Por Juan Manuel De Stefano. Independiente y Racing compiten para ver quién anda peor. La Academia último en el torneo y el Rojo penando para subir.
Independiente y Racing. Rivales encumbrados. Siempre enfrentados, constantemente pendientes el uno del otro. La actualidad de ambos dista bastante del ideal. El Rojo en la B, tercero y con una segunda rueda que comenzó con más espinas que rosas. Y Racing con muchas (enormes) chances de bajar de categoría e incluso, compartirla con su “enemigo”. Pero comencemos con Independiente. Jugó ante Banfield, el puntero de la división y tras un comienzo arrollador se quedó y al final casi lo pierde. El partido tuvo todos los condimentos que se necesitan para ser un partidazo. Emoción, sorpresa, alegría, tristeza, goles, expulsiones y buen fútbol.
En un cotejo de Primera división pero en la B, Banfield llegaba puntero e Independiente tercero, expectante pero en bajada en cuanto a su rendimiento y resultados. El conjunto de Almeyda no arrancó la segunda rueda al ritmo de lo que fue un inicio de torneo arrollador. Se entiende, y ocurre casi siempre, que en la segunda parte todo se siente el doble, a saber: presiones, dudas, temores y las urgencias, que en el caso de ambos equipos, son muy elevadas. El Rojo comenzó ganando 2 a 0 con goles de Fredes y Penco y jugando en un muy buen nivel. Marcándole a su rival el ritmo del partido y mostrándose preciso y concentrado en todo momento. Fueron 30 minutos de gran fútbol. Los mejores de un tiempo largo a esta parte, teniendo en cuenta la jerarquía del rival, la instancia del torneo y como llegaba al partido. Pero en el segundo tiempo entre las ganas de Banfield y el temor del visitante se equiparó la cosa. Tanto es así que lo empató con un torbellino de fútbol y actitud. Parecía que era empate, pero el Ruso Rodríguez hizo lo que Montenegro no pudo ante Huracán: metió el gol de penal y 3 a 2 arriba. Pero éste Independiente no gana para sustos y lo que parecía un triunfo fue empate y casi derrota. Salcedo empató a los 2 minutos de adicional y enseguida una corrida bárbara de Noir terminó con un remate al palo del ex Boca. Increíble. No gana ni cuando lo merece. Era un partido bisagra. De los que si se ganan delimitan un antes y un después por lo que significan en todo sentido. Pero De Felippe deberá sentirse bastante conforme por el gran primer tiempo ante un rival de enormes condiciones.
Por el lado de Racing, el equipo va en picada y nada parece detenerlo. Tras un gran envión anímico como fue la llegada de Merlo y un correcto final de torneo, hoy por hoy el equipo se cae a pedazos. Mostaza no le encuentra la vuelta a un plantel que no para de comerse técnicos. No hay respuestas futbolísticas en ningún sector de la cancha. Newell´s ganaba 1 a 0 antes de los 10 minutos y además, ya había llegado en dos oportunidades antes de marcar. La lectura de los partidos falla fecha tras fecha, cambios mal hechos y muy poca audacia, completan un combo que da miedo. La situación es muy complicada y la Academia sigue en caída libre. El entrenador está muy preocupado por darle clases de periodismo a los periodistas pero debería concentrarse en su equipo que funciona cada vez peor. Viene a la mente un recuerdo nada grato: el encuentro ante Quilmes en el que Racing para “ayudar” al descenso de su archirrival, opuso muy poca resistencia y perdió sin atenuantes. El Rojo finalmente descendió, pero para Racing, a partir de ahí, comenzaría lo peor. Rendimiento cada vez más pobre, salida de Zubeldía y a barajar de nuevo…¿Será un castigo para el conjunto de Mostaza y compañía?…Todo vuelve, no quedan dudas sobre esto.
El futuro es oscuro para la Academia, no parece tener elementos para remontar la situación. No tiene un mal plantel pero no logra ensamblar al equipo de manera correcta. El entrenador dio todo lo que puede y ya lo conocen. Es decir: no le pidan que vaya al frente, es pedirle peras al olmo. No es el estilo de Merlo, guste o no él juega así. Equipo corto, todos juntitos a pelear el partido en el medio y si hay una posibilidad de contrataque, a rezar para que la concreten. Sabe a poco. Independiente tiene otras preocupaciones, cuando parecía que lo mejor del equipo estaba por venir, con la llegada de Insúa y un buen final de torneo, fue todo lo contrario. Queda la convicción que cuando quiere, puede. No cualquiera le juega a Banfield en su cancha el partido que le hizo Independiente, de igual a igual y maniatándolo en toda la cancha. Queda la esperanza a futuro, que el plantel aparezca en el momento clave y puedan devolver al club donde se merece. Por lo pronto, el único consuelo que le queda es que de continuar todo así, el clásico se va a dar en otra categoría.