Por Nadia Fink
Los cambios de paradigmas en los liderazgos femeninos fueron el punto de partida para entrevistar a Cecilia “Checha” Merchán. Desde el intento golpista en Brasil contra Dilma Rousseff a los nuevos cargos políticos que ocupan las mujeres de Cambiemos en Argentina, una mirada sobre la construcción de poder y las reacciones del patriarcado.
Feminista, Cecilia Merchán coordinó el Comité Ejecutivo de Lucha contra la Trata y la Explotación de Personas hasta diciembre pasado. Fue fundadora de “Las Juanas” y diputada por la provincia de Córdoba. Actualmente es referente de La Colectiva, un espacio político conformado, en su mayoría, por mujeres. A partir de su experiencia desde las bases y las instituciones, dialogamos con ella para acercarnos a los cambios de paradigmas que se desarrollan en América Latina: desde los liderazgos femeninos a las respuestas furiosas del patriarcado asociado al capitalismo.
-¿Cómo ves el cambio de paradigma que se está dando en el tema liderazgo relacionado con las mujeres en la Argentina? Más que nada en lo que fueron los años de Cristina Fernández de Kirchner en la presidencia o su presencia el 13 de abril pasado respecto de lo que son las líderes del PRO en la actualidad…
Creo que claramente si existieron (y existen) líderes como Dilma Roussef en Brasil, Cristina Fernández en nuestro país o Michelle Bachelet en Chile; esto está totalmente asociado a la cantidad de mujeres de los sectores populares que hicieron su experiencia de dirección política en los distintos ámbitos. Y eso se relaciona con la enorme participación de las mujeres en los años noventa y en los inicios 2000 en todas las organizaciones de base y en todo el país. Creo que estas mujeres en sitios de liderazgo expresan de una u otra manera ese sentir de las mujeres organizadas de los sectores populares.
Por el contrario, creo que lo que ocurre con las nuevas apariciones femeninas, como son el caso de María Eugenia Vidal [Gobernadora de la Provincia de Buenos Aires] o Gabriela Michetti [Vicepresidenta de la Nación] es una expresión muy diferente, en distintas aristas. Primero porque están asentadas en la centralidad del poder liberal, y por otro lado expresan mujeres que hasta en su conformación están demostrando que aceptan los patrones clásicos del patriarcado: son buenas y se adaptan a los cánones de ese poder.
Igualmente, algo que queda por analizar respecto de Vidal y su elección, es una aparición que se dio en contrapartida de los barones del conurbano. Habría que analizar más en profundidad cuánta responsabilidad hay en que no hubo con estos barones liderazgos de mujeres más populares.
-Respecto de lo que sucedió con Dilma en Brasil, lo que se considera un golpe blando, ¿creés que hubiera pasado lo mismo si fuera hombre? Incluso fue muy fuerte escuchar a quienes votaron en su contra, apelar a la familia, dios, la iglesia, los golpistas del 64…
Creo que tanto Dilma como Cristina expresaron a esas mujeres que enfrentan los poderes centrales y en eso han sido absolutamente criticadas por el hecho de ser mujeres y por esa irrupción.
Seguramente, ante presidentes o presidentas que patean el tablero del poder (como es el caso de los últimos años en Latinoamérica), los poderes aparecen con fuerza: lo hemos visto con Correa en Ecuador, Lugo en Paraguay, con Evo en Bolivia… en distintos países donde se ha intentado debilitarlos o golpearlos, en muchos casos con golpes directos y en otros casos como en este de Brasil. Pero lo que no hemos visto en otros casos es que esto traiga aparejado tremendo nivel de discurso violento y retrógrado, golpista y misógino absolutamente. Creo que de ninguna manera se hubiera dado lo mismo, porque el hecho de que sean mujeres libera un montón de otros demonios que son muy fuertes, que se mantienen a veces un poco más aquietados y que se liberan en estas condiciones. Queda mucho más claro que el poder capitalista, de las grandes corporaciones, es claramente patriarcal, y que está arraigado en las peores tradiciones y en los peores prejuicios, en el caso de las presidentas.
-En tu caso desarrollaste roles políticos sostenidos en el trabajo de base, pero también ocupaste cargos tanto políticos como institucionales. Desde esa experiencia, ¿cómo evaluás los roles de las mujeres, a quienes muchas veces se las identifica asociadas al trabajo de base, y los roles masculinos, de construcción “por arriba”? Y en ese sentido, ¿cómo se estructuran esas relaciones de poder?
Lo que tenemos que tener muy en claro es que el patriarcado, el machismo, es un gran enemigo del pueblo, de la justicia social, y no está solamente afuera y en las grandes corporaciones, sino que lo tenemos en todas nuestras organizaciones populares. Y si no somos conscientes de eso, difícilmente podamos generar la trasformación de fondo que nos hace falta. Creo que es muy difícil incorporar esta mirada y poder transformarla, y eso hace que en las organizaciones populares donde las mujeres estamos fuertemente se tienda a que estén en las tareas concretas y los hombres estén en los lugares de decisión.
Y suele pasar algo a lo que tenemos que estar muy atentas: cuando empieza a haber ajuste, empieza a haber pobreza, se da un fenómeno que es la feminización de la pobreza, y de la mano de ese proceso se da la feminización de las organizaciones; pero inmediatamente después de que empezamos a tener una construcción, que empezamos a tener una organización territorial, las mujeres estamos haciendo al comida y los hombres se están reuniendo a discutir cuál será la política.
