Por Leonardo Candiano. Dialogamos con el prestigioso músico Gustavo “Popi” Spatocco, quien con Facundo Guevara y Ricardo Cánepa conformaron el trío Aura! y lanzan este 24 de mayo su primer disco, Tiempo latente, donde realizan temas folklóricos a base de piano, contrabajo y percusión.
La música folklórica sigue demostrando una enorme vitalidad en estas tierras. La recuperación de lo popular desde una mirada actual y desprejuiciada no es sólo patrimonio de nuevos valores musicales, sino que éstos se apoyan en la experimentación de artistas que desde hace años vienen sosteniendo esta clase de búsquedas. Muestra de ello es el trío instrumental Aura!, conformado por Gustavo “Popi” Spatocco, Facundo Guevara y Ricardo Cánepa, que este viernes 24 de mayo a las 20:30 horas presenta en el Espacio Tucumán –Suipacha 140- su primer disco.
Spatocco, nacido en Jujuy en 1965, es un pianista mundialmente reconocido que durante más de veinte años acompañó a Mercedes Sosa como parte estable de su banda, además de trabajar como arreglador y director musical de sus discos. Obtuvo en su larga carrera dos premios Grammy, un Gardel y un SADAIC. Guevara, por su parte, oriundo de Mendoza, desde sus primeros pasos en la música se dedicó a la percusión popular argentina y latinoamericana, compartiendo giras y escenarios con voces de la talla de Mercedes Sosa, Liliana Herrero, el Chango Farías Gómez, Raúl Carnota y Pedro Aznar, entre otros. Por último, el porteño Cánepa es contrabajista de la Orquesta del Teatro Colón y paralelamente trabaja como docente de la Escuela de Música Popular de Avellaneda –EMPA-.
Esta especie de seleccionado musical decidió juntarse y grabar Tiempo latente, disco en el que además de interpretar un clásico de Atahualpa Yupanqui, “Piedra y camino”, realizan un repertorio que posee una decena de temas originales compuestos por el trío en donde, sin presencia de guitarra ni de voz, se puede apreciar la música popular argentina desde un sonido propio. Spatocco, Guevara y Cánepa transitan por caminos siempre nuevos ritmos populares como el gato, la chacarera, la zamba, la vidala, el huayno, el taquirari y ritmos sudamericanos de Perú y Venezuela, con el mandato de promover una música que no se desentienda de sus raíces pero que sea a la vez “reflejo vivo de nuestro presente”.
Marcha dialogó al respecto con el maestro Popi Spatocco, quien además nos da su mirada sobre la relación entre experimentación y tradición musical.
¿Cómo surge la constitución de AURA!, teniendo en cuenta que los tres poseen ya sus propias y reconocidas trayectorias?
AURA! surge de la idea inicial de darme un lugar para la composición y para volver al piano, luego de un tiempo largo de dedicarme a la producción y a la dirección de orquesta.
En ese momento, me llega la invitación de Javier Chalup para presentarme en la Casa del Fondo de las Artes. Me comprometí a armar algo, y de allí surge la idea de convocar a Facundo, que se sumó con un entusiasmo y unas ideas muy alentadoras. Al breve tiempo, Ricardo Cánepa, con quien habíamos trabajado juntos, me habló de su interés en participar, y me sentí muy honrado ya que es un músico que admiro. Creo que fue una conjunción de deseos personales en el momento adecuado.
¿Qué sentís que le agrega este trabajo en grupo a la música que vienen realizando cada uno por separado?
Principalmente, la posibilidad de tener la libertad y el compromiso de hacer nuestra propia música, y también, por supuesto, la responsabilidad que ello conlleva. Creo que a los tres este proyecto nos lleva a conocer y forzar nuestros propios límites, y a madurar las ideas y conceptos acerca de lo que como músicos argentinos debemos hacer.
¿Cómo es el trabajo de composición? ¿Los temas son tuyos o presentás una primera idea y luego hay una producción grupal?
