Opinión

El próximo 1 de octubre la Generalitat (gobierno regional de Cataluña), con la aprobación del Parlamento regional, ha convocado un referéndum en el que se le consultará a los electores la siguiente pregunta “¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente en forma de república?”.

El próximo domingo Alemania, la locomotora de Europa, tendrá elecciones donde más de 62 millones de habitantes elegirán a los 630 miembros del Poder Legislativo, el famoso Bundestag, donde las distintas fuerzas políticas elegirán a la próxima o el próximo Canciller hasta el año 2021.

En los últimos años, la dialéctica nacionalista España-Cataluña ha dado un salto cualitativo histórico. Ha pasado de ser visto como un conflicto jurídico y cultural a convertirse en un conflicto político y social. Ahora en los bares se discute (cuando no de Venezuela) sobre qué juristas deben debatir las competencias del gobierno catalán o sobre los políticos que ponen flores a Francesc Macià cada 11 de septiembre. Los balcones están con banderas españolas y catalanas y centenares de miles de personas van a las calles el día de la Diada. ¿Cuál es la esencia de que las discusiones hayan pasado de la élite política a la base social, hablando tipológicamente? La rigidez institucional española.

Este lunes llega a la Argentina el Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu. Uno de los políticos más de derecha de los últimos años de la política israelí y ferviente defensor del expansionismo sobre las tierras de Palestina. Su gobierno viola constantemente los derechos humanos de los palestinos y los tratados internacionales que condenan la política de Israel.

Ya son más de 50 años de lo que fuese la fundación del Frente Unido del Pueblo, plataforma dirigida y organizada por el sacerdote y guerrillero Camilo Torres Restrepo, escenario de convergencia que irrumpió en el panorama político frente nacionalista de la agitada década de los sesenta en Colombia. Experiencia que al sol de hoy trae algunas discusiones y propuestas que se asemejan y posiblemente puedan potenciar la nueva apuesta política de las Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), nuevo nombre con el que se presentara una de las insurgencias más antiguas del hemisferio occidental y con la cual el gobierno colombiano llegó a un acuerdo de paz el 24 de noviembre de 2016 en el Teatro Colón de la ciudad de Bogotá.

Cuando asumió Macri, y la violación y abandono de los Derechos Humanos fue inminente, pensé: este gobierno va a durar hasta que nos meta el dedo en la yaga a todos los Argentinos. Porque puede joder con muchas cosas, pero hay algo que no dejamos pasar nunca por la historia y la memoria construida en la Argentina: la violación a los Derechos Humanos.

El mayor atentado terrorista que ha sufrido la ciudad de Barcelona en el siglo XXI ha tenido sus escalofriantes consecuencias negativas que son reiteradas en los medios de comunicación. 15 muertos de diversas nacionalidades, algunos tristemente menores de edad, y decenas de heridos ha producido un sentimiento de escalofrío y dolor apabullante. Posiblemente un dolor que viven diariamente otros pueblos lejanos.

La organización “Tradición, Familia y Propiedad” nació en 1960 en Brasil, inspirada en el libro “Revolución y Contrarrevolución” de Plinio Correa de Oliveira, que propuso un marco teórico, que bien puede asociarse a los principios del fascismo.

Las mujeres bolivarianas, como Manuela Sáenz, están liberando al pueblo libertador. Rehacen la historia en clave colectiva. Y con ellas, laten nuestros corazones rebeldes. Con quienes han hecho del “chavismo bravío”, no un eslogan de culto patriarcal, sino una apuesta a la libertad, desde abajo, desde las comunas socialistas y feministas.