Creo que no tenemos que disociar lo que ocurre con las grandes referencias políticas de lo que ocurre con cada una de nuestras compañeras en cada uno de los lugares, territorios, espacios, organizaciones populares, donde se replican constantemente estos estereotipos y estos patrones, no solamente injustos sino que incluso empobrecen las políticas. Si no miremos cuántas referentes mujeres tiene cada una de las organizaciones sociales y políticas del campo popular, y hagamos una observación clara de qué rol ocupa cada una.
-Retomando lo de relaciones de poder, ¿cuál es tu mirada sobre las denuncias públicas y sistemáticas que están empezando a hacer mujeres que han sido abusadas o violentadas por líderes de diferentes lugares; este corrimiento de lo que se pretendía como “vida privada” hacia lo público?
Hay algo como muy maravilloso, y de lo que tenemos que sentirnos orgullosas en la Argentina, que es haber podido lograr una cantidad de políticas públicas y de leyes durante todos estos años respecto de los derechos de las mujeres, que fueron llevadas adelante e impulsadas por miles de mujeres en todo el territorio. En nuestro país se da, extrañamente, un encuentro de mujeres cada año desde hace más de treinta. Y por otro lado, creo que parte de ese movimiento fue lograr no sólo visibilizar sino también generar una consciencia muy fuerte en toda la sociedad respecto de la violencia hacia las mujeres. De hecho creo que el “Ni una menos” es una expresión grande eso, y que tiene que ver con toda esta experiencia de las mujeres a lo largo de la historia y a lo largo y ancho de todo el país.
Creo que nada ha sido menor y que nada es menor de todo lo que hacemos, aun cuando obviamente desde todo el sistema se vuelve a tapar y a generar las condiciones de violencia hacia las mujeres. Pero hoy tenemos una posibilidad que es no solamente la de denunciar lo que ocurre, sino también justamente hacerlo público para visibilizar lo que hablábamos antes: acá el patriarcado nos atraviesa a todas, a todas las organizaciones y a todas las clases sociales. Justamente un movimiento como el rocanrol –que es un fenómeno de protesta, fuerte, que habla de crisis y de cosas que hay que modificar– está hoy sufriendo, por ejemplo, grandes denuncias en distintas bandas que hay que tener en cuenta, porque justamente habla de esa construcción de ese poder y de empezar a desandar eso. Desarmarlo requiere de muchas redes y mucho acompañamiento y hermandad por parte de todas, seamos de donde seamos.
Creo que ante esto que se empieza a dar, hay otro fenómeno que me parece importante tener en cuenta. Así como se empiezan a dar estas denuncias, hay también tipos de la política como Ottave, o Urtubei, que hacen uso de determinadas mujeres consideradas como estereotipo de la moda, estigmatizadas, para hacer prensa púbica, para aparecer en los medios de comunicación y hacerse conocidos. En ese sentido están también Insaurralde, Redrado, Losuteau… podríamos encontrar un montón de otros. Pero así como están estas cosas, estamos también nosotras rodeando y acompañando por las denuncias que se hacen y que son sólo el comienzo de muchas más.
-Con un gobierno que recorta derechos sistemáticamente, y sobre todo a mujeres, ¿cuál sería tu mensaje para las mujeres que se organizan para luchar todos los días contra las violencias?
Creo que las mujeres no tenemos que confiar en un gobierno como este, que es un gobierno de ajuste, porque como decía antes, cada vez que hay ajuste hay pobreza y cada vez que hay pobreza somos nosotras las primeras damnificadas. Sobre todo cuando se cierran programas que tienen que ver con nuestros derechos, nuestra salud, nuestra educación; lo que tiene que ver con trata completamente acotado y achicado. Qué puede hacer un gobierno contra la trata cuando no tiene contradicciones, sino que ellos mismo esclavizan personas en los talleres textiles, son ellos mismo los que tienen vínculos directos con personas relacionadas con la trata con fines de explotación sexual.
Y también creo que tenemos que estar atentas a que nuestro rol no sea un rol secundario en las nuevas luchas y que estemos conscientes de que lo que se ha conquistado hasta acá tiene que ver con la participación de las mujeres en todos estos años, y que todo lo que se vuelva a conquistar y que todo lo que se resista también va a tener que ver con cuánta participación tengamos las mujeres. Revisar estas prácticas machistas dentro de nuestras organizaciones no es menor para poder conseguir cualquier avance en los próximos años, para poder lograr organizaciones estables que puedan dar cuenta de los nuevos fenómenos que va a haber en la Argentina.
Y por último, en tiempos difíciles como estos que se abren para Nuestra América, creo que lo que debemos hacer es volver a confiar en nosotras mismas, retomar lo mejor de nosotras, lo mejor de lo que sabemos hacer cuando nos unimos, cuando estamos juntas, cuando nos damos fuerza, cuando levantamos nuestra autoestima, y retomar lo mejor de nuestra historia. Tenemos miles y miles de mujeres bellas, hermosas, luchadoras, a lo largo de la historia y tenemos que recuperarlas porque es desde ahí desde donde vamos a recuperar la fuerza, esa es nuestra savia, eso es lo que nosotras somos. Y ante este tiempo tan difícil tenemos que nutrirnos de eso que son las mejores luchas y mejores experiencias de insistencia, que es lo que tenemos en nuestra patria.