Por Sebastián Schaer. El 1 de enero de 1915, en la antigua cancha de Ferrocarril Oeste, se enfrentaban San Lorenzo de Almagro con el Club Honor y Patria, por el ascenso. Allí los cuervos ganaron por 3 a 0, en la misma cancha donde 67 años después descendería.
Hace días atrás, en el momento en que San Lorenzo jugaba uno de los partidos más importante de su historia, recordaba algunas de las anécdotas propias y ajenas, sobre lo que representa ser socio e hincha de este club, de cómo esos colores, esa historia, conforman la identidad de ese pueblo que nacido en San Juan y Boedo, se expandió por todo el país y el mundo, que con algunos sueños cumplidos y muchos por cumplir, acompaña y acompañó al club en las buenas y en las malas, sin ninguna demagogia de por medio.
Un pueblo que tuvo la desgracia -como consecuencia de la dictadura militar- de tener que deambular de una casa a otra, a pesar de tener no solo su casa, sino también, su territorio y su propio espacio. Un pueblo que sabe de sufrimientos, de mudanzas, de expropiaciones y que pese a todo esto, supo pararse y decir no a los intentos espurios de transformar al club en una empresa, manteniendo la identidad territorial y por sobre todo barrial, a fuerza de mucha resistencia.
La historia del club es ya conocida, en parte gracias a la película “El padre Lorenzo”, en la que los jóvenes de las barriadas de Almagro, jugaban a la pelota, en la esquina de México y Treinta y tres a principios del siglo XX, en calles de tierra, esquivando pozos y tirando paredes con los tranvías, que gracias a la contención del Padre Lorenzo Masa asumieron el espíritu colectivo, preparando en los fondos de la capilla San Antonio, lo que sería la primera cancha de los Forzozos.
Con sensaciones encontradas, entre los recuerdos de la masacre del 19 y 20 de diciembre de 2001, la emoción de la final del mundial de clubes, y todo lo que se habló sobre San Lorenzo en esa semana, releí una nota de Osvaldo Soriano, que fue republicada en el libro “Cuentos Cuervos” (compilación realizada al calor de la lucha por la Copa Libertadores, ganada con posteridad). La nota que había sido publica en 1972 en el periódico La Opinión, con el aval de Juan Gelman, confeso hincha de Atlanta y director de Cultura del diario, llevaba de título “El nacimiento de San Lorenzo de Almagro” y se realizó al calor de otro gran momento de San Lorenzo, el bicampeonato de 1972. En ella, el gordo entrevistó a dos ex jugadores de aquellos años, en los que a San Lorenzo, se lo conocía como los Forzosos de Almagro, y que aún, no tenia su cancha, ni sus títulos y participaba del fútbol amateur.
Parafraseando a Soriano, quién no hizo alguna vez un gol en una calle de tierra esquivando amigos, y pozos y lo gritó como si fuera una final del en el mismísimo Maracaná.
Mi primer registro de San Lorenzo fue aproximadamente en el año 1980, sin entender mucho de fútbol, y de la situación del país, recuerdo que un domingo por la tarde en algún cumpleaños familiar, cansado de las bromas que le hacían esos cuatro niños (mi hermano, mis primos y yo) para nada futboleros, el tío José, nos dijo: “si ustedes se hacen de San Lorenzo, yo les regalo la camiseta”, y como negarse a esa invitación, si ninguno había asumido hasta el momento la pasión del fútbol; para nosotros el fútbol era solo el potrero, eran las calles de tierra del barrio, en el sur del Gran Buenos Aires, en las que marcábamos los arcos con alguna piedra, remeras o palos, y los partidos finalizaban al caer el sol, muy similar a lo que sucedía en Almagro en la primer década del siglo XX, aunque cambiando las paredes de los tranvías, por algún que otro auto.
Al tío José solo lo veíamos en algún cumpleaños o en las fiestas de fin de año, frente a su invitación todos aceptamos, sin embargo fui el único que asumió el compromiso ya que desde que me puse por primera vez la casaca azulgrana, me contagié de esa enfermedad llamada San Lorenzo; a partir de ahí la vida cambiaría, los partidos en los potreros serían otros, ya que podía jugar con esa remera, que me daba el respaldo de la identidad futbolera. Sin saberlo estaba simbolizando, a la vez que el padre Lorenzo entregó las primeras camisetas borravino, a los forzosos de Almagro.
Otro aprendizaje, de la vida y San Lorenzo, tuvo que ver con el año 1989, mientras Raúl Alfonsín trataba de salir de la hiperinflación, yo con mis quince años, me ratee de la escuela, me colé en el tren Roca para ir desde Adrogué hasta la Estación Avellaneda, con la intención de comprar una camiseta de San Lorenzo, el precio era trece australes, vuelvo a mi casa después de convencer a mi vieja, me vuelvo a Avellaneda con 18 australes, sin embargo en tres horas la camiseta había pasado de trece a veintiséis australes, así gracias a San Lorenzo aprendí lo que era la hiperinflación.
Nadie puede negar el exitismo que nos caracteriza a los argentinos y que muchas veces promovemos casi automáticamente, y ni hablar en el fútbol.
Finalizada la final contra el Real Madrid, reitero UNO de los partidos más importantes de la historia de San Lorenzo, el pueblo azulgrana se debatía entre una derrota digna, la derrota como tal, y las felicitaciones del abominable Joseph Blatter por la invasión cuerva en Marruecos nunca vista hasta el momento, que durante una semana vio como los berebers, se habían transformado en guerreros azulgranas.
