Autor: Marcha

El pasado viernes 6, las lesbianas concentramos frente al Centro de Trasbordo de Constitución en lo que fue el “Besazo”. Pagína12 publicó una crónica del Besazo escrita por un varón cis –muy probablemente heterosexual–, Nicolás Romero. El relato destiñe un ninguneo continuo al hecho político que implica nuestra visibilización tortillera, que en esta ocasión tuvo por motor el repudio a la violencia policial y lesbo-odio que recibieron dos compañeras por vivir sus vidas en tanto lesbianas visibles.

Desde la conquista de América y su imposición de la “colonialidad del poder” a través del sistema esclavista y explotador, africanos/as y sus descendientes, indígenas y sus descendientes, fueron cuerpos para ser tratados, explotados, ultrajados físicamente y en su identidad, parte de lo que se llama etnocidio, una forma de genocidio. Pues bien, los cuerpos de “las negras”, las afrodescendientes, las mujeres indígenas, entre otras, se vieron doblemente atravesados por la violencia, la racista y la de género: siempre fueron cuerpos violables para los amos blancos que disponían de ellas como si fueran de su propiedad.

El 28 de septiembre se llevó a cabo el encuentro titulado “¿Depresión post-PASO?” con las intervenciones de Pablo Semán y Mabel Thwaites Rey.

En la escena del crimen no hay rastros ni huellas de la condenada, así como tampoco hay testigos directos que acrediten su culpabilidad. En el expediente, se atribuye a Cristina el tener un estilo de vida “promiscuo y marginal”, “ser mentirosa” y “ser adicta a la marihuana”