Entre la nube tóxica y las inundaciones los porteños volvieron a experimentar un colapso de la ciudad. Problemas estructurales y políticos que se desentienden. Los reclamos de los vecinos, estigmatizados por los medios.
El día arrancó complicado desde temprano en Buenos Aires. A la mañana el microcentro apareció cubierto por una nube tóxica provocada por el incendio de un contenedor estacionado en el puerto de Buenos Aires, proveniente de China y en viaje hacia el Paraguay. Cuando se empezó a sentir un olor extraño y penetrante cundió la preocupación entre los trabajadores y habitantes de los barrios más céntricos. Edificios enteros fueron evacuados y escuelas cerradas, mientras, pudieron verse personas adquiriendo barbijos para protegerse. A medida que el viento fue soplando hacia el sur también barrios del gran Buenos Aires fueron afectados. Recién a eso de las once de la mañana Sergio Berni, el secretario de Seguridad de la Nación se hizo presente en el lugar del incendio vestido con un llamativo traje protector y declaró que la sustancia quemada era de baja peligrosidad y que la situación estaba bajo control.
Más tarde se supo que la sustancia que había ardido era un agroquímico llamado Thiodicarb, considerado de moderada toxicidad según las clasificaciones que llevan estos productos. De todas maneras la inhalación de esta sustancia puede generar complicaciones en la salud de las personas, principalmente irritaciones en la mucosa y la piel. Y en casos más severos puede derivar en nauseas, vómitos y hasta desmayos. Es por eso que los hospitales recibieron numerosas consultas en el día de ayer de personas afectadas por el humo.
Las causas del incendio aún se desconocen, lo que lleva a preguntarse qué otras sustancias tanto o más peligrosas se almacenarán en el puerto de Buenos Aires, tan cerca del lugar de trabajo de cientos de miles de personas en el centro de la ciudad. Por otro lado la socióloga Norma Giarraca afirmó a través de su cuenta de twitter que “pasamos de 10 mil litros de agroquímicos en 1950 a 3 millones en los 70 y a 370 millones en los últimos años”. En realidad el modelo de agricultura industrial que se aplica en la mayor parte de los campos de nuestro continente utiliza estas crecientes dosis de agroquímicos, lo que genera dolorosas consecuencias en las poblaciones vecinas a los campos sembrados. Además en este caso estamos hablando del Thiodicarb, que si bien fue considerado de “baja peligrosidad” se encuentra en una lista de sustancias prohibidas o rigurosamente restringidas de la Unión Europea desde el año 2007.
Pero tras el descenso de la nube tóxica sobre Buenos Aires se desató una imponente tormenta que desnudó una vez más las falencias en la infraestructura dela Ciudad de Buenos Aires. Calles anegadas, túneles inundados y el cierre obligado de las líneas de subterráneos provocaron el habitual colapso del transporte en las avenidas de la urbe. Como ocurrió con las últimas grandes lluvias los barrios más afectados fueron Belgrano, Villa Urquiza y Núñez.
Mauricio Macri, el jefe de gobierno porteño, aseguró que “hace 63 años que no sucedía una lluvia de esta magnitud”. “Lo que está pasando es producto del cambio climático, hoy mas que nunca todos tenemos que comprometernos con la agenda verde, con el cuidado del medio ambiente y con reducir las emisiones de gas”, concluyó. Pasando a las tareas pendientes Macri afirmó que “quedó demostrado con el Maldonado que si se hacen las obras bien las cosas tienen solución, no son imposibles, hay que aplicar bien el presupuesto público en lo que hace falta”. Curiosamente Juan Cabandié, el jefe de la bancada de legisladores porteños del Frente para la Victoria apuntó al mismo problema: dijo que las inundaciones “son consecuencias de no haber ejecutado los presupuestos para obras hídricas”. Y aclaró que “de 223 millones de pesos de presupuesto específico para la red pluvial, sólo se ejecutaron ocho millones de pesos”, y además resaltó “el atraso de tres años” en la obra del Arroyo Vega-Medrano que provoca las inundaciones en el barrio de Belgrano. A su turno el jefe de gabinete porteño, Horacio Rodríguez Larreta acusó al gobierno nacional de negar la autorización para que la Ciudad de Buenos Aires pueda endeudarse con el Banco Mundial para encarar esa obra.
Finalmente la jornada también incluyó el conflicto entre vecinos del Barrio Mitre de la capital y el centro comercial Dot Baires, ubicado en el barrio de Saavedra. Los vecinos se movilizaron a protestar a las puertas del centro comercial porque denuncian que cuando llueve el Dot desagota el agua a través de una calle lateral que produce la inundación de sus casas. Ante la llegada de los vecinos, la seguridad privada y efectivos de la Policía Metropolitana impidieron el ingreso de los manifestantes al centro comercial y se produjeron pequeños disturbios. Los vecinos de este barrio de extracción humilde reclamaban colchones y alimentos, en medio de la opulencia de unos de los íconos de la Buenos Aires del consumo suntuario. Será quizás por esa razón que en buena parte de los principales medios de comunicación la noticia trascendió con titulares como “Protesta, pánico y vidrieras rotas en el Dot Baires Shopping” (Clarín), “En medio del diluvio hubo disturbios en el Dot Baires” (La Nación) o “Incidentes en el shopping DOT por intentos de saqueo” (Tiempo Argentino). El dueño de este centro comercial es el grupo IRSA, que controla el Banco Hipotecario y es uno de los principales terratenientes urbanos de Buenos Aires. No casualmente se trata de la empresa que está detrás del polémico proyecto apoyado por macristas y kirchneristas de construir un barrio de lujo junto a la ex Ciudad Deportiva de Boca Juniors en la Costanera Sur.