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    Cine, TV y Streaming

    COLOMBIA: CINE ERÓTICO Y POSPORNO, CONTRA LOS PREJUICIOS CONSERVADORES

    29 mayo, 20258 Mins Read
    unlugarparaBucear-BAFICI
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    Del 18 al 24 de mayo se llevó a cabo la 5ta Muestra de Cine Erótico y Posporno de Bogotá, una apuesta que busca reflexionar sobre las miradas que tenemos respecto al sexo y el cine erótico. Algunas de las películas pueden ser vistas en el sitio indyon.tv

    Por Andrea Bravo/ Foto Prensa “Un lugar para bucear”

    Dos chicos desconocidos que se miran con deseo en el TransMilenio —el transporte público de Bogotá— se animan a conocerse. Casualidad: ambos son extranjeros, pero en contextos distintos. Uno escapa de la crisis económica de su país; el otro, con más privilegios, es migrante por elección. El diálogo habilita la intimidad. La intimidad habilita la pasión.

    Así inauguró la 5ta Muestra de Cine Erótico y Posporno de Bogotá, que tuvo lugar en la emblemática Cinemateca de la ciudad capital, organizada por el equipo de indyon.tv, plataforma gratuita de ficción y documental.

    Además de Colombia, participaron cortometrajes de otros seis países, como FUCK-A-FAN (Países Bajos), una parodia de las escenas convencionales del porno mainstream, cuyo giro narrativo es un personaje masculino vulnerable que tiene el corazón roto; Peep Show (Italia), dirigida por Rino Stefano Tagliafierro, una pieza sin IA que revive pinturas renacentistas que se tocan entre sonidos de manantiales; y Santaterror (Brasil), de Bruna Provazi, un documental sobre una performance pública que fue un escándalo por burlarse de la hipocresía eclesiástica.

    Y si se trata de provocaciones, Alemania se lleva la flor con How to Eat a Whole Watermelon and Get Away With It , donde los personajes cogen vestidos de traje y corbata como denuncia a la complicidad de los diplomáticos europeos respecto al genocidio en Gaza, mientras comen una sandía, fruta que simboliza el apoyo a Palestina.

    La muestra se presentó en simultáneo en las diferentes salas del 18 al 24 de mayo, con el respaldo de la Biblioteca Nacional, el Café Cinema, Hoja al viento y el Cine Club el Muro, de Chapinero.

    Marcha conversó con su gestor, Ricardo Coral-Dorado, sobre las intenciones ideológicas del festival y las osadas formas de organizar un evento que va en contra de los cánones de una sociedad conservadora.

    M: ¿Cómo surgió la muestra hace cinco años y qué cambios atravesó desde entonces?


    RCD:
    El primer año por las restricciones de la pandemia fue exclusivamente virtual, pero desde el siguiente apostamos al encuentro de los cuerpos. También fue ese el sentido por el cuál nació la muestra de forma presencial: para juntarnos, mirarnos, abrazarnos. Después del experimento social que significó la pandemia —y no estoy con ideas conspiracionistas, que existe el Covid, sí—, pero realmente como ejercicio de biopolítica fue increíble. Entonces dijimos: ¡Hey! ¡La piel! Nos están prohibiendo la piel del otro. Una forma de control político muy grave. Pero nos mantenemos híbridos, las películas se presentan también por nuestra página indyon.tv que es y seguirá siendo de libre acceso.

    M: ¿Cómo sostienen económicamente un evento tan potente pero gratuito?


    RCD:
    Justo acabamos de ganar una convocatoria de cultura local, las convocatorias de IDARTE (Instituto Distrital de las Artes), que dentro de la alcaldía de Bogotá mueve los asuntos culturales, pero eso es extraordinario. Y aquí me individualizo: lo mantengo con mis recursos propios, que vienen de mi actividad industrial y me da la posibilidad de poder hacer estas actividades que considero vitales y que deben ser gratuitas.

    M: ¿Cuántas personas conforman hoy el equipo organizador?

    RCD: Básicamente estamos Marco Alfonso Ortiz, que se ocupa todo el año, y yo como director. Luego está Alejandra Arévalo, coordinadora de producción del evento; Alex Martínez, en logística y tráfico; Juan Pablo Vargas, que nos ha ayudado a darle forma a la línea editorial; y Natalia Sepúlveda, encargada del componente académico, que para nosotros es muy importante: que se pueda reflexionar y profundizar.

    M: ¿Cómo lograron llegar a un espacio tan simbólico e institucional como la Cinemateca?

    RCD: El año pasado postulamos la muestra para ser exhibida en la Biblioteca Nacional y nos fue muy bien en términos de ganar espacios institucionales. Ellos quedaron encantados con la asistencia y con todo lo que propusimos, los conversatorios, etc. Entonces este año dijimos: vamos por la Cinemateca. Ellos tienen abiertas postulaciones, hacen un estudio de las propuestas. Como era ya la 5.ª edición y vieron que era una propuesta seria nos aceptaron. De hecho, nos aceptaron dos fechas. La segunda la tuvimos que cancelar porque no nos llegaban los subtítulos en español, que es un requisito fundamental de la Cinemateca. Y está muy bien que sea así.

    M: ¿Qué película iba a proyectarse en esa segunda fecha?

