Por Daniel Sticotti y Camila Parodi / Foto: Midia Ninja
El pasado miércoles el medio O Globo dio a conocer un nuevo capítulo del proceso político que comenzó con la destitución de la presidente electa de Brasil Dilma Rousseff. En diálogo con Marcha, Renata Mielli, coordinadora general del Foro Nacional por la Democratización de la Comunicación de Brasil, compartió su mirada.
Al días de haberse cumplido un año del golpe de estado que sacudió al país vecino y modificó el tablero político de la región, Brasil vuelve a estar en el centro de atención. Es a partir de las repercusiones que generó el audio publicado por O Globo el pasado miércoles. Este pone en evidencia un diálogo entre el empresario Joesley Batista, dueño de JBS -uno de los mayores frigoríficos del mundo- con el presidente no electo Michel Temer, líder del Partido del Movimiento Democrático Brasileño. Allí, Batista da a entender la existencia del pago de coimas al ex-diputado Educardo Cunha, a cambio de su silencio ante la causa en la que el actual presidente se encuentra implicado. Vale aclarar que Cunha fue el promotor del impeachment que terminó con el mandato de Dilma Rousseff el 12 de Mayo del 2016.
Desde la llegada del gobierno de Temer diferentes factores influyeron para generar la actual crisis político-institucional. La profundización del programa neoliberal que implica la implementación de privatizaciones, la reducción de presupuesto para políticas públicas, la criminalización de la protesta social y de la pobreza, junto a la imagen negativa con la que ingresó el actual mandatario -que ya rondaba el 60% en su comienzo- funcionaron como un cóctel explosivo para desencadenar en el actual escenario. Fue en este contexto que el campo popular decidió mantenerse en las calles para exigir, en primera instancia, la salida de Temer con el llamado a elecciones directas. Y que continuó con un plan de lucha que abarcó desde la ocupación de ministerios hasta lograr la primer huelga general desde 1996, encontrando a millones de trabajadores y trabajadoras organizados en un mismo reclamo. En estos momentos, el pueblo brasilero sigue ocupando las calles exigiendo la salida del gobierno golpista.
A raíz de este panorama la mayoría de las lecturas concluyen en que el actual gobierno del PMDB tiene los días contados. Ya sea, a partir de que Temer presente su renuncia o de que se genere un nuevo proceso de impeachment en el parlamento. Ambas salidas del gobierno golpista darían lugar a tres caminos posibles para definir el desenlace de esta historia, de los cuales dos de ellos se encuentran actualmente en disputa. Por un lado, la oligarquía brasilera en alianza con O Globo, apuesta a la realización de elecciones indirectas entendiendo que tienen a su favor la composición del congreso. Por el otro, está el llamado a elecciones generales que, hace poco más de un año, integra el reclamo del pueblo organizado. En las cuales, según diferentes encuestas, si estas sucedieran hoy el ex-presidente Lula Da Silva del PT sería el candidato favorito.
Con el objetivo de comprender este reciente suceso y ampliar un poco los diferentes análisis que vienen circulando, Marcha dialogó con Renata Mielli, la coordinadora general del Foro Nacional por la Democratización de la Comunicación de Brasil que nos compartió su mirada sobre la situación actual que afronta el país.
“Hay todo un proceso para limpiar el golpe”
¿Qué factores influyeron para que sea la misma derecha la que haya impulsado la salida apresurada de Temer?
Las fuerzas de derecha que hicieron el proceso de impeachment contra la presidenta Dilma no escogieron a Temer, fue una imposición para los golpistas. Si bien no tenían mucha confianza en él, se trataba del vicepresidente e intentaron impulsar con él las reformas neoliberales. Desde el inicio del gobierno, con la formación de su gabinete, causó mucha resistencia porque no tuvo habilidad política, por ejemplo, al no incluir a las mujeres en su gobierno. La escuela de Temer representa la vieja política por eso no contó con el apoyo popular. El objetivo del proceso de impeachment no era una cosa personal contra Dilma o el PT, se trata de un plan más ambicioso, con el objetivo de reconducir y cambiar el proceso político en Brasil.
