Sin Fronteras

Una triada de actores ha logrado, como nunca antes, instalar en todo el mundo una imagen distorsionada de la realidad venezolana, o al menos de las razones de lo que allí ocurre. Un manipulado sentido común que fue impuesto por: a) la gran prensa cartelizada; b) el poder político que comanda la ofensiva, principalmente EEUU y sus gobiernos súbditos; y c) la creciente diáspora venezolana, de amplia mayoría antichavista.

Si por un momento diéramos crédito a las acusaciones de pertenecer a grupos armados contra prestigiosos y respetados líderes sociales (o, en ocasiones anteriores, contra reconocidos académicos o defensores de derechos humanos), ¿eso no legitimaría a las guerrillas? Un método inconsistente, cada vez más ineficaz.

Este martes los ministros del Superior Tribunal de Justicia (STJ) rechazaron por unanimidad el pedido de habeas corpus preventivo del ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores (PT) que busca evitar su prisión tras la condena en segunda instancia.

En la frontera pudo respirarse un aire de convivencia y fraternidad bien distinto al que agitan gobernantes y medios de comunicación. El desafío: revertir la matriz de enemistad que instalan quienes hacen negocio con la guerra.

En Bilbao, País Vasco, una gran movilización exigió la repatriación de las y los presos políticos confinados en España y Francia. Lo que sigue es una narración en primera persona de un hecho de trascendencia internacional que, sin embargo, ocultaron los principales medios de América Latina.