Por Gisela Marsala Cardona desde Mendoza /Foto: Natalia Saá
A dos semanas del femicidio de Micaela García, que despertó una nueva ola de conmoción social espontánea y claro, ya sabemos, transitoria, en todo el país, unas palabras para sanar el dolor.
“Che, desde ayer que no sabemos nada de una compañera de Entre Ríos, vamos a empezar a difundir su foto en todos lados”. Así comenzó esta nueva triste historia, como comienzan muchas de nuestras historias, con una foto que visibiliza a la mujer que busca una familia, el grupo de amigas, la comunidad educativa de una escuela. En este caso, casi sin darme cuenta, estaba empezando a compartir la foto de “la Negra”, compañera de la juventud del Movimiento Evita Entre Ríos.
El primer día es extraño, siempre mantenemos ese pedazo de esperanza del mensaje que nos llega y dice “apareció, está todo bien”… pero después cada hora empezó a volverse clave, conversaciones en las que nos preguntábamos qué carajo estaba pasando con nuestra compañera, queriendo guardar los pensamientos más horribles para otro momento, queriendo deshacer el nudo en la garganta que empezaba a aparecer cada vez que hablábamos de Micaela García, una nueva piba desaparecida de la que empezaban a hablar los medios.
Así empezó la búsqueda, el rastrillaje (los peritos decían “no hay nada de nada, es como si se la hubiese tragado la tierra”) y la trascendencia que tomó el caso al reconocer que esta vez, estábamos buscando a otra mujer, a otra mujer joven que vestía remeras de la campaña “Ni Una Menos”, que se embarraba todos los días en el merendero de Villa Mandarina, que se sacaba selfies con los pibes del barrio, orgullosa de su -de nuestra- militancia cotidiana por Tierra, Techo y Trabajo.
Lo demás ya lo conocemos. Exactamente una semana después de su desaparición tuvimos esa confirmación, la del cuerpo semienterrado, la de los signos de violencia sexual, la del femicidio. Una menos. Sí, una menos. Y esta vez el patriarcado se había llevado a una de las nuestras, a una militante comprometida, a una luchadora de esta patria. Así, un desconocido que la siguió cuando Mica iba camino a casa, la secuestró, la atacó, creyó poder hacerla suya y después, como no fue suficiente, la estranguló hasta que “la Negra” murió por asfixia.
No hizo falta hacer ninguna asamblea ni organizar reuniones para decidir qué hacíamos. La calle. Ese es nuestro lugar cotidiano. Inmediatamente comenzamos a organizarnos en todos los territorios para movilizarnos hasta las plazas o puntos céntricos de cada ciudad de Argentina, para seguir llevando nuestro grito cansado pero persistente, herido pero solidario, libertario y cada vez más pero más unido a todos los gritos del Universo que no soportan más lo dado, lo naturalizado en esta sociedad de patriarcales.
El cuento ya lo conocíamos. Seguramente comenzarían los juicios de valor hacia Micaela, a la ropa que llevaba puesta, a salir de noche sin el novio, a volverse a casa sola, a su madre por dejarla ser libre… seguramente saltaría la ficha de terribles “errores” del sistema judicial durante la semana que estuvo desaparecida, por su accionar con el violento, violador y ahora asesino que se presumía como el principal responsable… seguramente ese sector que en nuestro país representa “el atrás” se daría sus panzadas en las redes sociales para mofarse de la muerte de una negra peronista… Como así también seguramente la Argentina toda se levantaría para homenajear a una piba menos y a una muerta más, para exigir justicia, para repensar cómo vamos a hacer para dar vuelta la página en esta triste historia que vamos contando cada 18 horas… sí, porque mientras despedíamos a la Negra morían otras más, circulaban fotos de más y más hermanas que de un momento a otro, “es como si se las tragase la tierra”.
Mendoza está primereando lamentables estadísticas, como no bastó con haber exportado a Vila y Manzano al mundo de los grandes negocios, o a Cobos y Sanz a la política nacional, ahora también nos destacamos por tener un gobierno provincial con un gabinete lleno de misóginos y violentos, que postula a José Valerio como juez de la Suprema Corte de “Justicia” (galardonado en fallos machistas y homofóbicos a quien le hemos regalado varias líneas periodísticas en Marcha) y que ahora se enorgullece de la mano del mismísimo Presidente de la Nación que postula para el Tribunal Oral Federal de Mendoza, a Gustavo Fehlman, profesor demandado por acosar a una estudiante en la Universidad Champagnat. Se huelen, se olfatean, se miden, se valoran con su propia vara.
El pueblo mendocino junto a las organizaciones sociales y políticas, las agrupaciones feministas, nuestras familias, vecinos y amigas estuvimos el sábado 8 de abril en Km 0 de Ciudad alzando la voz y flameando nuestras banderas. El martes 11 volvimos a la calle, mientras despedíamos a “la Negra” en Concepción del Uruguay, caminamos por el centro mendocino (y por muchos otros centros de varias provincias) con su sonrisa como bandera y la esperanza de otro mundo mejor para nosotras, quienes nacimos mujeres y morimos por serlo. Así, más de mil personas llegamos a Legislatura, leimos unas palabras en su honor y nos despedimos con Juguetes Perdidos que sonaba mientras encendíamos velas por ella y por todas, velas que intentan iluminar nuestra verdad, velas que intentan mantener prendido el fuego de la lucha permanente, de la pasión para vivir, velas que mantengan el calor necesario para sostenernos entre todas cada día cuando perdemos a otra hermana en manos del machismo.
La JP Evita en cada rincón del territorio argentino está muraleando y homenajeando la memoria viva de la Negra Micaela García, todo el Movimiento Evita se está cuestionando -otra vez- cuál es la política de género que necesitamos para transformarnos hacia adentro entre todas y todos, cuáles son las políticas públicas que hay que construir y aplicar para desarmar este entramado del espanto y la costumbre. Sin embargo, mientras todo esto sucede se desarma el Programa de Educación Sexual Integral, se recorta el presupuesto del Consejo Nacional de las Mujeres, se cuestiona y criminaliza el rol de la militancia feminista, se sostiene inmóvil el partido judicial, se aprovecha para criticar el derecho que respeta las garantías constitucionales de toda la ciudadanía, se usan los femicidios para instalar el siempre vigente debate de la baja de la edad de imputabilidad y la pena de muerte. Acaso todavía no entienden que la muerte por violencia machista no se combate con penas más duras y muertes más violentas… A Micaela García la mató el machismo, no el supuesto garantismo y es por eso que todos los mayores esfuerzos deben estar puestos en la prevención de la violencia de varones hacia mujeres, en la educación de una cultura que no permita bajo ningún contexto ni pretexto el uso del cuerpo y la vida de las mujeres por parte de ninguna persona ni institución.
Y entre tanto, se nos va la vida en ello. Como dice aquél poema anónimo vietnamita…
Rellenamos el cráter de las bombas,
y de nuevo sembramos
y de nuevo cantamos
porque jamás la vida se declara vencida.
*Secretaria provincial de Comunicación. Movimiento Evita Mendoza