Por Sebastián Balcazar desde Santiago – @SebaBalcazar / Foto por Frente Fotográfico
Familias enteras se volcaron a las calles en más de 40 ciudades para unirse en favor de un futuro común, un futuro con pensiones dignas con la solidaridad como sostén social. No Más AFP se escuchó a lo largo de Chile en un hito histórico con muchas proyecciones.
El pasado domingo 24 de julio se vivió una histórica jornada de movilización en Chile. Cerca de 750 mil manifestantes, desplegados en más de 40 ciudades a lo largo del país, salieron a las calles para exigir el fin de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), instituciones privadas creadas durante la dictadura cívico-militar que esquilman a la población a punta de pensiones miserables.
Fue un día de lucha por la dignidad. Según los organizadores, la masividad sobrepasó todas las expectativas, evidenciando una situación que ´desbordó´. “La gente se cansó. El grito que coreaban ´ ¡Chile despertó!´ es la mejor consigna que sintetiza lo que la gente siente. Nos cansamos de 40 años de abuso y estafa, especialmente de estos últimos de corrupción. Nos cansamos de la indolencia de las autoridades, que son patéticas”, explica el dirigente de la Coordinadora No + AFP, Luis Mesina, una de las organizaciones convocantes.
Este gran hito dejó al desnudo una realidad que afecta a cientos de miles de personas cotidianamente, una situación cada vez más insostenible debida la gravedad de sus consecuencias para quienes han dejado de trabajar. En esto las cifras son drásticas: según datos publicados por Fundación Sol en julio de 2015, estas entidades financieras otorgan una pensión igual o menor a $150 mil –equivalente a unos 227 dólares actualmente- al 91% de las personas jubiladas, a la vez que entre enero y septiembre del mismo año registraron un aumento en sus ganancias equivalente a un 71,4% respecto al 2014. Según el economista Gonzalo Durán, aproximadamente 486 mil millones de pesos más entraron directamente a los bolsillos del empresariado, más de 70 millones de dólares.
Cómo se impuso la pobreza
El modelo económico que rige actualmente al país se pensó e implementó durante la dictadura cívico-militar encabezada por Augusto Pinochet. No existiría hoy en Chile un sistema privado y abusivo para pensionar a nuestros jubilados sin la violencia brutal ejercida por Pinochet y sus esbirros. Son elementos consustanciales. Sin oposición política, la derecha pudo moldear el Estado.
Parte del shock ideado por los economistas neoliberales se perfiló en las reformas de principios de los 80. José Piñera Echenique, hermano del empresario y expresidente Sebastián Piñera, fue el responsable de instalar el sistema privado de pensiones basado en la capitalización individual forzosa de las personas. Es decir, se obligó a muchos trabajadores a dejar el antiguo sistema solidario y de reparto por uno cuyos beneficios están sometidos a las inciertas corrientes del mercado especulativo. Fue el fin de la seguridad social.
De ahí en adelante, los ahorros acumulados tras una vida de trabajo se fueron sumando a los caudales de capital inyectados a poderosos grupos económicos. El sistema de AFP se transformó en uno de los motores del sistema chileno. De acuerdo a cifras expuestas por el economista Marco Kremmerman en una columna publicada en El Mostrador, las AFP “invierten más de US$6.500 millones en 7 empresas del grupo Luksic y US$4.500 millones en 9 empresas del grupo Matte. Por otro lado, a Cencosud de Paulmann le tocan US$1.850 millones, a AntarChile y filiales del grupo Angelini US$1.670 millones e, históricamente, bastante combustible se bombeó para los Grupos Penta y Soquimich”. Estos dos últimos han marcado la crisis que vive actualmente el sistema político chileno, saltándose sin tapujos la legislación y financiando irregularmente las campañas políticas de la derecha y la Concertación (hoy Nueva Mayoría) en los últimos 26 años de democracia.
Actualmente, el mercado de AFP los componen seis empresas: Provida, Hábitat y Cumprum, de capitales norteamericanos; Capital, compañía colombiana; Planvital, de Brasil; y AFP Modelo, del empresario chileno Andrés Navarro.
Soberbia gubernamental
Las pensiones de pobreza no son un tema nuevo, el problema es la cantidad de presión que viene acumulando el punto. La Nueva Mayoría –conglomerado de gobierno-, sin comprometerse políticamente, ha estudiado diversas formas de encontrar una salida, entre ellas, la creación de una comisión de expertos que propuso soluciones a las falencias identificadas en un diagnóstico previo.
Durante la manifestación, el rechazo a las medidas propuestas por el Ejecutivo fue contundente. “Estamos jugando con fuego porque las autoridades han sido muy soberbias. Seremos millones en las calles, será imposible parar las demandas de los trabajadores. La descomposición social a la que hemos llegado hace que la gente se manifieste irritadamente”, argumenta Medina.
En el programa de gobierno, la Nueva Mayoría propuso la creación de una AFP Estatal, a modo de tránsito gradual hacia un nuevo sistema de pensiones. La iniciativa se encontró con el fuerte rechazo de la población. El presidente de la Confederación Nacional de Funcionarios de Salud Municipal (Confusam), Esteban Maturana, fue enfático en criticar la posición del gobierno:” La Presidenta ha propuesta una AFP estatal, eso es un engaño, una mentira, con una AFP estatal no se resuelve el tema de las pensiones. Se resuelve solamente cuando usted tiene un sistema de reparto solidario de administración pública”.
Más de una veintena de políticos concertacionistas ha sido candidato para integrar un directorio de AFP, sin contar aquellos que han llegado a dichos puestos. Entre estas últimas se encuentra la actual ministra del Trabajo y Previsión Social, militante de la Democracia Cristiana, Ximena Rincón, quien llegó a dirigir Provida en 2006.
“La lucha más política que podemos dar”
Avanzar en la demanda por un sistema solidario y de reparto para las pensiones no es solo una arremetida contra un pilar económico del neoliberalismo chileno, sino también un catalizador para un cambio cultural y más profundo. Es justamente poner énfasis en lo de todos, en lo común y en la solidaridad como principio regente de la sociedad: solidaridad entre quienes trabajan por el futuro y quienes lo hicieron durante toda su vida.
A juicio de Medina, se abre una discusión sobre el tipo de país que se quiere construir: “Hay gente que no logra dimensionar el impacto de esta gran lucha. Es la lucha más política que se puede dar. Luchar contra esto implicar derribar uno de los pilares sobre los que descansa el sistema chileno, el problema es que no se dimensiona. Más respeto, menos abuso, son cosas que solo en un ordenamiento político distinto al actual”.
Nuevas movilizaciones quedaron fijadas para el 10 de agosto y el 10 de octubre, con miras a forjar unidad para una gran movilización nacional convocada para el 4 de noviembre. “Aquí confluimos muchos, porque entendemos que la unidad en torno a esta demanda no limpia de la corrupción. La gente se identifica con esto, esta lucha se puede transformar en la lucha por cambiar Chile”, señaló Medina.
Una gran virtud que posee este movimiento ciudadano, comentó el dirigente, es su cohesión y ausencia de fisuras. Si bien no ha sido fácil, se trata ahora de una organización “de hecho”. La movilización, aseguró, no es fruto del trabajo exclusivo de la Coordinadora, sino de la convergencia de indignados a lo largo del país que se expresaron a través de las redes”.
Chile es uno de los nueve países en todo el mundo que tiene sus pensiones en manos de privados y sin sistemas de repartos activos.