Por Nadia Fink. Después del anuncio de la Presidenta de la disolución de la Secretaría de Inteligencia y la formación de la Agencia de Seguridad Federal, conversamos con el periodista para profundizar en cambios y continuidades.
Periodista de la revista Crisis y del diario Tiempo Argentino, Claudio Mardones desde hace años viene escribiendo acerca de los organismos de Inteligencia y las fuerzas de seguridad en la Argentina. En esta charla, habla sobre la importancia de romper con la autonomía de dichos organismos, pero también apunta a lo realizado en materia de espionaje por las Fuerzas de seguridad federales y las Fuerzas Armadas. Destaca también la importancia de la intervención de los movimientos sociales en la búsqueda de la verdad acerca de una estructura que los persiguió durante los últimos veinte años.
-¿Qué impacto político tiene el proyecto presentado por la Presidenta y qué cambios considera que pueden darse en términos de autonomía, poder y seguridad nacional?
Me parece que, aunque se trata de una decisión tardía, implica mucho valor porque lo que hace en el medio es intentar reformular la autonomía blindada de una estructura que prácticamente se autogobierna desde hace muchos años, y que durante los últimos treinta años tanta autonomía ha tenido que ha negociado con cada uno de los poderes de turno distintos status quo. Entonces, este intento me parece que es un paso importante, al menos en la ruptura de esa negociación que al parecer se ha mantenido durante todos estos años a partir del mismo gobierno. Lo particular es el elemento que hace que esto entre en crisis, el caso AMIA, que es uno de los temas en los que precisamente ha quedado en tela de juicio el papel de los organismos, sus dirigencias, en términos más de encubrimientos que para saber la verdad porque en la investigación judicial de los dos atentados (La Embajada de Israel y la AMIA) no hay un solo detenido.
-Desde la revista Crisis hicieron una investigación sobre el caso AMIA, ¿qué irregularidades detectaron en la causa, teniendo en cuenta que el fiscal Nisman trabajaba en ella desde 2007?
La investigación por el esclarecimiento del atentado de la AMIA tiene una serie de hipótesis que no se profundizaron, que durante muchos años la pista alternativa a la pista iraní –la pista siria– no fue indagada–. Sin embargo ahora está ya camino al juicio oral y público la causa por encubrimiento, donde hay muchos personajes que están procesados y van camino a la sentencia, como en el caso del ex comisario de la Policía Federal, José Alberto “el Fino” Palacios, el ex presidente Carlos Menem, distintos funcionarios del área de inteligencia y el titular de aquel momento de esa área, el abogado Hugo Anzorreguy. Me parece que en ese contexto, la decisión política de avanzar hace dos años en la firma de memorándum de entendimiento con Irán pareciera que, independientemente de buscar alternativas para indagar la verdad sobre ese país, también desató curiosamente un malestar de los que estaban convencidos de que todas esas hipótesis no iban a ser investigadas.
-La Presidenta habló de un cambio de paradigma, ¿piensa que puede haber un cambio tan profundo o que es un paso para comenzar a develar el hermetismo en estos organismos?
No he leído el proyecto de reformulación como para opinar sobre un cambio de paradigma. Lo que sí parece que lo que se busca es cambiar el control del tema más complejo de la cultura terrible del secreto en la Argentina, que tiene que ver con las escuchas telefónicas, con el control de la Dirección de Observaciones Judiciales (OJOTA), que históricamente dependió de la Secretaría de Inteligencia y pasaría a depender el Ministerio Público. Habría que ver si en estas sesiones extraordinarias en las que se debata la ley también se debatirá la desaparición de Jorge Julio López, por ejemplo. Sí creo que deberían generar esas preguntas los movimientos sociales y los que fueron infiltrados y espiados durante muchísimos años. También es real que este proyecto deja un antecedente para el gobierno que viene; es un espejo incómodo en el cual deberán mirarse.
-El tema del espionaje de las fuerzas de seguridad se viene investigando desde hace años en el periodismo pero pareciera que ahora recién se puso sobre la mesa con la muerte del fiscal…
Culturalmente para el periodismo hablar de estos temas es algo que no se hace muy a menudo pero está bueno que se instale el debate en un momento en el que han pasado dos cuestiones muy importantes: primero, la desclasificación de documentos secretos del departamento de Estado hecha por la organización WikiLeaks, y lo otro (que es análisis periodístico de la mayoría de los medios en el mundo) es la revelación del contratista de la Agencia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, Edward Snowden, que es quien reveló que a través de ese organismo les pichaban las comunicaciones telefónicas a 30 países que en el medio registraban los datos de ciudadanos en distintas partes del mundo.
Con esos temas instalados desde 2010, yo me alegro de este debate pero especialmente por un tema que ha quedado muy soslayado hasta ahora, que es el del espionaje político interior, y que en el caso de lo que sería la composición de los distintos organismos que integran el aparato de inteligencia hay evidencias sobradas de que se han seguido dedicando a lo mismo, como el caso específico de la detención del agente de la Policía Federal, Américo Balbuena, en 2013, que estuvo más una década infiltrando la Agencia Rodolfo Walsh.
Esto también habla de que no pasa pura y exclusivamente por la estructura de la agencia más pública, la ex SIDE, sino también del papel de los organismos dedicados a lo mismo pero de las fuerzas de seguridad federales y de las Fuerzas Armadas. Con las FFAA hay un caso muy importante que fue la revelación de la Base Aeronaval Almirante Zar, que se dedicaba a hacer espionaje interior. Y después está la participación en el control del conflicto social: un organismo es la Gendarmería que el último caso que se conoce es el Proyecto X (base de datos obtenida mediante espionaje sobre militantes y organizaciones sociales), pero que al parecer es una práctica mucho más vieja, que entra en una etapa de desarrollo mucho mayor a partir de 1995, con los primeros cortes de ruta en CutralCó y Tartagal.
-¿Qué papel cumplió la ex SIDE en el asesinato de los militantes sociales Darío Santillán y Maximiliano Kosteki?
Ese es el otro hito más tremendo pero del organismo más público que queda por responder: qué papel tuvo ese 26 de junio de 2002 cuando uno de sus jefes, que era Oscar Rodríguez, y el enlace que era de la policía bonaerense, Alfredo Fanchiotti, jefe de la departamental de Avellaneda. En este caso se ha podido demostrar en investigaciones y también en la causa que el sistema de comunicación se cambió ese día por un sistema punto a punto, con una coordinación tecnológica que parece que estaba dedicada al encubrimiento de la decisión de dar muerte a los manifestantes. Por eso creo que este debate que se abre tiene que ver con la capacidad que tengan los movimientos sociales para imponer una agenda que exija conocer la verdad de esta estructura durante los últimos 15 o 20 años.