Camila Marins es candidata a diputada nacional por el Partido de los Trabajadores (PT) en Río de Janeiro. Es periodista, feminista, negra y activista por los derechos humanos. Con ella, el Congreso Nacional de Brasil podría tener por primera vez una diputada abiertamente lesbiana. O, más bien, como dijo en entrevista con Marcha Noticias, “sapatão”, una forma en portugués de reivindicar la identidad lesbiana y “torta”. Es, además, editora de la Revista Brejeiras, publicación cooperativa hecha por y para lesbianas.
Por FrancisLópes, Rocío Prim y Mariángeles Guerrero
Traducción: Luiza Mançano
La postulación de la carioca Camila Martins surgió a partir de una reunión de los movimientos sociales lesbianos en la Casa de las Pretas, el último lugar en donde Marielle (Franco) estuvo previo a su asesinato político. En ese encuentro entendieron que se necesitaba una candidatura LGBT+ para hacerle frente a la extrema derecha en 2022. Una derecha que, como la misma candidata define, “ataca a la población LGBTQ+, a la población negra y a las mujeres”.
Para Marins, gobiernos como el de Jair Bolsonaro ponen en marcha un “proyecto de militarización de la vida que promueve el genocidio en las favelas y en las periferias”.
—¿Por qué las lesbianas y negras tienen que llegar al Congreso Nacional?
—Nosotres nos cuestionamos qué tipo de democracia queremos. No queremos tanques de guerra ni que se promueva el genocidio en las favelas. Yo soy una sapatão negra que disputa una banca en el Congreso Nacional, que es uno de los parlamentos más conservadores de la historia del Brasil desde la dictadura cívico militar, con una extrema derecha que está conformada por la bancada del buey, la bala y la biblia (N de R: que representan en el Legislativo al sector del agronegocio, a quienes son pro armas y la injerencia de las iglesias en el Estado). Nosotras queremos hacer un cambio muy fuerte hacia la izquierda para avanzar porque en nuestro Parlamento nunca fue aprobada una ley específica para la población LGBT+. Todos los derechos que la comunidad conquistó fueron por la vía judicial y ya es hora de cambiar ese juego. Debemos cambiarlo porque hasta ahora son los hombres blancos, cis-hetersoxuales y ricos de la extrema derecha los que están en los lugares de decisión. En ese camino buscamos también incentivar las candidaturas de las “tortas” negras para avanzar en nuestros derechos cada día más, por y para los movimientos sociales. Nosotras queremos un Parlamento por y para la democracia, para que la gente tenga derechos, para que la población LGBT+ dispute un proyecto de reivindicación que no comenzó ahora, sino con un profundo proceso de violencia fruto de la colonización que provocó el genocidio de la población negra en el Brasil indígena y que ahora se puso en práctica en las favelas y en las periferias de Río de Janeiro.
—En tu campaña y en tu programa hacés referencia a la historia de Luana Barbosa y el lesbocidio que sufrió a manos de la policía, ¿por qué considerás importante que el Congreso de la Nación tome esta reivindicación?
—El asesinato de Luana fue un hecho más en el marco de la militarización de la vida y por eso impulsé una ley con su nombre, para luchar contra el lesbocidio en el Estado de Río de Janeiro. El proyecto ya se aprobó en Niteroi (município dentro de Río de Janeiro). Luana Barbosa fue una madre, negra, periférica, brutalmente asesinada por la violencia policial, una violencia que ataca a las mujeres, porque somos nosotras las víctimas de la violencia del Estado. Aquí, en Río de Janeiro, la gente tiene un gobernador [Claudio Bomfim de Castro] que destina 12 billones para comprar armas y municiones. Es la principal inversión del presupuesto para lo que llama la “seguridad pública”. A través de esa política promueve el genocidio de la población. En cuanto a salud y educación, los presupuestos están muy bajos. Entonces la principal disputa va ser el presupuesto público. Solamente el 0,2% se invierte en cultura y 8 billones en salud. Hay una inversión en las armas que responde a un lobby internacional. Quiero llegar al Congreso Nacional para disputar la militarización de la Cámara, el presupuesto público y la lógica política que se coloca siempre en favor de la industria de las armas y del agronegocio. Nosotres queremos cambiar el presupuesto público a favor de la agricultura nacional para atacar el hambre, el desempleo, la política social y la asistencia social que está completamente devastada.
