Por Francisco Longa
Además de poner el foco en la inauguración de obra pública y el decomiso de drogas, el gobierno nacional implementó medidas destinadas a fortalecer la demanda. ¿Las necesidades económicas torcieron los planes originales del oficialismo?
No hacía falta que se revelara el consejo de Jaime Durán Barba a los integrantes de Cambiemos –que eviten hablar de economía–, para descubrir que el aspecto económico muestra un fuerte déficit del gobierno nacional. Prácticamente todos los indicadores macroeconómicos son negativos para las mayorías, mientras que se muestran vigorosos para sectores minoritarios como el agro y el financiero. En otros segmentos la economía muestra ejemplos de crecimiento sin desarrollo: la venta de automotores, por caso, aumentó en un 32,4% respecto del primer cuatrimestre de 2016. Sin embargo, en marzo la producción nacional de automóviles cayó un 13,2%. Esto se explica por la rebaja en los precios de autos importados desde Brasil, donde la crisis económica es más fuerte aún que en nuestro país.
Además, mientras aumentan la pobreza y las personas en situación de calle, cae la inversión extranjera directa, precisamente aquella piedra basal desde la cual debería venir el crecimiento según la receta del gobierno. La reciente salida de Juan Procaccini del comando de la Agencia de Inversiones muestra el fracaso en la ‘lluvia de inversiones’ que el gobierno anunció.
Ante esta situación, la mayoría de los análisis sostiene que el gobierno apunta a poner en el centro de la campaña electoral algunos ejes políticos, como la lucha contra el narcotráfico y la realización de obra pública, mientras que deja a la economía en segundo plano. Esto es una realidad apenas parcial.
Es evidente que el gobierno prioriza comunicar aspectos que no responden al campo económico. Cuenta para ello con algunos elementos novedosos. Luego de casi un año y medio de gestión, sea por los tiempos burocráticos que demanda poner en marcha las obras, o por una renovada vocación de realizarlas, hoy se comienzan a comunicar las puestas en marcha de algunas obras públicas como el Metrobus de La Matanza, o la ampliación de la autovía Nº 8 hasta Pergamino. No sabemos aún si estas obras serán más o mejores que las realizadas por el kirchnerismo, pero las inauguraciones de obras de Cambiemos cuentan ahora con un aparato mediático de difusión imponente.
Respecto de la lucha contra el narcotráfico, algunos números oficiales indican que los decomisos han aumentado respecto de años anteriores: en los cinco primeros meses de 2017 se incautó más cocaína que en todo 2016. También hay que aclarar que según la SEDRONAR, el consumo de drogas ilícitas se duplicó entre 2010 y 2017. Pero lo que sin dudas también aumentó es la parafernalia mediática que muestra y televisa constantemente estos operativos, incluso los de menor cuantía.
No hace mucho se difundió con bombos y platillos un operativo anti drogas –supuestamente exitoso– en General Pacheco, en la provincia de Buenos Aires. La policía informó que se allanaron cerca de diez viviendas, donde se incautaron apenas diez mil pesos y 1 kilogramo de marihuana. No hace falta ser un experto en narcotráfico para darse cuenta que ese tipo de operativos apunta casi exclusivamente a la venta, al menudeo, es decir al último y más débil eslabón de la cadena narco. Que en diez viviendas allanadas pueda ostentarse la exigua suma de diez mil pesos incautados, habla en última instancia de la modestia de los ‘narcos’ en cuestión. No obstante, es probable que estos operativos y las obras públicas mencionadas, generen simpatía en gran parte de la población.
No vives de política
Pero más allá de estos ejes políticos, sería un error creer que el gobierno es tan ingenuo como para depositar sus expectativas electorales únicamente en la simpatía con las medidas políticas televisadas. Por el contrario, y apremiado por la situación económica, sorprende ver que Cambiemos ha tomado una serie de medidas económicas destinadas a inyectar liquidez en la demanda, casi al estilo del denostado ‘populismo’. La promoción de descuentos del %50 del Banco Provincia en compras en supermercados, con un tope de reintegro de $1500, y la nueva línea de préstamos blandos para beneficiarias de la AUH, son muestras de esto.
En el primer caso es dinero que sale de las arcas de la provincia de Buenos Aires. En el segundo, estos créditos –que van de los $3000 a los $5000 pesos por hijo/a–, y que se devuelven en hasta veinticuatro cuotas, se financiarán con el fondo de sustentabilidad de la ANSES. Como se ve, muy lejos quedó en la práctica económica la crítica que el macrismo ejerció hacia el anterior gobierno, acerca de que el dinero de la ANSES debía ser utilizado ‘únicamente para los jubilados’.
Estas medidas sin dudas profundizarán el déficit fiscal, que lejos de disminuirse aumentó respecto del año anterior: las cifras de junio indican un 29,5% de crecimiento del déficit interanual entre 2017 y 2016. Pero ¿no forma parte del ABC de cualquier gobierno liberal el reducir el déficit fiscal? Y aún más, ¿no sería ello una meta obligada para Macri, luego del blanqueo de capitales récord?
Ignacio Fidanza analizó este escenario en el sitio web LaPolítica On Line y dejó una pregunta interesante para el gobierno, en clave electoral: “¿nos modernizamos en los años pares y nos volvemos populistas en los impares?”. Quizás llamar populista a un par de medidas económicas destinadas a fortalecer la demanda suene desmesurado, pero sin dudas estas iniciativas económicas se acercan más a un programa keynesiano que a uno liberal, contradiciendo –claro está– al resto de las medidas macroeconómicas tomadas, y al propio libreto oficial.
También es cierto que las imágenes de las largas filas en los supermercados de clientes necesitados de aprovechar el %50 de descuento, ponen en evidencia un escenario bastante crudo acerca de las necesidades básicas en la provincia de Buenos Aires, lo cual podría generar un efecto adverso al deseado por el gobierno; pero en este caso nuevamente la sociedad deberá elegir entre una imagen indeseada o un bolsillo aliviado.
Alguien podría pensar que durante el kirchnerismo, este tipo de políticas formaban parte de un keynesianismo programático o ideológico, mientras que en el caso de Cambiemos parece ser apenas un transitorio ‘keynesianismo de emergencia’. Pero esto último supone que el gobierno está pensando en un electorado en extremo cortoplacista al momento de dirimir sus simpatías; octubre tendrá la última palabra respecto del éxito o el fracaso de este y del resto de las políticas tomadas por el gobierno.