Pero con el gobierno de Temer rápidamente encontró un límite…
Después del impeachment las principales reformas no pudieron ser aprobadas en el Congreso y la base política del gobierno se fue deteriorando rápidamente poniendo en su contra a la sociedad. Las fuerzas de derecha no creen que el gobierno de Temer sea capaz de aprobar las políticas que les interesan, entonces hay un proceso para apartarlo y colocar en el poder una persona que cuente con la posibilidad de reunir apoyo de una base para hacer efectivas dichas reformas neoliberales que pretende instalar la élite económica de Brasil.
Entonces hay todo un proceso para limpiar el golpe. El proceso de persecución judicial contra Dilma, con la operación Lava Jato, conducido por la justicia y la policía federal, también salpica a la derecha. En esa línea hay relaciones y acusaciones donde aparece centralmente la figura de Temer y no se puede esconder más. Las dos cosas están muy entrelazadas. Si la sociedad acreditó todo el proceso contra Dilma, ¿cómo mantener en el gobierno una persona que también es denunciada por prácticas corruptas?.
En ese marco, ¿qué rol tienen los medios masivos de comunicación para la definición del rumbo político de Brasil?
El rol de los medios de comunicación en este proceso es central. Todo el momento de persecución contra Lula y Dilma fue por el papel de los medios, la cotidiana acción de deslegitimación de la política de desarrollo y de inclusión social implementada por el anterior gobierno configuró un odio profundo contra la izquierda y en particular contra el PT. Decimos acá que el golpe en Brasil fue un golpe jurídico-mediático. Los medios hegemónicos y monopólicos están alineados con la creación de un discurso antipolítica en el que instalaron la idea de que es preciso colocar una persona “ajena a la política”.
¿Qué lectura hacen sobre el accionar de la red O Globo al publicar el audio que acusa al actual mandatario de corrupción?
Con la reciente denuncia contra Temer hubo un tratamiento preferencial por parte de la red O Globo que también tomó una decisión de comunicación. Pienso que se preguntaron, ¿ante la actual situación, qué hacemos?, ¿vamos a ser el medio que de la noticia en primera mano o vamos a ser apurados por otros? Entonces trabajaron sobre esta decisión que, si bien no es confortable para ellos, pudieron aprovechar la situación. Ya que la creciente percepción de la población sobre la parcialidad y selectividad de los medios debía ser contrarrestada. En el momento en el que hacen la denuncia contra Temer y Neves inicia un “discurso de protección desde los propios medios”, queriéndose mostrar como ajenos y parciales. Es una situación muy delicada porque manipulan la opinión publica con el objetivo de recuperar la legitimidad que, en todos estos años de denuncias selectivas contra Lula y Dilma, fueron perdiendo. Entonces ante este escenario de crisis que se abre, la red de O Globo está haciendo campaña apartada del gobierno.
Apoyando las elecciones indirectas…
Exacto. Hay una defensa de la red O Globo para que las elecciones sean indirectas. O sea el parlamento brasilero, que tiene 69 integrantes investigados por la operación Lava Jato, sería el encargado de elegir al próximo presidente.
En ese contexto, ¿cuál es la respuesta del campo popular?
Desde los movimientos sociales estamos saliendo a las calles para no aceptar este proceso de reformas indirectas. Queremos votar y recuperar la soberanía del voto popular para que sea la sociedad la que decida el rumbo del país. No podemos aceptar que, por forma indirecta y desde un régimen autoritario, sea elegido el próximo presidente por más corto que sea su mandato hasta el proceso electoral.
El escenario político es muy incierto y hay mucha debilidad institucional. El papel de los movimientos sociales ahora es disputar ese rumbo en las calles y luchar para que sean convocadas nuevas elecciones presidenciales haciendo frente a este proceso político que es muy dañino para nuestra democracía y que tiene impacto para toda América Latina.