Por Cabro/ Ilustraciones por Alejandra Andreone
Buscó en la mochila su cuaderno de hojas lisas, en algún lugar lo había dejado porque no lo encontró entre sus ropas húmedas. Se palpo el cuerpo. En el bolsillo interior de la campera encontró un papel, también húmedo, también arrugado. Necesitaba una línea. Una línea negra que se elevara y se quiebre. Otra línea, un grafismo vuelto varias veces sobre sí mismo sin detenerse en el detalle y sin conclusión. Grafismos y borrones que prefiguren pero que huyan, que siempre estén en otra parte al momento de partir.
Rayones desparejos buscaban construir una imagen, rayones convulsivos ahora ¿habrá tiempo para uno más?
Tenía por costumbre dibujar en colectivos, plazas, trenes. Mientras la vida pasaba, mientras iba o venia en la agitación cotidiana de sus días (Ahora sentía otra agitación, una especie de impaciencia que le revolvía las tripas)
En eso estaba, buscando. Desplegó la hoja húmeda y sucia sobre su pierna un poco dolorida. ¿Le dolía la pierna o le dolía la hoja? No encontró la birome (tampoco) que llevaba habitualmente sobre su oreja,“Por la practica costumbre de dejar de perderla”
Sentado en el piso, apoyado contra la pared interior de la estación de trenes, en la mañana fría de principios de invierno, buscaba su birome negra.
La estación, que generalmente se llenaba de gentes con la llegada y salida de cada tren (que transcurrían como fantasmas) había quedado vacía, espectral, Pedro Páramo. Revolvió su riñonera pero solo encontró algunas piedras y bolitas. ¿Le dolía la riñonera o le dolían los riñones? La ropa húmeda se le pegaba al cuerpo y el frio comenzaba a convertirse en…
Necesitaba hacer un dibujo, un boceto, un poema, una canción, una carta de amor, una puteada. Una puteada de amor, de desamor, de rabia.
Sin embargo su herramienta no aparecía.
La mañana se abría fría y hostil, su desesperación crecía.
(Ayer fue martes, hoy es miércoles…pero mañana no será jueves)
Encontró entonces una birome roja. También Bic, pero roja. Extrañamente no le extraño encontrarla.
Alzo su mano, intento una línea sobre el papel: Nada. No anduvo. Frotó entre sus manos frías la birome para darle calor. Sus trece dedos se agitaron febrilmente, y era a sí mismo a quien intentaba explicarse algo. ¡Mierda! ¿Porque no escribe? ¡Mierda, amor! ¿Porque dejaste de quererme?
Otra mano tomó su mano, solidaria, intentando darle calor a esa biromecorazón en retirada.
Maxi trato de escribir su carta de amor. Había llegado a la estación fervoroso, en multitudes, y ahora se iba así, ¿solo? ”Pero nosotros jamás nos iremos solos” escuchó que le decían. Había llegado su corazón de bandera flameante con rabia y amor hardcore, conurbano y ahora se iba desesperado ¿O no se iba?
Sus días habían transcurrido como una línea de tinta negra entre asambleas, dibujos, poesías, compañeroas y banderas.
Su último dibujo fue a mano alzada, pelear por mejores condiciones de vida (vivía al sur del Gran Buenos Aires) Era joven (22 años) bardero, ricotero, piquetero, artista, rebelde. Le gustaba bailar cumbia prendido a las caderas morochas de su compañera. Había llegado a pelear por su vida y por los suyos. Había puteado a la policía con bronca y con fuerza. Había estado en la primera línea de la columna, resistiendo.
Le gustaba vivir, quería conquistar la felicidad.
La yuta de Duhalde, Ruckauf, Soria, Juan José Alvares, Atanasof, Vanossi, Genoud, Oscar Rodriguez, Anibal Fernandez y Sola, lo arrastro por el piso de la estación Avellaneda (hoy “DARIO Y MAXI”) Su sangre dejo líneas y manchas dibujadas en el piso. El hilo rojo surcó el hall, salió a la calle, cruzo el puente Pueyrredón hacia Plaza de Mayo, a la casa rosada, tiño los zapatos del presidente. Se fue al sur, a las barriadas pobres, se convirtió en tinta, en poesía, en panaderías y bloqueras, en bibliotecas populares, en encuentros juveniles. En más rabia y organización. Sus poesías se hicieron canciones en voces de miles que hoy lo nombran insurgentes. La tinta fue tomada por sus compañeroas, que pintaron pancartas y banderas que ahora flamean al viento con su cara y otras caras a lo largo y ancho del país.
Pa que su birome siga escribiendo, dibujando, cantando, bailando, la historia universal de las rebeldías.