Por Leandro Albani. Honduras es territorio de experimentación neoliberal. Para tapar la pobreza y la represión, el gobierno del presidente Lobo impulsa las “ciudades modelos”.
El 24 de enero, el parlamento de Honduras aprobó con 110 votos a favor, el polémico proyecto para la creación de ciudades modelos, o Zonas Especiales de Desarrollo (ZED), pese a que la Corte Suprema de Justicia (CSJ) lo había declarado inconstitucional en octubre pasado. El máximo tribunal había indicado que de construirse las ciudades modelos se estaría violando la soberanía nacional, ya que las ZED tienen su propia jurisdicción y autonomía administrativa.
Los principales promotores de la iniciativa son el presidente hondureño, Porfirio Lobo, y el titular del Congreso Nacional, Juan Orlando Hernández, del Partido Nacional (PN). Ambos dirigentes promovieron en diciembre último la destitución de los magistrados de la Sala Constitucional por oponerse al proyecto, lo que derivó en una fuerte crisis institucional, que se suma a la tensa situación que se vive desde el derrocamiento del presidente Manuel Zelaya en junio de 2009. El resultado de la crisis fueron las destituciones de cuatro jueces de la Sala Constitucional.
Tras la aprobación del proyecto, la Asociación de Juristas Sobre el Estado de Derecho (AJSED) anunció que presentará una impugnación a la resolución parlamentaria votada. La AJSED además hará una acusación por el delito de traición a la patria en contra de los diputados que avalaron la iniciativa.
Dividir y reinar
¿Pero qué son las ciudades modelos? Sus defensores hablan de zonas “libres” que promocionarían el trabajo y la producción. Los detractores afirman que con la puesta en funcionamiento de estas ciudades se constituirían Estados prácticamente independientes regidos por el neoliberalismo. Otra crítica es la posibilidad real de que Honduras sea blanco de divisiones territoriales.
Conocida la aprobación en el Congreso, el abogado Óscar Cruz, ex fiscal de defensa de la Sala Constitucional y responsable del recurso que consiguió la inconstitucionalidad de la ley, alertó que “ha cambiado su formulación nominal, pero el proyecto es el mismo, es la misma violación constitucional que viola la organización territorial del Estado, la forma de gobierno, el marco jurisdiccional del país y los derechos fundamentales de los habitantes”. El abogado agregó que la iniciativa “choca con artículos constitucionales fundamentales, como por ejemplo, el que prohíbe que costas y territorios fronterizos estén en manos de extranjeros”.
En la sentencia emitida por la CSJ se dejó en claro que bajo la justificación de captar “inversiones extranjeras” para la construcción de las ZED, lo único que se logrará es “enajenar el territorio nacional lo que expresamente prohíbe nuestra Constitución”. También se destacó que con el proyecto “se habrá privatizado el Estado de Honduras y por tanto habrá desaparecido como tal para dar paso a una gran corporación mercantil”.
El titular del Congreso, en su intento por defender a las ciudades modelos, las respaldó porque “son muy exitosas en países asiáticos”. Más moderno en su terminología, Michael Strong, responsable de MGK, grupo de inversores estadounidenses que pretende desarrollarlas, las calificó como una “zona libre 2.0”. El año pasado, Hernández anunció que MGK estaba dispuesto a invertir 25 millones de dólares para construir la infraestructura básica en la primera ZED, ubicada en Puerto Castilla, en el departamento de Colón, en la costa Caribe. A este dinero se suman otros cuatro millones de dólares otorgados por Corea del Sur.
Ante esta situación, el partido Libertad y Refundación (Libre), dirigido por el ex presidente Zelaya, denunció que “invocar casos de países asiáticos como Singapur y Corea del Sur para imponer estas ciudades como paradigma de desarrollo, representa una inmensa burla contra el pueblo hondureño, así como un insulto a la inteligencia de una sociedad que se ha hartado de ilusiones y promesas incumplidas por los vende patria de siempre”.
El ideólogo
Egresado de la Universidad de Chicago, centro de formación neoliberal a nivel mundial, Paul Romer es el ideólogo de las ciudades modelos. Su “pasión” por estos proyectos lo llevaron a convencer al presidente Lobo que, obnubilado por la idea, lo nombró asesor del Ejecutivo.
En una entrevista a la revista colombiana Semana, a mediados de 2012, Romer no ocultó los fines de las ZED: llegar a la mayor felicidad de los habitantes a través del libre comercio. Fórmula defendida por muchos, pero que con el transcurso de los años ha dado resultados magros para el pueblo.
Para Romer, el concepto utilizado en esas zonas es simple: un espacio libre de la tutela estatal, aunque respetando algunas formalidades jurídicas, pero sobre todo “sin la resistencia de personas que no consideren que sea buena idea”.
Al ser consultado por la seguridad dentro de las ZED, Romer descartó que empresas privadas sean las encargadas de conformar los cuerpos policiales. Para despejar dudas, el Chicago Boy esgrimió sus modernas ideas al respecto: “Por ejemplo, una ciudad modelo podría contratar a una agencia de policía exitosa y respetada como la Royal Canadian Mounted Police y pedirle que sea la organización que contrata los oficiales de una nueva fuerza policial”. También explicó cómo se podría estructurar la justicia en este tipo de zonas: “Una ciudad modelo podría también hacer un acuerdo según el cual los casos judiciales de la ciudad pueden apelarse en una corte de un país extranjero con una gran reputación por su integridad judicial. Para mitigar la corrupción en las aduanas, una ciudad modelo podría contratar a los Crown Agents de Gran Bretaña para que establezcan un sistema honesto y eficiente de control de la frontera”.
En septiembre del año pasado se conoció que Romer abandonaba el proyecto. En una carta dirigida al presidente Lobo, y publicada en The Guardian, señaló que su alejamiento buscaba agilizar la aprobación legal de las ZED. Romer también se mostró sorprendido por el acuerdo de inversión con MKG, ya que los encargados gubernamentales del proyecto “no tienen información o medios para revisar ningún aspecto de la negociación”. Igualmente, aseveró que “como individuos seguimos creyendo firmemente en la visión tras la iniciativa” de las ciudades modelos, “y estamos listos para asistir cuando los impedimentos para el establecimiento del marco institucional” haya sido resuelto.
Aunque el padre de la criatura observó las irregularidades alrededor de su creación, su apuesta sigue siendo la misma: legalizar el neoliberalismo a niveles nunca antes vistos para explotar las tierras, los mares y los ríos de Honduras.