Por Mario Hernández. Dialogamos con Gerardo Bavio, quien conoció a Ernesto “Che” Guevara en su estadía en Cuba durante 1962. Los intercambios con el Che fueron desde la experiencia del peronismo en Argentina hasta las transformaciones del gobierno revolucionario en Cuba.
El presente artículo forma parte de los textos de El Peronismo que no fue. La (otra) otra historia de Gerardo Bavio y Mario Hernández, publicado por Editorial Metrópoli. Bavio, nació en Salta el 23 de febrero de 1926. Se recibió de Ingeniero Civil en la Universidad de Córdoba. En 1962 fue contratado por el Ministerio de Industrias de Cuba, a cargo de Ernesto Che Guevara. Se desempeñó como profesor en la Universidad de La Habana. A principios de 1970 milita en la organización Montoneros. El 25 de mayo de 1973 es designado Intendente de la ciudad de Salta. Fue detenido durante la gestión de Isabel Perón y liberado en febrero de 1975, donde constituyó la Junta Promotora del Partido Peronista Auténtico junto a ex gobernadores, como Andrés Framini, Armando Cabo y otros. Dado el golpe genocida permanece en Argentina hasta mayo de 1978. Parte al exilio en México, allí suscribe un documento crítico a la conducción de Montoneros junto a Jaime Dri y Miguel Bonasso, entre otros. Se desempeña en la Universidad Autónoma Metropolitana hasta 1990 en que regresa a Argentina siendo designado asesor legislativo de la Cámara de Diputados de la Provincia de Tucumán. En 2008 es nombrado Profesor Honorario de la Universidad Nacional de Salta. Actualmente reside en Tucumán. Autor de Huellas de la Memoria. Historia, vivencias y reflexiones sobre el siglo pasado y El peronismo que no fue. La (otra) otra historia, junto a Mario Hernández.
-Conociste y trabajaste con el Che Guevara en La Habana.
-Así es, mi estadía en Cuba fue desde mediados de 1962 hasta fines de 1963, estuve con un compañero que era además compañero de estudios del Che, Jorge Vexenat, abogado cordobés.
Lo entrevistamos al Che el 2 de junio de 1962 en el Ministerio de Industria. Acababa de ser designado como ministro y estaba iniciando una transformación interna de la economía cubana, centrada fundamentalmente en el monocultivo y la exportación de azúcar. Tenía el plan de transformar eso en un desarrollo industrial, con una concepción socialista. Fue un encuentro inolvidable, nos atendió cerca de la una de la mañana, ya que sus horarios durante el día eran muy absorbentes. Él entró sonriente, nos dimos un fuerte abrazo. Le traía cartas de su padre, a quien habíamos entrevistado en Buenos Aires, el arquitecto Ernesto Guevara Lynch. Le expliqué las razones por las que estábamos ahí. Mi historia de participación en la Resistencia Peronista en Córdoba fue la que nos llevó a plantear ese viaje a Cuba. Hablamos de muchos temas, nos explicó cuál era el papel tan importante de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), que fue la unificación de las fuerzas que habían impulsado a la Revolución Cubana. Así como del movimiento 26 de julio, el Directorio Revolucionario, que tenía sede en la ciudad de La Habana y el Partido Socialista Popular, que también se adhirió a la revolución prácticamente cuando estaba triunfando a través del Movimiento 26 de julio.
-El Partido Socialista Popular era el Partido Comunista.
-Claro, fue fundado entre otros por Julio Antonio Mella, un personaje muy importante que murió asesinado en México por los esbirros de Machado, tuvo que salir de Cuba porque imperaba la dictadura en ese entonces, pero de todas maneras fue asesinado en México.
La conversación con el Che derivó pronto a la realidad de ese momento en la Argentina, a la Resistencia Peronista, al papel que podía tener el peronismo en el armado de una revolución emancipadora en Argentina.
Ese año, 1962, fue un año clave: el de las elecciones del 18 de marzo, cuando triunfa la fórmula Framini-Anglada en la provincia de Buenos Aires. Después es desplazado Frondizi, las Fuerzas Armadas lo ponen a José María Guido de presidente. Esto fue muy importante a nivel histórico, la frustración de la posibilidad de una salida legal y electoral sin proscripción. Evidentemente eso repercutió en el pensamiento revolucionario de mucha gente de la Resistencia, empezaron a pensar que era necesario armarse, contra una dictadura que se imponía y proscribía. Fue un año crucial y eso nos llevó a Cuba, a hablar con el Che. También teníamos el plan de hacerlo con John William Cooke y Alicia Eguren, que vivían en La Habana. A partir del encuentro con el Che, empecé a trabajar en el Ministerio de Industria.
-¿Cuáles eran tus tareas?
