los mandatos y la explotación, las opresiones y la destrucción de nuestro planeta y nuestra vida. Nosotras con otras, más viejas y más jovenes, niñes y adultes amalgamamos todo lo que se necesita para cambiar este mundo destructor que la pandemia dejó muy visible.
¡Paramos el mundo, lo vamos a transformar!