El Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra -MST- lucha desde hace más de 35 años por la reforma agraria en el vecino país, contra del proceso de desarrollo capitalista de la agricultura. Antonio Pereira, popularmente conocido como Toninho, es líder social del MST y nos concedió una entrevista en Suiza para discutir acerca de los desafíos actuales de las y los campesinos brasileros, afectados actualmente por un aumento flagrante de la violencia.
Por Colombia Informa
El MST surgió como resultado de distintos factores socioeconómicos durante la década que comprende los años 1975 y 1985; el periodo de desarrollo capitalista de la agricultura. Este proceso permitió la concentración de la tierra en manos de las grandes empresas transnacionales y nacionales y, en consecuencia, el aumento del campesinado sin tierra.
El movimiento se fundó oficialmente en el mes de enero del 1985, en la ciudad de Curitiba, estado de Paraná, con la participación de 1.500 delegados de todo Brasil. El objetivo: recuperar las tierras y restituirlas a los campesinos, favoreciendo una mejor distribución de la propiedad del territorio brasilero.
La Reforma Agraria en Brasil
La reforma agraria, como concepto general, es el sistema que regula y promueve la división justa de la tierra. Específicamente en el caso de Brasil, la Reforma debe funcionar para reparar siglos de distribuciones injustas de la tierra entre grandes terratenientes. Existe la ley de expropiación, garantizada por la Constitución de 1988, instituida por el Plan Nacional de Reforma Agraria, en virtud del decreto de la Ley N ° 3365, de 21 de junio de 1941, que garantiza el derecho de expropiación de las llamadas tierras privadas, consideradas improductivas.
Desde la llegada a la Presidencia de Jair Bolsonaro, se suspendieron ya dos veces los procedimientos de reforma agraria por el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria – Incra–
-¿Qué está generando el aumento de la violencia en el campo?
El factor principal que lleva al aumento de la violencia en el campo se debe mayoritariamente a la concentración de las tierras en las manos de los grandes grupos económicos, sean de empresas transnacionales o locales. La apropiación de la tierra por parte de las grandes empresas, causa, enseguida, la expulsión de los campesinos y de los pueblos indígenas de los territorios.
En ese sentido, el rol y el mayor trabajo del MST es recuperar esas tierras, para favorecer una justa distribución. Respecto a eso, cabe destacar que Brasil es el 5º país con mayor desigualdad en el mundo. Por eso es fundamental una reforma agraria. Con el MST, en más de 35 años de lucha, hemos recuperado tierras para miles de familias.
Cuando hablamos del aumento de la violencia, no olvidamos que estamos hablando de un gobierno de extrema derecha, el de [Jair] Bolsonaro, que eligió como principal enemigo en el tema agrario al propio el MST. Para debilitarnos, su gobierno crea grandes campañas y utiliza la judicialización en contra de nosotros: así hay dirigentes procesados, presos, y otros asesinados.
Lo anterior ya pasaba durante el gobierno de [Michel] Temer, que tenía la misma línea del gobierno Bolsonaro. Además, con la ley del gobierno Bolsonaro, aprobada el 17 de septiembre de 2019, se permitió usar armas de fuego en propiedades rurales, y eso aumentó la violencia en el campo de forma drástica. Hasta ahora, el dueño de una hacienda sólo podía usar el arma en su domicilio, pero ahora puede hacerlo en toda la extensión de su terreno.
La motivación utilizada para la aprobación de esta ley es la defensa de la propiedad privada: ahora un terrateniente es autorizado a matar en su predio para “defender su propiedad privada”.
¿Con esta nueva ley se estarían armando milicias paramilitares entre los agricultores?
Después del asesinado de Marielle Franco está comprobado que ya había milicias que trabajaban en el gabinete del Gobierno. Las milicias están en el mismo Gobierno, no solamente entre los agricultores, y eso ayuda en evitar la reforma agraria. Con esta ley lo que se gana son nuevas proporciones de las milicias, mucho más grandes y poderosas de las que ya existían.
¿Cuál ha sido la respuesta del gobierno de Jair Bolsonaro?
El Gobierno acabó con todas políticas que se había construido para las agriculturas familiares y para la reforma agraria, incentivos de crédito, comercialización de nuestros productos y apropiación de tierras.
Ahora el Gobierno entrega un título de propiedad privada a la familia para que luego pueda vender su predio, decisión totalmente en contra de la reforma agraria, y un avance hacia la privatización de la tierra.
Otro punto, es el uso de los agrotóxicos, autorizados ahora en Brasil y prohibidos en Europa.
Una verdadera política del Gobierno en contra de la reforma agraria.
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¿Puede profundizar un poco en el tema de los agrotóxicos?
Primeramente, una visita del Relator Especial de la Organización de las Naciones Unidas -ONU- sobre las obligaciones de derechos humanos, relacionadas con la gestión y eliminación ecológica racional de las sustancias y los desechos peligrosos, Baskut Tuncak, es prevista entre el 4 y el 13 de diciembre de este año, justamente para investigar sobre este tema.
Ya es una realidad que el uso de los agrotóxicos afecta la vida de los seres humanos. En Brasil, consecuentemente a eso, varias muertes por cáncer han sido confirmadas por investigaciones científicas.
Nosotros, desde el MST estamos denunciando que la utilización de los agrotóxicos contamina el subsuelo. Las aéreas más productivas de Brasil ya están contaminadas. Sus aguas son envenenadas hasta los 40 metros de profundidad. La situación es muy alarmante y ya ha sido denunciada al gobierno brasileño.
Ahora estamos denunciando eso a órganos de derechos humanos, y esperamos la visita del Relator Especial de la Organización de Naciones Unidas -ONU-.
¿Y cuál es el rol de las las transnacionales?
Sin duda, las transnacionales tienen un impacto directo en la situación actual de Brasil.
Son ellas, por ejemplo, las que tienen tremendos beneficios de los incendios de la Amazonia, para los cultivos de la soja transgénica de Monsanto, y la explotación de la tierra para ganado.
Esa situación no es una novedad que emerge con el gobierno de Bolsonaro. Sin embargo, si antes estas empresas eran más controladas, ahora ya no hay control. Eso coincide con el inicio de los incendios en la Amazonia.
Respecto a eso, el silencio de la prensa brasileña es total. Bajo acuerdos con las grandes corporaciones, nadie denunció estos hechos. Fue la prensa internacional la que empezó a denunciar lo que estaba pasando, y eso favoreció la sensibilización del mundo entero para llamar la atención de la opinión pública sobre la situación de la Amazonia y los daños medioambientales que eso podía engendrar.
A pesar de los conocimientos actuales, y de la atención mundial respecto al tema medioambiental, la prensa brasileña sigue en silencio, tanto en el tema de los incendios como de los agrotóxicos, al igual que la violencia en el campo.
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