Por Noelia Leiva / Arte: Baldó
Agrimbau y Baldó se juntaron para crear una novela de ciencia ficción en lenguaje de historieta que ganó un premio en España. La clave: la convivencia de varias culturas y el ataque de un enemigo bien conocido por la humanidad. Bienvenidos/as a Axendra, la ciudad donde el tiempo es un juego.
¿Qué sería de la humanidad si el tiempo pudiera controlarse? ¿Podría ser posible reiniciar a la humanidad, como si fuera una máquina? ¿Qué si tu vecino fuera un autómata? En cuadritos y con una épica de ciencia ficción, “Los autómatas del desierto” cuentan la historia de Axendra, una suerte de cuna de la civilización a la que un día la sorprendió su “destino”. ¿Qué fue de ella? Hay que llegar a la última página para descubrirlo.
Diego Agrimbau y Fernando Baldó se encontraron -con pluma y lápiz, respectivamente- frente al certámen “Dibujando entre culturas” que lanzó en 2011 la fundación española marroquí “Tres Culturas” y decidieron, según relatan en el epílogo del libro, preparar un material que no fuera “hipócrita” en la defensa de la comunión de los pueblos. Y lo hicieron bien: ganaron y pudieron publicar el material en Historieteca Editorial, hace un año.
Segunda Guerra Mundial. El Nazismo avanza y genera aliados. Muerte, destrucción. Onur y Helmut son integrantes de la 21º División Panzer que se declararon en rebeldía y decidieron huir por el desierto de las órdenes de Hitler. Las huestes del dictador alemán serán las grandes enemigas durante el relato, aunque, si la intención fuera denunciar el horror de ese régimen, el intento se queda a mitad. Resulta que justo cuando las fuerzas leales a la esvástica dieron con los desertores, un extraño ejército los rescató. Un mamut robótico, una joven misteriosa llamada Inma, una autoridad militar que también era un bot -o autómata, como se referirán a lo largo de la historia- y un escriba que mucho tendrá que ver con el juego de la ficción.
Eran nada menos que delegados de Axendra, una ciudad-máquina habitada por humanos y autómatas que llevaba siglos escondida en las arenas. En su seno, Tres Consejeros y un parlamento de asesores debaten cada decisión de gobierno. Ésa era la esencia, la discusión, porque “no hay un camino recto hacia la verdad”, le explicó a los huéspedes uno de los citadinos. Sin embargo, los sí o los no de la vida política, económica y armamentista los daba El Criptógrafo Mayor, otro ser de engranajes y comandos que había sido programado con tal sabiduría que hasta se valía de la fuerza del azar para descifrar las piezas del futuro.
Por los pasillos de la ciudad, andaba el autómata de Alfonso X, padre de grandes progresos de la ciencia y la cultura, según el trabajo de la dupla que también hace “Los Canillitas/Vida diaria” para El Argentino. El pasado y lo que vendrá se chocan en las salas de la ciudad, que se monta sobre cuatro robóticas patas y tiene la capacidad de moverse. Ese don le permite, más cerca de la página 112 final, tomar una decisión que cambiará su propio rumbo.
Nada es lo que parece. En esta novela dibujada, hay un doble agente con la particularidad de que no lo sabe, él mismo es engañado. Fue demasiado tarde para Axendra cuando el secreto se descubrió, había que actuar con toda la carga. Y, entonces, la última oportunidad, el último giro de la llave, el grano de arena que quedaba. Hacia el cierre, los primeros cuadros se explican.
Agrimbau publicó en editoriales internacionales como Casterman, Eura y Planeta Agostini. Ganó el premio Creacomics y el Prix Utopiales, entre otros. Baldó realiza historietas para Comiqueando, Sudestada, Fierro y Términus, además de editoriales. También obtuvo galardones, como en el II Concurso Internacional de Cómics “Luis Molina” y el primer puesto en el certamen de la revista Comic.ar. Como dignos representantes del rubro, presentaron a “Los autómatas del desierto” en la última Comicópolis.
Para más información: http://losautomatasdeldesierto.blogspot.com.ar/