Los temas salen de ideas mías, con más o menos detalle, pero el proceso de ensayo y maduración de las obras es grupal. En este tipo de música, el límite entre la composición y la interpretación es bastante difuso, por eso también firmamos los tres los temas, ya que, decididamente, estas músicas no serían lo mismo tocadas por otros intérpretes. Creo que también implica poder dejar de lado el ego personal para poder pensar pluralmente. Y eso, definitivamente, se escucha.
¿Cómo caracterizás Tiempo latente?
Es nuestro primer CD. Está grabado en toma directa, es decir, todos juntos, en dos días de estudio. Son todas composiciones originales, compuestas por y para esta agrupación, salvo una versión de “Piedra y camino”, de Atahualpa Yupanqui. Creo que, como primer CD, funciona también como un punto de partida y dirección estética del trío, y plantea interrogantes y probables líneas de desarrollo para seguir creciendo.
Tiempo latente ofrece una gran variedad de estilos folklóricos, sin embargo, se observa que parten de lo “tradicional” para ir desarmándolo musicalmente sin perder la base rítmica. ¿Cuánto hay de experimentación y cuánto de tradición en estas búsquedas? Sobre todo teniendo en cuenta lo que comentás, de que con las composiciones nuevas que presentan hay también una recuperación de Atahualpa Yupanqui.
Desde el vamos tratamos de construir nuestra música sobre los géneros folklóricos. Además de las características rítmicas y melódicas de nuestra música, hay algo que me atrajo mucho siempre que es la perfección formal que tienen las danzas tradicionales. Respetar estas formas no como un límite sino como un material a trabajar, fue una premisa antes de comenzar nuestra música. La versión de “Piedra y camino” tiene que ver con nuestra admiración hacia Yupanqui no sólo como compositor, sino como pensador acerca de la música, de la hermandad necesaria entre el sonido y el silencio, de la profundidad del que hace la música como un compromiso de sinceridad hacia el que escucha. Tratamos de plasmar en nuestra versión ese espíritu yupanquiano, donde el sonido pide permiso al silencio para hacerse presente. La música y la letra de esa zamba siempre me parecieron de una hondura mística y popular, como una verdad revelada con palabras de todos los días. Ojalá hayamos estado cerca de lo que él pensaba.
¿Es una decisión pensada de antemano la de no sumar una guitarra a la formación? Te lo pregunto porque no suele ser común encontrar discos enteros que recorran el folklore argentino sin oír una guitarra.
La idea desde un comienzo fue que fuera un trío con esta formación. Sin duda, el desafío de que no haya una guitarra es muy interesante, porque plantea el interrogante de cómo reemplazarla, e inclusive, si es necesario, para que la riqueza rítmica y el estilo se mantengan.
Yo soy un admirador de las guitarras, y de los guitarristas, y en muchos casos, en el trío o también en mi trabajo con orquestas, hay una reinstrumentación de lo que hace la guitarra, especialmente en los rasguidos, como fuente de ideas nuevas.
¿Qué es la música folklórica hoy para vos? ¿Cómo observás el folklore actual y la hibridación que suele presentar con otros géneros en autores jóvenes –y no tanto-, como con el rock o el jazz por ejemplo, o en tu caso también con la música de orquesta?
Al respecto, tiendo a pensar en forma amplia. Para mí, la música folklórica argentina es un gran río donde conviven una pluralidad de voces muy interesante. No me parece relevante si una música es mezcla de varios estilos, o si es muy pura. Sí creo que lo importante es la sinceridad, el trabajo, la honestidad intelectual, y por supuesto, todo adornado con la máxima cantidad posible de estudio y conocimiento. Nuestra música argentina es riquísima y extraordinaria, y además, está muy viva en todos sus géneros y estilos.
Los músicos jóvenes vienen con un nivel extraordinario, y en este sentido, quiero resaltar la importancia de que se hayan establecido escuelas y conservatorios de música popular que ya hace rato que están dando muy buenos frutos. Creo que la ley de la música, recientemente sancionada, así también como la ley de medios audiovisuales, darán un impulso importante para crear nuevos paradigmas estéticos y culturales con otra lógica que tenga que ver más con el valor cultural que el estrictamente de mercado.