Por Matías L. Marra. Van siete días desde que empezó el BAFICI. Una reflexión sobre lo que va del festival, en la que quien escribe está reconsiderando seguir yendo.
En este artículo hablaré en primera persona. Sucede que, a pesar de haber empezado a ir al Bafici desde hace pocos años, fui un asistente que compraba un montón de entradas, que iba a tantas otras en prensa. Una especie de acumulador de películas. Sin embargo, después de haber atravesado los siete días que van del festival, me pregunto: ¿es necesario? ¿Realmente está tan bueno el Bafici?
Una película argentina que venía haciendo ruido y que está en la Competencia Internacional, terminó de reforzar mis dudas. Se trata de Leones, la ópera prima de Jazmín López. Reformulé esta oración varias veces, porque no me alcanza con palabras para poder expresarle a quien lee el disgusto que pasé viendo esta bazofia. Cinco jóvenes que exhiben el último catálogo de una marca trendy de Palermo, deambulan en un bosque del sur. La excusa de la película es la cámara. A cargo de Matías Mesa (que trabajó con Gus van Sant), la imagen se colgará mostrando un bosque, una plantita. Y ya. No hay nada que ver en esta película. Y que escuchar mucho menos. Realmente me pregunto cómo a alguien le da la cara para mandar una copia tan terrible en el nivel sonoro. A la salida de la función, un crítico aún más indignado que yo dijo “¿No era que no hacíamos más este tipo de cine?”. Yo abucheé, pero justo sonó la canción de los créditos y no se escuchó.
Otra película mala es Mekong hotel, la última de Apichatpong Weerasethakul. Un gran director tailandés que ha reflexionado sobre el lugar de la mística en la cultura de su país. Sus películas se tratan del perderse en un bosque, del traspasar los estados. Bueno, excepto esta. Menos mal que duraba una hora. También abucheé.
Apres mai, de Olivier Assayas, Después de mayo, cuenta los días de un grupo de jóvenes que viven los finales del mayo francés (como período histórico). La historia de un aburguesamiento, de jóvenes que no pueden pensar por sí mismos. Básicamente una película más de hippies y drogas en los setentas. No valía la pena ni siquiera abuchear.
Y entonces pienso: hay alguna película de Antonioni que no vi. Hay muchas películas de Werner Herzog que no vi. Hay tanto que no vi… A medida que se van conociendo directores, se abren puertas que indican que hay más, y más, y el camino es infinito. ¿Por qué perder tiempo en estas películas insoportables, baficeras, que en una semana nadie recordará? Acá empieza a cobrar más interés, incluso del que ya tiene per se, el Bazofi, la creación de Peña y Manes en respuesta al Bafici.
Sin embargo, y para mi alivio, no está todo perdido. He dado en confirmar que el cine español está atravesando un momento increíble. Lois Patiño presentó sus cortos y un work in progress (un adelanto) de su primera película, y con una búsqueda ligada a lo pictórico, trabaja la relación del paisaje y el ser humano, este último como algo más interviniendo el paisaje.
Dime quien era Sanchicorrota, de Jorge Tur Moltó, también española, es un documental que intenta reconstruir la figura de Sanchicorrota, un bandolero que, en el siglo XV, cuenta la leyenda que robaba para darle a los pobres. La leyenda sigue vigente y la reconstrucción es conflictiva. Y en la búsqueda aparecerá una base militar, y algunos cráneos agujereados en el medio del desierto.
The act of killing, de Joshua Oppenheimer, en tanto, es una renovación total del documental. El nivel reflexivo de esta película es inmenso. Trata sobre un grupo de paramilitares tailandeses que asesinaron a comunistas en 1965. La instancia del haber ganado, la impunidad de estos viejos que han sido absueltos y viven su vejez. Quienes continuaron su trabajo y siguen oprimiendo. Pero lo más importante, la reconstrucción que vivirán estos salvajes que mataron individualmente a más de mil personas. Harán una película en la que el asesino interpretará a la víctima.
¿Qué esperar entonces a partir de ahora en el Bafici? Casi todo empieza a agotarse pero recomiendo fervientemente a quien considero uno de los mejores directores del momento: Hong Sang Soo. Hay una retrospectiva de toda su obra, especialmente sus últimas películas son importantísimas.
También recomiendo Mapa, que la vimos en Mar del Plata y fue una de las mejores películas del 2012, y La nuit d’en face de Raul Ruiz. The shine of day puede ser una buena sorpresa, y Viola está generando expectativa.
He cancelado muchas películas que iba a ver, y me he quedado con las que había elegido inicialmente, antes de investigar las que desconocía. La etapa de descubrimiento del Bafici la voy a delegar, y esperaré los estrenos comerciales durante el año. Concluyo pensando que el Bafici empieza a pasar a la categoría de lo que ya fue. Porque doy fe de que alguna vez fue.