Tras el Golpe de Estado que asaltó el poder gubernamental e institucional y suspendió garantías fundamentales en Bolivia, el desafío es seguir vivas.
Por Andrea Morales / Foto: Camila Parodi
El lunes 16 de marzo, en horas de la noche, un hombre asesinó a su pareja en la ciudad de Santa Cruz subiendo a 30 el número de feminicidios en Bolivia en lo que va del año. La víctima, que tenía 4 meses de embarazo, fue golpeada por su pareja hasta dejarla sin vida.
Santa Cruz es en este momento la ciudad con más casos de feminicidio en 2020, seguida de cerca por La Paz y Cochabamba. Pero, ¿cuáles son los factores que hacen que cada año el número de feminicidios sea más alto en el país?
En agosto del año pasado el gobierno popular firmó un acuerdo con los medios de comunicación llamado: “Hagamos un pacto, vivamos sin violencia”, poco después, los mismos medios de comunicación invisibilizaron hechos de violencia contra mujeres e indígenas durante los conflictos de octubre y noviembre.
Hace unas semanas se viralizó en redes sociales un video que conmocionó a la sociedad. La madre de una víctima de feminicidio exigió a gritos “justicia para su hija”, en el momento en que un juez dictaminó arresto domiciliario, con derecho a trabajar, al subteniente de la policía que asesinó a la joven.
¿Es descabellado pensar que existe una relación entre la impunidad para los crímenes que comete la policía y el hecho de que haya sido esta institución uno de los actores principales para que se lleve a cabo el golpe de Estado?
Los feminicidios no son algo nuevo en Bolivia, sin embargo, los casos se han incrementado desde noviembre del 2019. El anterior gobierno convocaba a gabinetes extraordinarios para tratar el tema de la violencia de género. En esta gestión se ha visto a la mandataria de facto, llorando para las cámaras al escuchar que los primeros 12 días del año en el país una docena de mujeres había sido víctima de feminicidio, es decir una mujer por día, pero eso fue en enero y el tema no ha vuelto a tocarse.
Un tema tan delicado no debe utilizarse como un show para ganar simpatizantes llorando para posar ante las cámaras pero sin tomar una sola medida concreta que permita visibilizar estas historias y procesar a los autores de estos hechos.
Es doloroso ver que el número de víctimas continúa creciendo mientras los gobernantes están concentrados en llevar a la quiebra las empresas estatales, reprimir a la población, coartar la libertad de expresión y perseguir a quienes cuestionan las acciones del gobierno transitorio.