Por Sandra Aguilar *. El pasado 10 de julio se realizó una besada pública frente a la Embajada de Rusia en Argentina para repudiar la visita del presidente de esa nación, Vladimir Putin. Un socio peligroso y la integralidad de los derechos humanos en cuestión.
El presidente ruso Vladimir Putin visitó la Argentina el 12 de julio como parte de una gira oficial que estuvo realizando en América del Sur. Motivaron esta visita objetivos principalmente económicos que incluían la discusión de la agenda bilateral que tiene con nuestro país en materia de cooperación en energía y comercio, así como también cuestiones de agenda política internacional en relación a la pretensión de Argentina de insertarse en el BRIC.
Durante su gestión, Putin, aprobó en junio de 2013, la “Ley contra la Propaganda Homosexual” que prohíbe tajantemente la “propaganda de relaciones sexuales no tradicionales”, con el fin de “proteger a los niños, a la familia y la maternidad”. La ley define como “propaganda” a todas aquellas manifestaciones públicas sobre relaciones con personas del mismo sexo; atentado que va en contra de los derechos de la comunidad LGBTI y que provocó además que desde su aprobación, los casos de asesinatos de odio, violencias y discriminación hayan aumentado en el territorio ruso.
Besos públicos
Venciendo el frío, las vallas y la cantidad desmedida de policías -tanto de uniforme como de civil, tanto argentinos y rusos-, alrededor de 400 personas se encontraron el pasado 10 de julio para manifestar su repudio a la visita de Vladimir Putin, presidente de Rusia y personaje nefasto para los derechos de la comunidad LGBTI de esa nación y de todo el mundo. La acción fue organizada por El Vahído, Casa Brandon, Casa Jáuregui, Akahatá, MAL y Desde el Fuego.
A la embajada se acercaron tanto activistas independientes, como las organizaciones convocantes y también otras organizaciones sociales y políticas. Hubo variedad de carteles y consignas: “Putin decime qué se siente, tener un nombre homosexual” “+ Amor – Putin”, “Love will always win”, “Stop Fascism”, entre otras, caretas de Putin y banderas del orgullo. La actividad terminó con la lectura de una declaración que habían redactado de manera conjunta las organizaciones convocantes.
Llamó la atención la presencia de semejante operativo policial anti motín dado que las manifestaciones realizadas por la comunidad siempre se desarrollan de manera pacífica, sin necesidad de presencia policial. Sin embargo, si analizamos esta concentración en el marco del vínculo que Rusia como socio comercial estratégico representa para Argentina y de acuerdo a otros hechos sucedidos esa misma semana, en clara señal de desplazamiento en la política de no represión de la protesta social; tanto la Policía Federal como la Gendarmería Nacional han reprimido a trabajadores/as y organizaciones sociales. Es entonces cuando la lectura de la situación deviene otra.
Un socio violento y lo que falta
Argentina, un país embanderado y líder en el contexto internacional en temas de legislación y políticas en Derechos Humanos en general y Sexuales en particular, recibió a Vladimir Putin -primer mandatario ruso- con honores. Actualmente Rusia está llevando adelante un despliegue político que busca modificar las relaciones de fuerza en relación a otros países en pos de volver a erigirse como la potencia mundial que supo ser. Entonces, ¿cómo entender esta posición? Evidentemente, en el marco de otras discusiones que atraviesan y explican la presencia de Putin en nuestro país.
En este contexto, ¿pueden pensarse los derechos sexuales y reproductivos como moneda de cambio? ¿Qué implicaría asumir que los cuerpos y las existencias como la moneda de cambio que primero se entrega al momento de negociar tanto internacionalmente como en la política interna de una nación?
¿Qué se puede esperar en los próximos años en un contexto internacional donde Rusia como potencia mundial imponga la agenda política en relación a estos derechos?
En ese sentido es que tanto la comunidad LGTBI argentina como las de otros países deben estar alertas a las discusiones que se vienen dando internacionalmente en materia de Derechos Humanos en la Organización de las Naciones Unidas –ONU-, debido a las repercusiones que pueden provocar en otros países las medidas homofóbicas que se implementan en Rusia.
Por otro lado, hoy se cumplen 4 años de la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario, un triunfo de la comunidad LGTBI argentina; conquista que si bien avanza en términos de visibilidad -premisa básica- resulta insuficiente en materia de generar mejores condiciones de existencia y calidad de vida.
La discriminación y la violencia aún siguen siendo parte de la vida cotidiana de miles de personas LGTBI en Argentina. No es posible negar que sean mejores las condiciones en Argentina, pero es cierto también que aún queda mucho por hacer, que es necesario continuar con las demandas, como por ejemplo la modificación de la Ley Antidiscriminatoria para que contemple las situaciones de agresión y/o violencia homolesbotransbifóbicas.
*Integrante de Desde el Fuego, colectivo diverso y antipatriarcal