Por Francisco Pérez Regoli. En el contexto de profunda crisis que afronta España, el último 11 de septiembre en la celebración de la Diada Catalana (día oficial de Catalunya) las calles de Barcelona fueron colmadas por un millón y medio de manifestantes que reclamaron libertades políticas.
La crisis económica en España ha hecho aflorar antiguas rivalidades entre Catalunya y el Estado español. En momentos en que el gobierno de Mariano Rajoy profundiza las medidas de austeridad fiscal y ajuste económico para salvar el capitalismo español y europeo, las manifestaciones autonómicas e independentistas han crecido en popularidad y participación. Es en este contexto que los catalanes han generado la mayor manifestación explícitamente independentista de la historia de la región.
Los casos de Catalunya y Euskal Herria (País Vasco) son quizás los ejemplos más resonantes de una realidad compleja, la de distintas regiones en donde la dominación estatal española nunca logró construir definitivamente una referencia nacional hegemónica entre los habitantes de estas tierras. Desde la caída del franquismo ha habido denuncias sobre la continuidad de políticas represivas hacia la diversidad cultural y lingüística de estas regiones, a la vez que proscripción y persecución política contra los defensores de la autonomía e independencia de estos territorios. Pueblos con culturas, tradiciones, lenguas y sentido de pertenencia propios han exigido durante siglos el derecho a la autodeterminación frente al centralismo madridista, reivindicación que ha ganado nuevo impulso dada la crítica situación de la economía española.
Para distintos actores de este conflicto la posibilidad del secesionismo aparece como una opción seductora, pues implica desembarazarse de pesadas cargas de la crisis española y ganar en poder económico y político. Pero aunque Catalunya es la primera economía regional del país, la separación aparece como una decisión arriesgada y costosa, pues implica numerosas consecuencias relacionadas con la Comunidad Europea (CE), sus instituciones políticas y acuerdos económicos vigentes. Sólo por dar un ejemplo, frente a una virtual escisión del territorio catalán o vasco, Madrid amenaza con tomar duras represalias: aislamiento económico y político inmediato, lo que incluiría el veto al ingreso de los nuevos Estados a la CE así como a la utilización del euro.
De todas formas el pronóstico no es alentador para los centralistas, que ya se preparan para una previsible derrota en tierras vascas en las próximas elecciones y asisten consternados al remozado ímpetu catalán, otrora un moderado nacionalismo que representaba un problema de orden menor. Sin embargo durante la última semana la situación ha cambiado con la enorme manifestación independentista que introdujo en el debate la posibilidad para Catalunya de convertirse en un nuevo Estado, distinto al español.
Hasta el mismísimo presidente de la Generalitat (gobierno catalán), Arthur Mas, declaró su apoyo a las manifestaciones, argumentando que “hay pueblos, como Catalunya, que se sienten nación y esto no lo van a cambiar por una Constitución, ni por declaraciones por muy alto rango que tengan, ni por presiones ni metiendo miedo. No lo cambiaron ni las dictaduras”. Posteriormente a las manifestaciones del 11-S, Mas expuso durante una reunión con Rajoy las intenciones de negociar las capacidades autonómicas de la región a través de un nuevo pacto fiscal, que otorgue a Catalunya dependencias de hacienda propias, para generar recaudación y luego aportar al Estado central una compensación variable; tal como sucede en la Comunidad Autónoma Vasca. Ante este pedido el presidente español dejó bien claro que el gobierno rechaza todo tipo de nuevo pacto fiscal con Catalunya y que no está dispuesto a discutir el tema ni ahora, ni mañana, ni dentro de tres o cuatro meses.
Habló el fútbol
Tan solo una semana después de la multitudinaria manifestación del 11-s se escuchó la palabra de referentes del Barcelona FC, considerado actualmente el mejor equipo del mundo y, por supuesto, un símbolo y orgullo de los catalanes. El multicampeón y último director técnico del equipo, Pep Guardiola, envió desde Nueva York su apoyo a la campaña independentista mediante un video, donde dice, sosteniendo una papeleta simbólica de votación por la autonomía, “aquí tenen un mes” (aquí tenéis uno más). Por su parte el presidente de la institución culé, Sandro Rosell, declaró “en el momento en que Catalunya decida que la independencia es lo mejor, el Barça estará a su lado” generando un importante revuelo en el mundo futbolístico, aunque se apresuró a aclarar “el Barça en Catalunya independiente jugaría la Liga española, como el Mónaco en Francia”.
Asimismo durante el último partido del Barcelona por la Champions League contra el Spartak de Moscú se escucharon bajar de las gradas del mítico “Camp Nou” coreos independentistas de los fanáticos catalanes, cosa que no había sucedido sino en contadas y muy especiales ocasiones, como presentaciones de la selección catalana.