-Si bien es cierto que yo trabajaba en el Ministerio de Industria, lo hacía en un organismo que no estaba en el edificio del Ministerio, sino en la Compañía Cubana de Electricidad “Antonio Guiteras”. Por eso mi contacto con el Che no era cotidiano. El proyecto que yo desarrollaba en la Compañía Cubana de Electricidad, era de desarrollo termoeléctrico. Cuba tiene pocas posibilidades de producción de energía hidráulica, porque es una isla chica, no tiene grandes ríos internos con diques. Había varios proyectos de desarrollo de centrales termoeléctricas: una en Ogurke, Cienfuegos. Yo trabajé en el cálculo estructural de esas usinas termoeléctricas y formé parte del desarrollo en sus aspectos arquitectónicos y estructurales con otros compañeros ingenieros soviéticos, mexicanos, argentinos y una mayoría de cubanos. La compañía se llama “Antonio Guiteras”, quien fue ministro durante el gobierno del presidente Grau San Martín y propuso la nacionalización de la industria, la producción y la energía de Cuba. Después fue desplazado del gobierno y murió asesinado por el enemigo en la dictadura de Machado. Fue un hombre nacionalista con sentido popular y transformador.
El Che y el peronismo
-¿Cuál era la visión del Che del peronismo?
-A mi llegada a Cuba, en mi primer contacto con el Che le llevé un documento del PAR (Peronismo de Acción Revolucionaria) que habíamos creado en Córdoba. Él sintetizó su opinión en varios conceptos: consideraba que para hacer una transformación social y para hacer la revolución en Argentina, la presencia o la realidad del movimiento peronista con tanto respaldo de los trabajadores, era algo fundamental. No se podía negar ni desplazar de la realidad un movimiento con tales características y que lideraba la resistencia contra la dictadura, posterior a 1955. Mencionó los conceptos de John William Cooke, que ya estaba residiendo en Cuba. Algo que me quedó muy grabado fue que temía, que si bien el peronismo tenía una potencialidad revolucionaria muy grande y que había que partir en gran medida de ahí, en un momento de crisis para el capitalismo en Argentina, la figura de Perón fuera utilizada para frustrar la posibilidad de hacer la revolución. Es decir, desconfiaba del papel que podía jugar Perón en una etapa de crisis y de tensión en la Argentina. Había que transformar, como decía Cooke, la potencialidad revolucionaria del movimiento en acto. Cuándo y cómo, ésa era la tarea, impulsar el peronismo revolucionario, vincularlo con los sectores de izquierda, promover una política de masas. Ésa era su idea en cuanto a la realidad argentina, durante mi estadía en Cuba persistía la idea del foco, por el contrario Cooke, sostenía una idea de política de masas.
No se puede determinar cuál es la dialéctica de causa y efecto entre lo que es la apertura de un foco revolucionario y el posterior apoyo de masas; o lo que es, organización de masas tendiente hacia una insurrección o inclusive hacia la apertura de uno o varios focos revolucionarios. Sí estaban de acuerdo, en que eso tenía un componente fundamental en la lucha armada, lo cual nosotros veíamos como real. Ése fue otro elemento importante de 1962, las elecciones del 18 de marzo de ese año, donde se le dió a los sectores populares la posibilidad de manifestarse y luego clausuraron las elecciones porque perdió el sector de la derecha. Ante la frustración de la posibilidad democrática, no quedaba otra alternativa que la lucha armada que terminó en el Cordobazo. Ése año es cuando se fortalecen y se desarrollan las organizaciones armadas.
-El Che cambia su posición con respecto al peronismo…
-Sí, porque él, cuando era estudiante, estaba muy influenciado por el anti-peronismo, por los sectores de la juventud estudiantil de esa época. Sus padres inclusive, eran anti-peronistas. Creo que su padre había sido de los Comandos civiles.
-Me imagino que John William Cooke y Alicia Eguren habrán ayudado a cambiar esa postura.
-Por supuesto. Se trataba de mostrar la realidad y de desenmascarar el engaño que había. Recuerdo una entrevista que le hicieron al Che al poco tiempo de su triunfo, donde el periodista le preguntaba si la Revolución Cubana y la caída de Batista se asemejaban a lo que había sido la caída de Perón en Argentina con Aramburu, Rojas, etc. Y el Che rechazó totalmente esa versión: “No tiene nada que ver, al contrario, son antagónicas”. Y es que la Revolución Cubana tiene una base social totalmente distinta a lo que fue el golpe cívico militar de 1955.
-Alguna vez se hizo esa comparación, ¿no?
-Sí, se hizo sobre todo en los medios, que ya sabemos cómo tergiversan la realidad: equiparando una cosa con la otra. Al contrario, las fuerzas que impulsaron ambos golpes, eran completamente antagónicas.
-¿Cómo te impactó ver en persona al Che?
-Fue una emoción muy grande. Un médico joven, de 30 años, forma parte de la Revolución Cubana y es el protagonista de su triunfo a través de la batalla de Santa Clara, determinante de la caída de Batista. Ese muchacho tiempo después tiene que enfrentar la transición económica de un capitalismo totalmente dominado por el imperio yanqui, a un socialismo independiente. Ese era el objetivo que se planteaba desde el INRA (Instituto Nacional de la Reforma Agraria) en el área de industrialización y además, había sido presidente del Banco Nacional de Cuba.