Autor: Marcha

Corrían los años 80. Una época de hegemonía del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), liderado por Felipe González, que pese a seguir teniendo mayoría absoluta en el Parlamento iniciaba su caída paulatina con el respiro temporal de 2004 a 2011. Felipe González, que cada día hacía más visible su derechización hasta ser actualmente teórico derechista del pacto nacional entre PSOE y PP, socios de las “puertas giratorias”, firmó esa misma fecha la aprobación de la Ley 18/19871 para establecer como Día Nacional de España el 12 de Octubre.

La tendencia parece clara: conforme han ido aumentando los padecimientos de la población debido a la grave situación económica, ha venido perdiendo terreno la idea-fuerza de lo comunal, del poder popular.

Por Laura Cabrera @LauCab Luego de los cortes “Siempre con vos” y “Tranqui”, Nacho Rodríguez se encuentra presentando su primer trabajo…

Algunos análisis de derecha y de izquierda coinciden en un punto: el chavismo ya no tendría fuerzas para la batalla. El movimiento histórico sería una imagen despintada de lo que fue, con capacidad para unos últimos guantazos al aire en una pelea perdida, a punto de caer por nocau furioso o sobreacumulación de golpes. Así lo repiten desde hace varios años, cada vez más seguros, y de esa certeza desprenden conclusiones que escriben en artículos o proyectan en planes para el definitivo retorno al poder político.

El pasado viernes 6, las lesbianas concentramos frente al Centro de Trasbordo de Constitución en lo que fue el “Besazo”. Pagína12 publicó una crónica del Besazo escrita por un varón cis –muy probablemente heterosexual–, Nicolás Romero. El relato destiñe un ninguneo continuo al hecho político que implica nuestra visibilización tortillera, que en esta ocasión tuvo por motor el repudio a la violencia policial y lesbo-odio que recibieron dos compañeras por vivir sus vidas en tanto lesbianas visibles.

Desde la conquista de América y su imposición de la “colonialidad del poder” a través del sistema esclavista y explotador, africanos/as y sus descendientes, indígenas y sus descendientes, fueron cuerpos para ser tratados, explotados, ultrajados físicamente y en su identidad, parte de lo que se llama etnocidio, una forma de genocidio. Pues bien, los cuerpos de “las negras”, las afrodescendientes, las mujeres indígenas, entre otras, se vieron doblemente atravesados por la violencia, la racista y la de género: siempre fueron cuerpos violables para los amos blancos que disponían de ellas como si fueran de su propiedad.