Por Maro Skliar
Para el próximo miércoles 24 de febrero, diferentes gremios y organizaciones sociales siguen sumando su presencia. En medio de los despidos, las precauciones ante el debut del flamante protocolo antipiquetes.
Desde que el paro del 24 de febrero fue anunciado por la Asociación Trabajadores del Estado (ATE), no ha cesado de sumar adhesiones y se constituye como un hecho político de envergadura nacional. Ambas Central de Trabajadores de Argentina (CTA), las seccionales opositoras de Suteba, los ferroviarios del Oeste y numerosas organizaciones sociales tomaron la jornada como propia. Más allá de las muchas rencillas que existen al interior del sindicato estatal en la gestación de la jornada de protesta, de cara al masivo social se trata del primer paro nacional al gobierno de Mauricio Macri.
El paro pone en discusión no sólo los despidos por miles y el techo a las paritarias que el gobierno nacional está decidido a imponer, sino también otras dos cuestiones fundamentales para nosotros como trabajadores y trabajadoras: la criminalización de la protesta y el sentido del Estado con respecto a los derechos humanos y sociales. La consigna creada por los y las compañeras de la Junta Interna de ATE en el Ministerio de Trabajo es atinada para una coyuntura donde el debate ideológico juega un rol clave: “Soy estatal, mi trabajo son tus derechos”.
¿El debut del protocolo antipiquetes?
La escalofriante novedad es que la camaleona política Patricia Bullrich (ahora mutada en ministra de seguridad de Cambiemos) tomó la decisión de aplicar el flamante protocolo antipiquetes a las movilizaciones que se realizarán en todo el país en el marco del paro. Por eso citó a la cúpula de ATE a una reunión de negociación a la que, tal como manifestaron las Seccionales combativas de ATE Sur, los dirigentes no deberían acudir de ningún modo. La única reunión que tiene lugar en este contexto es el ámbito paritario, para discutir la reincorporación de las y los miles de precarizados despedidos y los salarios estatales en un contexto inflacionario descontrolado.
El propio kirchenrismo ya había galanteado con la idea de reglamentar la protesta. Cristina Kirchner en persona había buscado la simpatía de amplias franjas sociales, instándonos a marchar por la vereda “como en Estados Unidos” (2/3/2014, apertura de sesiones ordinarias). Esa simpatía se la terminó ganando Macri, que ahora busca cumplir lo que, desde mi punto de vista, es un anhelo inmanente a las clases dominantes: el sueño de una sociedad de control y gestión punitiva de la conflictividad social, que en verdad no es otra cosa que la consecuencia lógica de la desigualdad estructural.
Creemos que el paro del 24 va a mostrar la disposición a pelear de muchos y muchas trabajadoras estatales. Si bien la campaña de presión y miedo que desarrolla el gobierno macrista genera efectos, la dignidad y la bronca se están expresando en Asambleas multitudinarias en cada organismo estatal. Esta masividad, junto a la aparición de autoconvocatorias permanentes, impugna la lectura quietista que muchos dirigentes de la propia ATE hacen sobre las bases estatales, que amenazan con desbordarlos. Si bien ATE es el único gremio que está generando respuestas contra los despidos, las internas incesantes y la lógica de conservación del aparato lo alejan bastante de la respuesta contundente que el escenario requiere. En esto será clave lo que pase con la paritaria docente. El no inicio de clases puede ser un verdadero problema político para el gobierno de Cambiemos, que ha cometido una torpeza con la fallida oferta salarial a nivel nacional.
Por parte de la militancia sindical combativa y de base estamos preparando el paro en cada lugar de laburo codo a codo con nuestros compañeros y compañeras, promoviendo a la vez la unidad y el debate sobre el sentido del paro con la mayor democracia de base. No podemos pensar la unidad sin debate en las bases, como pretenden algunos dirigentes para los cuales la unidad es ponerse atrás de ellos y “confiar”, un término demasiado new age para ser tomado en serio.
Tanto en Ate desde Abajo como en la Agrupación Víctor Choque tratamos de romper el miedo y organizar la bronca, con la claridad de que al gobierno nacional no le vamos a torcer el brazo con un solo paro (por más masivo que sea), y que tenemos que prepararnos para proyectar cómo seguir con un plan de lucha que no quite el foco de lo viene pasando en los lugares de laburo y sea organizado, sabiendo que se trata de un reclamo gremial en el marco de un debate social con alto contenido ideológico, como expresamos antes. La indiferencia social es nuestro peor enemigo en esta batalla.