Por Noelia Leiva. La familia de una joven que fue secuestrada por una red de proxenetas en 2013 sufrió daños en su casa, justo cuando le quitaron la custodia policial. En el mismo distrito casi una semana antes desapareció una adolescente, que aún buscan.
Así como la Justicia patriarcal consideró que un femicidio fue promovido por ‘acción violenta’ o que una violación se originó por la minifalda de la víctima, también calificó de “paranoia” a los temores de la familia de Milagros, una joven de Almirante Brown que estuvo secuestrada por una red de trata con fines de explotación sexual. Luego de sucesivas amenazas, sufrió un atentado en su domicilio, que comprobó que no se trataba sólo de miedos. Fue casi una semana antes que en Glew, una localidad de ese distrito, desapareciera otra chica que aún se busca.
El caso de Milagros se remonta a mayo de 2013, cuando toda la comunidad del sur del Gran Buenos Aires se hizo eco a través de afiches en la vía pública y las redes sociales de la necesidad de que la muchacha, que entonces tenía 14 años, volviera a casa. Cuando logró reencontrarse con sus seres queridos narró lo peor: había sido secuestrada y violada durante alrededor de 10 días por una red de proxenetas que, sospechan, actuaba en complicidad con la Comisaría 2 de Burzaco.
Los fantasmas de la connivencia se repetían cada vez que autos sospechosos circulaban por su antigua casa o que Silvia González, mamá de la joven, era advertida de que si seguía exponiendo el caso públicamente iba a haber consecuencias. Incluso, intentaron secuestrar a otro de sus hijos. Hasta que consiguió mudarse de barrio, lo que para los responsables judiciales fue herramienta suficiente para proteger la integridad del grupo familiar, por lo que le quitaron la custodia que le habían asignado. Pero no.
El sábado 28 último tiraron “una bomba molotov, se incendiaron los cables y el techo” de su hogar, graficó la mujer, entrevistada por Che Barracas. Se suponía que la nueva residencia era secreta para que los tratantes no volvieran a atacar, pero ella sospecha que “la información trascendió después de una reunión con el intendente” del distrito browniano, Daniel Bolettieri. La ausencia de vigilancia policial fue defendida por las autoridades bajo el argumento de que “el barrio es tranquilo”. Evidentemente no tanto.
Según describió Silvia, a metros de su vivienda hay personas con autos de valor, por lo que si se hubiera tratado de un intento de robo había otros bienes mucho más ‘interesantes’. Por eso es que está segura de que fue un mensaje claro y no una trampa de su mente, como aseguran desde el ámbito judicial. Los actos cómplices y machistas ya se habían registrado antes, como por ejemplo cuando realizaron la denuncia por la desaparición de la muchacha: “Se habrá ido con su novio”, le habían dicho en la comisaría browniana, según relató entonces ante Marcha.
Milagros, que convive con una discapacidad mental leve, atravesó varios intentos de suicidio tras los hechos violentos que fue obligada a vivir, por lo que cumplió hasta julio un tratamiento neuropsiquiátrico con internación, y no sin varias irregularidades desde la gestión oficial. Hace unos 16 meses, ella se hizo amiga de una chica que solía andar por su barrio y un día la invitó a su casa. La llevó hasta Alejandro Korn, en San Vicente, y allí fue captada por la red de proxenetas.
Su madre aseguró que, tras haber sido “abusada por muchas personas” y “obligada a ponerse polleritas y camisas” fue llevada a Betharram, en Almirante Brown, y a la villa 1.11.14 de Bajo Flores “a ser subastada”, describió González en mayo último. Pese a sus declaraciones y a la de su hija en Cámara Gesell, todavía no son consideradas querellantes. “No sabemos qué está investigando el Juzgado Federal 1 de Lomas de Zamora”, acusó durante la entrevista radial.
Gladys tampoco está
Ocho días antes del episodio que atravesó la familia González, en el mismo distrito otra joven desapareció y desde entonces se la busca. Gladys Flores Calisaya es boliviana, tiene 18 años y se fue de su casa en Villa París, Glew, sin dejar rastros.
Según transmitió ese colectivo local, el esposo de la muchacha aseguró que Gladys había cerrado su cuenta de Facebook horas antes de que se dejara de saber de ella, aunque reconoció que él también tenía contraseña. Hasta este jueves, no había órdenes de buscarla en los hospitales. Las vecinas consideran que la declaración del marido puede ser una herramienta que tomó la Justicia para sospechar que ella se fue por propia voluntad y no ponerse al servicio de dar con ella.
La joven es de contextura delgada, pesa unos 55 kilos y mide 1,60 metros. Tiene ojos negros, cabellos oscuros y largos, no posee tatuajes ni piercing. La última vez que se la vio vestía un saco verde, calzas negras y zapatillas negras. Para quienes puedan aportar información, los teléfonos son 15- 5846- 5110 y 15–6426- 5730.