Por Juan Manuel De Stefano. De la mano de Messi, el Barca volvió a la punta de la Liga. Aquí los secretos de un puñado de cracks que quieren convertirse en un equipo.
Humildad y pases cortos. Ése parece ser el lema del Barcelona. Luego de un par de tormentas que trascendieron y dieron que hablar durante un tiempo, Luis Enrique y sus muchachos se acostumbraron a ganar. Y ahora que se agarren. O que se agarre. La lucha hasta el final de la Liga parece quedar destinada para los poderosos de siempre: Barca y Real Madrid. Pero nunca hay que dar por muerto al Atlético de Simeone.
Lo cierto es que el conjunto de Ancelotti comenzó a dar muestras fehacientes de un bajón pronunciado. Se dio en el funcionamiento y en los resultados. La derrota ante el Bilbao por 1 a 0 y la goleada de los de Luis Enrique ante el Rayo Vallecano por 6 a 1 hicieron el resto. Con un Messi que retomó el –fantástico– nivel de casi siempre (hizo tres goles, igualó a Ronaldo en la cima de los goleadores con 30 unidades y se convirtió en el jugador en marcar más tripletes en la Historia), se comienza a ver un equipo en el sentido cabal de la definición.
Movimientos notables, goles de gran factura y un funcionamiento aceitado, es el sello distintivo del Barca en el último mes. En lo que respecta al potencial ofensivo, mucho tiene que ver el rendimiento de Luis Suárez, no sólo de Messi y Neymar. Los tres empezaron a complementarse, a jugar entre ellos, a triangular; en definitiva, a conocerse.
Era cuestión de tiempo, es cierto, pero en los primeros partidos al uruguayo se lo notaba incómodo, y era lógico. Su juego en Liverpool y en Ajax era opuesto a lo que es hoy. Sus equipos, si bien tenían otras figuras, casi que jugaban para él. Tal vez no requería los movimientos de hoy en día ni sumarle cosas a su juego. Y en eso también ganó el notable delantero. Agregó detalles a toda su impronta, él sumó para el conjunto y el equipo sumó para él. Suárez hace de todo y bien. Se faja con los defensores, hace goles de todos los colores y reparte optimismo a todos sus compañeros.
¿Qué ganó el Barcelona con Luisito en sus filas? Malicia. Sí, así de simple. Malicia bien entendida, esa que no da una pelota por perdida, que quiere ganar todos los torneos que juega y que no regala nada, ni un centímetro. Luego de un ciclo plagado de triunfos y fútbol champagne, la transición se hizo bastante densa. El equipo que le tocó dirigir a Martino dejó entrever que le faltaba de todo un poco, entre esas cosas la mentalidad ganadora de antaño y el hambre de gloria. Y Suárez ofrece grandes soluciones en este ítem. Convirtió 4 goles en los últimos 7 partidos, logró anotar en dos fechas consecutivas y brinda asistencias, a Messi, a Neymar o a quien corresponda. Se adaptó y dará que hablar…
¿Y qué decir de los otros dos astros? El brasileño deja de lado su perfil bajo fuera de la cancha para brillar en todo su esplendor cuando juega al fútbol. En él se aprecia otro caso de un jugador que no se encasilló sólo en hacer goles o enviar un buen centro. No se reduce a jugar en una quintita, lo suyo es volver con el defensor, ofrecerse como opción de pase y lo de siempre: definir como crack, ni más ni.
Y a Messi lo define muy bien Mascherano: “Leo no necesita un partido formidable para marcar tres goles. Vale la pena verlo, marque o no. De los mejores partidos que le he visto fue ante el Manchester City y no pudo marcar. Cuando agarra un balón sabés que algo va a pasar. Es el único que tiene está capacidad de atraer a todo el mundo. Estamos ante alguien que puede hacer algo diferente con un balón en los pies”. Y la vara que se posa sobre la Pulga siempre es más alta que para medir el rendimiento de los demás. Y algunas críticas se hicieron escuchar al errar un par de penales. Y el Diez responde como sabe: jugando y haciendo goles.
De la supuesta pelea con el entrenador no quedaron resabios, al menos en lo público. Luego de la derrota ante la Real Sociedad en la que fue suplente junto con Neymar, Messi se ausentó de la práctica abierta y esa actitud molestó a Luis Enrique que quiso abrirle un expediente por indisciplina. La intervención de los referentes del plantel evitó que la bomba explotara.
El equipo se fortificó, empezó a ganar, a jugar bien y eso por decantación implicó la punta de la Liga con 62 puntos, uno arriba del Real. El resumen del presente del conjunto español lo vuelve a brindar Mascherano, que mutó de zaguero a volante central por la ausencia de Busquets: “Sabemos que hemos perdido por unos partidos a un jugador clave, el mejor en su posición. Él es el mejor y yo no soy Busquets y no voy a dar las mismas soluciones. Busquets es único”.
Humildad y pases cortos, el nuevo lema de Messi y sus amigos.