—En 2016 fue justamente en el Congreso de la Nación que se gestó el golpe contra la entonces presidenta Dilma Rousseff. ¿Cuál tiene que ser el rol de esta institución de ahora en adelante?
—Lo que la gente precisa es que gane Lula en la primera vuelta este domingo 2 de octubre. Necesitamos, también, elegir una bancada enorme de diputados y diputadas de izquierda y del campo progresista porque no podemos aceptar que otro golpe suceda como sucedió contra la primera mujer presidenta de este país. Fue un golpe misógino y machista que no tenía una acusación formal contra ella. Fue un golpe basado en fakenews y en discursos de odio sustentados por los medios y por el Poder Judicial. Por eso necesitamos una bancada muy grande, de trabajadores, de mujeres, de indígenas, de quilombolas, de población negra y LGBT+ para que podamos avanzar. Tampoco podemos seguir teniendo bancadas de izquierda que están conformadas por hombres blancos y cis. Nosotres necesitamos nuestros cuerpos en estos espacios para poder hacer una política radical de transformación social. Además de ayudar al gobierno de Lula tenemos que exigir muchísimo desde los mandatos parlamentarios, para presionar al Ejecutivo y hacer avanzar las leyes, porque si lo hacemos solo desde el Congreso no vamos a lograr nada.
—¿Cómo se sigue más allá de que seas electa como diputada nacional?
—Nuestra lucha política no para. Vamos a seguir luchando por nuestro propósito. La campaña electoral ayudó mucho a construir y a consolidar una base de militancia de mujeres “tortas” negras muy fuerte. Nosotras apuntamos al 2 de octubre pero independientemente del resultado, sea electa o no, estamos pensando en la creación de una escuela popular feminista de formación política para nuevos cuadros de mujeres y LGBT+ que quieren ser candidatas. También queremos inaugurar una escuela popular feminista y una colectiva de comunicadoras populares “tortas” para que la gente avance y pueda seguir en esta organización. Desde la revista Brejeiras, hecha por y para lesbianas, queremos hacer avanzar este colectivo de comunicadoras populares para apoyar a otras mujeres y a otras candidaturas que, como la nuestra, estén atravesadas por la precariedad y las dificultades para hacer campaña. Queremos acompañar a otras en sus procesos de politización para las próximas elecciones y para la lucha política de los movimientos sociales en las calles.
—La alianza conformada por el Partido de los Trabajadores involucra a partidos y organizaciones de distintos colores políticos. Incluso contiene en la fórmula a Gerardo Alckmin, un personaje político más bien vinculado al sector de la derecha liberal. ¿Qué lugar van a tener las candidaturas negras y LGBT+ en ese marco?
—Somos mujeres, mujeres negras y LGBT+ que estamos fuera de las mesas de negociación y de la decisión de las alianzas. Quienes se instalan ahí son los hombres con sus vasos de whisky y sus puros. Queremos presionar para tener una política de alianzas en este momento de enfrentamiento a la extrema derecha y a la militarización. Pero no podemos romantizar estos acuerdos (N de R: en el sentido de que no se pueden ver como perfectos). Después del 2 de octubre vamos a tener que presionar y ampliar, porque claramente en una política de alianzas hay intereses de todos lados: para la política económica, por ejemplo. Por eso en mi disputa defiendo el presupuesto público, que es fundamental. Quiero disputar la política económica porque no se puede consentir que Brasil sea un favorecedor del agronegocio, de la militarización y del genocidio de la población indígena. No se puede consentir la flexibilización de la posesión de armas, de la minería y que no haya derecho a la tierra. Candidaturas como las nuestras, de mujeres, de mujeres negras, son necesarias para desestabilizar esa política de alianzas que muchas veces camina hacia el liberalismo.