Esa tarde noche después del partido con el Real, el “Patón Bauza”, en conferencia de prensa resaltaba que “no hay derrotas dignas”, muy en consonancia con su manera de ver el fútbol, más allá de los vaticinios de muchos, que agoraban una estruendosa derrota con el “hoy mejor equipo del mundo”.
Mirándolo fríamente como deporte colectivo, se podría acordar con él, y pensar ¿hay diferencia entre perder 3-0 con Arsenal de Sarandí (con baile incluido) en la final de la Copa Argentina y perder 2-0 con el Real Madrid en la final de la Copa del Mundo?, en las dos perdimos, en las dos salimos subcampeones o segundos, en las dos perdimos la final, es decir sufrimos dos derrotas. Los números marcan eso, más allá de las distancias enormes entre esos dos equipos campeones.
Sin embargo más allá de los números, de las derrotas, del equipo, y de muchas otras vicisitudes y contra la perorata de periodistas, y agoreros del fútbol local, que vaticinaban una goleada histórica, San Lorenzo se paró ahí, de igual a igual ante el mejor equipo del mundo, así los gauchos de Boedo, con el peso de su historia, con todas sus dificultades futbolísticas a cuestas, pudieron hacerle frente a esa máquina arrolladora que es el Real.
Hay quiénes aseveran que el resultado del partido fue tal por que el Real no jugó bien, otros dicen que el Real no jugó bien porque San Lorenzo no lo dejó, a pesar de que solo tuvo dos situaciones de gol, mientras otros creen que la marea azulgrana que invadió Marruecos, fue la que dió el empuje necesario a los jugadores para salir a bancar de esa manera los embates del Real.
Lo cierto es que sea cual fuese la respuesta, el equipo técnico y los jugadores hicieron un buen papel, a pesar de todas las dificultades que San Lorenzo venía arrastrando desde el comienzo de este campeonato. Varios de los jugadores agradecieron una y mil veces el apoyo de los hinchas, que viajaron a Marruecos y a los que no, por su aliento antes durante y después del partido, a pesar de la derrota y el segundo puesto. Miles y miles de cuervas y cuervos, volvieron a transformarse en esos héroes olvidados de nuestra historia, en las calles de Marruecos, de Buenos Aires, y muchos otras ciudades.
Los jugadores entrevistados por el gordo Soriano, fueron Xarau y Gianella, que en aquellos años de festejos de 1972, solo habían sido reconocidos con un carnet para entrar gratis a la cancha y una medalla de oro. Dos jugadores como tantos otros que al igual que los hinchas pasan al olvido de la historia, que por exitista y competitiva, solo reconoce a los héroes, a los que ganan, a los que triunfan.
¿Cuántos Xarau y Gianella tiene la historia?, ¿cuantos otros héroes olvidados tiene la historia del club?; uno podría pensar en todos los que lucharon en las guerras por la independencia, en los millones de personas que el 17 de octubre fueron a la Plaza de Mayo a pedir la libertad de Perón, en todos los que salimos a las calles aquel 19 y 20 de diciembre de 2001, reclamando no solo que se vayan todos, sino un país digno y soberano, y en todos los cuervos que domingo a domingo, tarde a tarde noche a noche, viven y se desviven por San Lorenzo.
Xarau y Gianella, gracias a Soriano pudieron salir del olvido impuesto por la historia de los vencedores y pasar a ser parte de la memoria colectiva de este pueblo, ellos que además de ser parte de los fundadores del club, de haber compartido el equipo con Federico Monti y Jacobo Urso, históricas figuras de San Lorenzo, de haber sido partícipes de los forzosos de Almagro, formaron parte de aquel equipo que un 1 de enero de 1915, logra el ascenso a la primera división de la Asociación Argentina de Football.
Hace cien años San Lorenzo ascendía a primera división después de vencer al Club Honor y Patria por 3–0 en la cancha vieja de Ferro, ¿cómo no considerar importante a este partido?, ¿por qué para muchos el partido con el Real Madrid era el más importante de la historia de San Lorenzo?, de esta manera dejaríamos fuera tantos otros, el del descenso paradójicamente en cancha de Ferro, la vuelta a primera, el último partido con Boca en el Gasómetro, partidos que por mi entorno (no cuervo) y mi edad, no pude ver.
De mis recuerdos además del partido con el Real, hubo muchos otros partidos que fueron “el más importante de la historia del club”, el partido con Rosario Central en junio de 1995, el partido con el Flamengo por la Copa Mercosur en 2002, el partido con Instituto por la promoción del 2012, todos los partidos de la Copa Libertadores del 2014 desde los cuartos hasta la final, el partido con el Auckland City sin el cual no hubiéramos llegado al partido con el Real Madrid.
Porque ni San Lorenzo, ni el deporte ni el fútbol, ni la sociedad viven solo de triunfos, porque la historia de San Lorenzo tiene tantas victorias como fracasos, por qué como dice la canción, ser de” San Lorenzo es muy diferente”, porque hay derrotas y derrotas, y en San Lorenzo, las derrotas a pesar de ser derrotas, se viven con la misma dignidad que una victoria, porque en San Lorenzo, la historia la construimos todos desde chicos, desde los tablones del viejo Gasómetro, o desde las tribunas del nuevo, desde México y treinta y tres o desde San Juan y Boedo, celebramos estos 100 años del primer ascenso a primera división, logrado con estos dos héroes recuperados como Francisco Xarau, Luis Gianella y tantos otros olvidados de San Lorenzo.