    RCD: Es una película ucraniana que es una maravilla, un documental que se llama Sex in the Soviet, ya sabes, el sexo en la época comunista. Son un montón de entrevistas con gente ya mayor, que vivió en la Unión Soviética y habla sobre cómo era en ese entonces el asunto. Pero como te digo, está disponible en la plataforma online para que puedan verla desde cualquier parte del mundo.

    M: Me impactó el corto How to Eat a Whole Watermelon and Get Away With It, que usa el sexo para hablar del genocidio en Gaza, ¿qué opinas al respecto?


    RCD:
    Si alguien quiere entender qué es el posporno, ese corto del que tú hablas es un ejemplo total, hay sexo explícito, pero en medio de todo eso hay un componente político y un componente ideológico muy profundo. Es justamente utilizar esa mercantilización que se ha hecho del sexo, pero darle una vuelta y decir: sí lo vamos a hacer, pero no lo vamos a mercantilizar como quieren. Vamos a denunciar a través del sexo.

    M: ¿Dirías entonces que todo posporno es político?
     

    RCD: Creo que todo el posporno es político, aunque no necesariamente de forma explícita. Desde nuestro punto de vista y como línea editorial, esto es fundamental. Nos llegan muchas películas que se presentan como “porno artístico”, con imágenes bellas, pero si no estás diciendo algo político, si no te estás burlando de cómo se hace el porno, pues no es posporno. Es espontáneo y es mercantilización del cuerpo femenino. En cambio, el posporno es feminista.

    M: En este contexto regional donde los derechos sexuales y reproductivos están siendo atacados por la avanzada neoliberal ¿cómo ves el futuro del festival ante posibles cambios políticos? ¿Creés que la recepción varía según quién gobierna?

    RCD: La cultura es el inconsciente colectivo, y eso se ha formado a lo largo de siglos. En Colombia, por mucho que se hable del cambio —y yo estoy con Petro, y a muerte en contra de los oligarcas—, hay muchísimo machismo y una profunda carga ideológica feudal y colonial, sin importar en qué espectro político estés. Incluso en espacios progresistas, cuando mencionás “posporno”, sos un pervertido. Por eso creemos que es fundamental generar estos encuentros: para que cualquiera pueda ver que se trata de una forma de expresión artística. Queremos ganar espacios institucionales, que desde ahí también se empiece a hablar de esto. Es esencial abrir mentes en una sociedad tan colonial como la colombiana. Este es un asunto central, no sólo por cómo es la clase política o por cómo son los dueños de este país en términos oligárquicos. El sexo no debería ser un tabú. Visibilizar otras posibilidades no es solamente “para que te hagas una paja” —también es para reflexionar, para pensar en los cuerpos. Y ahí hay algo que para nosotros es clave: lo femenino. Porque la mayor parte de autoras del posporno son mujeres, y las actrices son mujeres con agencia.

    M: ¿Por qué creés que hay tanto rechazo, si al mismo tiempo hay estudios que muestran que muchxs adolescentes están formando su sexualidad viendo pornografía? ¿No deberíamos, al contrario, problematizar este fenómeno?

    RCD: Totalmente. Yo creo que el primer golpe del patriarcado es el control de la sexualidad. Por eso, para nosotros, es tan importante la “Franja Académica” del festival. En ella participan académicxs, profesorxs universitarixs, personas que están dentro de la Industria, y por supuesto, lxs espectadores. Se da un espacio de debate y de intercambio. Queremos que haya pensamiento crítico sobre estos temas.

    M: ¿Cuánto material hecho en Colombia les llegó?

    RCD: Después de cinco ediciones, estamos muy contentxs porque por primera vez tenemos una sección, la llamamos “SEXIÓN COLOMBIANA”. Antes nos había llegado algo, pero este año recibimos mucho más, y por fin pudimos armar una muestra con cinco películas colombianas que adoro. Cuatro de esas cinco están dirigidas por mujeres. Está, por ejemplo, el colectivo Crisálida de Medellín, y la artista Sakura. Y no solo es una cuestión discursiva: también estamos viendo una calidad estética y técnica que es woow. ¡Lo estamos logrando!

    M: Y la última… ¿qué le dirías a alguien que está estudiando cine y quiere hacer posporno, o que no viene del mundo cinematográfico pero quiere experimentar en este tipo de realización audiovisual?

    RCD: ¡Que lo haga! En estas sociedades que Varoufakis llama “tecnofeudales”, hay que atreverse a hacerlo. Haber elegido a Petro fue simbólico, pero los que siguen manteniendo el poder son los que controlan los medios, los que dicen cómo es. Aunque tengamos un gobierno que tiene un discurso favorable, los que aprietan siguen siendo los mismos. Así que: ¡háganlo! Sientan su piel, su cuerpo, y refléjenlo. Hacer es la única forma de resistencia. Yo lo tengo muy claro: resistir no es aguantar, resistir son acciones concretas. Y el posporno es una acción concreta. No necesitás más que un discurso potente y personajes con agencia. No se trata solo de mercantilizar el sexo, sino de entenderlo como un fundamento de nuestra vida para expresar ideas políticas, sociales e ideológicas.

    Cine Bogota Cine erótico destacadas posporno

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