“Por primera vez en mucho tiempo, llega a Washington un presidente brasileño pro-estadounidense. Es el comienzo de una asociación basada en libertad y prosperidad, algo que nosotros los brasileños anhelamos desde hace mucho”. Con esas palabras se despacho, vía twitter, el presidente de la República Federativa del Brasil, el ultraderechista y siempre polémico Jair Bolsonaro.
Por Gerardo Leclercq
La visita, la primera de carácter oficial y bilateral, tiene una especial carga simbólica porque el presidente –acompañado por seis ministros y su hijo, el diputado federal Eduardo Bolsonaro– ha roto con lo establecido por los anteriores gobiernos, que efectuaban su primer viaje de Estado a Argentina, haciendo explicito el rotundo cambio de rumbo en la relaciones exteriores del gigante sudamericano.
El encuentro cumbre entre ambos mandatarios se llevó a cabo en un clima de distensión y camaradería, en donde ni Donald Trump ni Jair Bolsonaro escatimaron en elogios para con su par.
Trump elogió el “tremendo triunfo” de Bolsonaro en octubre y su “fantástica gestión”. También dijo que apoyará a Brasil en su intento de ingresar a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y agradeció la apertura del comercio.
En tanto que Bolsonaro sentenció que “Yo siempre admiré a Estados Unidos y esa admiración creció cuando usted asumió”, le dijo a Trump, y agregó que su inspiración era el gobierno de Ronald Reagan y que quería dar a Brasil ese estilo de presidencia. Además, resaltó que ambos mandatarios comparten la ida de que “Dios es el creador” y que son atacados por las “noticias falsas”.
En lo que tiene que ver con lo estrictamente diplomático, el encuentro bilateral giró en torno a varios temas, aunque sin dudas la situación en Venezuela acaparó todas las miradas.
Respecto de este punto, ambos países fueron de los primeros en reconocer al líder opositor venezolano Juan Guaidó como “presidente encargado” de Venezuela. Pero mientras que Washington no excluye una intervención militar, Brasil ha aclarado que esa opción no está entre sus planes, principalmente dada por la oposición que hay dentro del ejército brasileño a una intervención norteamericana en el continente.
Un punto importante, y que seguramente quedó solapado por el tema Venezuela, es el acuerdo firmado entre ambos países que permite el uso comercial por parte de Washington de la base espacial brasileña de Alcántara, situada en el estado de Maranhao, para el lanzamiento de satélites, misiles y cohetes. – Acuerdo de Salvaguardas Tecnológicas (AST) –.
Otro aspecto que desató una gran controversia fue la visita de Bolsonaro a la sede de la CIA en Langley, Virginia, algo inédito para cualquier presidente y mucho más para un brasileño, ya que la inteligencia estadounidense ha sido acusada de espiar conversaciones de la presidenta Dilma Roussef y otros funcionarios, lo que provocó una dura tensión bilateral en 2013.
Tras su paso por los Estados Unidos, el presidente brasileño viajó a Chile y a finales de este mes irá a Israel, donde se sabrá si finalmente Brasil traslada su embajada de Tel Aviv a Jerusalén, una decisión que ha tenido constantes idas y venidas y, sobre todo, muchísima polémica.
La visita de Bolsonaro a los Estados Unidos debe dejarnos en claro que la relación de Brasil para con el continente ha cambiado. Seguramente la nueva administración Brasileña pondrá el acento en consolidar y ampliar su base de acuerdo con la administración Trump en particular, y los sectores conservadores y concentrados en general, como es el caso de Israel y la Unión Europea.
La incorporación de Brasil como aliado extra OTAN marca a las claras el rumbo que Bolsonaro decide transitar. Sin dudas se reforzara el aparato represivo con la incorporación de nuevos armamentos y tecnologías.
En el aspecto interno, el plan que intenta llevar adelante Jair Bolsonaro resulta llamativamente peligroso, y no sólo por lo que expresa en materia económica, sino por su verborragia discursiva, su autoproclamación como paladín en la lucha contra el comunismo en Brasil y la Región, sus constantes referencias a Dios, y lo que es más peligroso aún, sus declaraciones respecto de flexibilizar el acceso a las armas de fuego por parte de la sociedad civil.
En suma, el presidente Bolsonaro y su mandato que recién comienza marcarán el rumbo de continente en los próximos años, un continente que parece profundizar su giro conservador.
“Cada uno responde por sus acciones”
Tras arribar a Chile para participar de la primera cumbre de Prosur, instancia que buscará reemplazar al Unasur, el presidente Jair Bolsonaro aseguró que la detención de Temer fue consecuencia “de acuerdos políticos en nombre de la gobernabilidad, y la gobernabilidad no hace ese tipo de acuerdos, a mi entender”.
El ex presidente –golpista e ilegitimo – Michel Temer y sus compañeros de negocias fueron presos en un día muy propicio para el actual gobierno de Bolsonaro, ya que estas detenciones concentrarán, en las próximas jornadas, la atención de todo Brasil, justo en el momento en que la popularidad del ultraderechista tambalea.
Sirve, además, para intentar reflotar la llamada operación “Lava Jato” en momentos en que la imagen de su mentor, el ex juez y actual ministro de Justicia y Seguridad Pública, Sergio Moro, se encuentra sumamente desgastada.
Sin embargo, la situación judicial de Temer no es del todo favorable para Bolsonaro y su equipo de gobierno. Las relaciones de la actual administración con el Congreso andan mal, y la “mediática” prisión de Temer podría servir para aumentar el costo político que cada diputado espera obtener por apoyar – eventualmente – la reforma del sistema de jubilaciones propuesto por Bolsonaro.
En suma, la situación político-judicial en Brasil aumenta el descreimiento en la clase política, y mancha aun más la democracia del gigante sudamericano.