Por Carolina Zanino y Sebastián Tafuro. El sindicalismo es, desde hace largas décadas, un actor protagónico de la política nacional. Dotado de una estructura organizativa que le ha dado un poder inusitado si se lo compara con otros países de América Latina e incluso a nivel mundial, su accionar – que implica, por ejemplo, movimientos de apoyo o crítica al gobierno de turno – no pasa inadvertido en ninguna coyuntura.
El punto de partida nos indica que el sindicalismo constituye una herramienta fundamental en la defensa de las condiciones de vida de los trabajadores. También, desde el ángulo de la crítica, que esa herramienta aparece cuestionada, en líneas generales y desde diferentes visiones, por tres puntos que aparecen íntimamente ligados: la falta de renovación de su dirigencia, la extendida burocratización de esos referentes y la ausencia de democracia interna en el mundo gremial.
Desde la certeza que ese puntapié inicial nos provee sobre el carácter clave que la organización gremial tiene para los laburantes pero también bajo la necesidad de explorar esos núcleos negativos – que, más allá de su extremada generalización, tienen algún asidero en la realidad – nos proponemos avanzar en un ciclo de entrevistas con nuevos protagonistas del gremialismo.
Un gremialismo que en Argentina en los últimos años ha crecido en visibilización, producto en primer término de la recuperación del empleo (y más precisamente del empleo formal), lo que lo ubicó como el interlocutor válido frente a los empresarios y el Estado en las reactivadas negociaciones paritarias. Pero no sólo sentado a la mesa se lo visualizo: la calle también fue y es un terreno preciado. Luchas como la del subte, la de diferentes trabajadores precarizados (como los que se desempeñan en call centers), docentes o petroleros han tenido repercusiones significativas en el mundo de la militancia sindical. En esos capítulos, aparecieron rostros juveniles que, en muchos casos, son expresión, de renovadas miradas sobre el quehacer gremial.
Porque toda una generación – la de los hijos del 2001 – se ha incorporado al mundo del trabajo en la última década y ha descubierto en los gremios un instrumento de lucha y organización para una etapa con características diferentes respecto a la década del 90.
Una de sus expresiones más salientes, en cuanto a la relevancia mediática y a la constitución en torno a la cuestión generacional, es la Juventud Sindical, encabezada por Facundo Moyano, uno de los hijos del secretario general de la CGT, Hugo Moyano. También encontramos en numerosas organizaciones, que si bien no se encuentran agrupadas en una corriente sindical con arista exclusivamente juvenil, la gestación y desarrollo de un nuevo activismo forjado al calor de los hechos de diciembre de 2001. Un activismo al que lo sindical le parecía un mundo ajeno, al que miraba con desprecio, donde poco era lo que se podía hacer (en parte por los puntos negativos mencionados), que provenía de otros terrenos, pero al que su paulatina inserción laboral lo incitó a involucrarse en pos de construir herramientas gremiales de nuevo tipo donde no existían, modificar las que estaban caducas o fortalecer las ya existentes.