Por Laura Cabrera – @laucab
La película dirigida por Daniel Calparsoro y escrita por Jorge Guerricaechevarría sitúa al espectador en un lugar al parecer bastante común: un banco, un plan de robo y una toma de rehenes. Todo se complica, entonces lo que parecía un lugar común, comienza a tener otro sentido.
Parecería ser que hay temáticas sobre las que ya está todo dicho y sobre las que nada queda por contar. Tema: el robo. Allí se sitúa la coproducción hispano-argentina de Daniel Calparsoro y Jorge Guerricaecheverría, quienes apostaron a este lugar común, de corta escenografía y limitados personajes para desarrollar una historia de suspenso que sorprende a cada instante por la variedad de líneas que se van desarrollando alrededor de la trama central.
Es una mañana lluviosa. Seis ladrones enmascarados ingresan a un banco en Valencia para iniciar lo que sería un robo que tomaría pocos minutos. Algo se complica cuando uno de los empleados del banco acciona el botón de alarma. Los enmascarados dejan atrás la idea del robo planificado y comienzan una toma de rehenes y la negociación que, creen, los dejará salir al menos con vida.
Así comienza la película, que propone la negociación como una pérdida de tiempo que ayudará a los ladrones a escapar por ese lugar (no lo contaremos aquí) planificado con meses de anterioridad. Afuera llueve como si fuera Macondo, las posibilidades de escapar son pocas y el tiempo, comienza a jugar un papel central, no sólo por la necesidad de escapar en pocos minutos sino porque cuando más tiempo pasan juntos los delincuentes, más líneas se abren entre ellos, los rehenes y los negociadores, entonces la multiplicidad de historias comienza a salir a la luz.
El atractivo
Visualmente no se trata de la película más atractiva. No hay grandes escenas de acción, tampoco efectos impactantes. Lo que hace de la película una producción al menos interesante es el guion y su trasfondo: de los seis delincuentes, el “Gallego” (Luis Tosar) y el “uruguayo” (Rodrigo De la Serna) saben por diferentes motivos mucho más de lo que sus compañeros entienden que se van a llevar en el gran motín. Se desata entonces el primer conflicto entre ellos, al enterarse que ambos saben sobre la existencia de “algo” que es necesario robar para salir con vida.
El “algo”, cuyo contenido nunca se termina de especificar pero claramente cualquiera podría entender de qué se trata, también es perseguido por los de afuera, generándose entonces un entramado político de corrupción y complicidades que deja a “los de adentro” y “los de afuera” en igualdad de condiciones: ambos grupos le roban a alguien.
En medio de esta historia, algunos rehenes se vuelven cómplices en distintas medidas pero siempre dejando en claro que son víctimas de lo sucedido pero ¿víctimas de quién?, ¿del sistema capitalista que remata hogares?, ¿del que los deja sin trabajo?, ¿de la corrupción política?, ¿de los ladrones que ingresaron a ese banco?, ¿son víctimas de la codicia, del odio o del egoísmo?, ¿o son justicieros? He aquí la delgada línea entre “lo bueno” y “lo malo”, la discusión entre las purezas y lo que parecería ser una crítica generalizada a la sociedad española.
A grandes líneas, Cien años de perdón es una película que mantiene al espectador atento en su trama (que ofrece desde situaciones dramáticas hasta algún que otro paso de comedia) aunque por momentos decae por no ser visualmente atractiva. De todos modos es una historia interesante para aquellos que gustan de realizar lecturas sobre escenarios y sus similitudes con las realidades del mundo por fuera de la diégesis.
Ficha
Director
Guion
Jorge Guerricaechevarría
Música
Julio de la Rosa
Fotografía
Josu Inchaustegui
Reparto
Rodrigo De la Serna, Luis Tosar, Raúl Arévalo, Patricia Vico, José Coronado,Joaquín Furriel, Marian Álvarez, Luciano Cáceres, Luis Callejo, Joaquín Climent.