Un día antes de las elecciones, la junta militar exhortó a terminar con las protestas y se reunió con las fuerzas políticas egipcias.
“No toleraremos que los alborotadores interfieran en las elecciones, las consecuencias serían extremadamente graves. Estamos en una encrucijada. Solo hay dos caminos, o el éxito de las elecciones que conducirán a Egipto hacia la seguridad, o enfrentarse a peligrosos obstáculos que las Fuerzas Armadas, como parte del pueblo egipcio, no permitirán”, fue la advertencia que lanzó ayer el mariscal Mohamed Tantaui, al mando de la Junta militar que gobierna Egipto desde febrero y que hoy enfrenta la exigencia de renuncia por parte de la ciudadanía en la simbólica Plaza Tarhir.
Estas palabras llegan un día antes de que empiece un maratónico proceso electoral para elegir los representantes que formarán el primer parlamento democráticamente electo tras la caída de Mubarak. El calendario prevé fechas de votación diferenciadas por distrito, de manera que la composición final del legislativo se conocerá recién en marzo. Mientras tanto, la represión que el gobierno militar desató ante las protestas dejó un saldo de más de 30 muertos y miles de heridos en diferentes ciudades, lo que obligó a la Junta a acelerar los procesos de democratización de las instituciones, aunque el pueblo demuestre su desconfianza acerca de las intenciones de las Fuerzas Armadas.
500 hombres con el gobierno
Ante la crisis, los militares se reunieron ayer con las principales fuerzas políticas egipcias, entre las cuales se destacan los dirigentes del liberal Al Wafd, de Libertad y Justicia, partido de los Hermanos Musulmanes (islamistas), y del salafista Al Nur, para elaborar una propuesta que contemple la disminución del poder real de los militares, como pide la plaza, pero que garantice su continuidad hasta las elecciones presidenciales previstas para junio de 2012.
El acuerdo al que llegaron se basa en la creación de un organismo consultivo compuesto por 500 exponentes de las diferentes expresiones políticas egipcias, técnicos y militares, que tendrá el objetivo de “presentar soluciones a los problemas políticos, económicos y sociales en el país hasta el establecimiento del Parlamento, que asumirá esta responsabilidad”, según informó la agencia estatal Mena.
Este Consejo Consultivo Civil, nace a partir del pacto establecido entre los 50 partidos que se presentan en las elecciones, cuyo principal representante es el ex ministro de Relaciones Exteriores y ex presidente de la Liga Árabe, Amro Musa, quien presidirá las reuniones destinadas a establecer las competencias del nuevo organismo.
El mundo político egipcio, mientras tanto, se prepara para las tres etapas de las elecciones que comienzan hoy. Los 50 millones de egipcios habilitados para votar deberán enfrentar un complicado sistema electoral, para decidir quienes ocuparan los 508 escaños de diputados y los 270 de la Chura, la cámara alta. Hoy solamente votarán los ciudadanos de El Cairo, Alejandría y Luxor -los tres principales focos de las protestas contra los militares-, mientras que el resto del país lo hará en las otras dos etapas previstas, la última de ellas programadas para el próximo 15 de enero. Otra complicación está representada por la enorme cantidad de participantes, en su mayor parte formaciones nacidas al calor de las protestas que acabaron con el régimen de Mubarak hace diez meses. Los favoritos son los Hermanos Musulmanes, agrupación islamista nacida en los años ’30 que ha sabido capitalizar el descontento social contra el antiguo gobierno y contra el actual. Su flamante brazo político, Justicia y Libertad, podría convertirse en la primera fuerza parlamentaria, según indican los periódicos internacionales.
Las demás fuerzas se componen de sectores de izquierda -una veintena de partidos de jóvenes organizados a partir de las revueltas de enero y febrero que intentan mantener el espíritu laico y revolucionario de aquellos días-, liberales e islamistas. Un nuevo desafío para un pueblo egipcio que, a pesar de todo, se mantiene en las plazas y las calles.