Por Federico Orchani* / Foto Gustavo Pantano
Mientras las políticas del gobierno de Macri se profundizan, amplios sectores de la sociedad empiezan a organizarse en respuesta a Cambiemos.
La respuesta a la política de ajuste del gobierno de Macri empieza a tomar forma. Como dice Mario Wainfeld en Página 12 “La sociedad civil argentina, siempre chúcara y dispuesta a la acción directa, se expresa cotidianamente frente a un gobierno que satisface solo a una sola clase: aquella de la que provienen casi todos sus cuadros de gestión.”
Aun con grados de dispersión, en el trascurso de estos días se fueron sucediendo una serie de acciones de protesta y resistencias que articulan un “sujeto” diverso y disperso. En algunos casos con una importante masividad como ocurrió con el “cacerolazo” o “ruidazo” para frenar el duro tarifazo aplicado por el gobierno a los principales servicios de consumo básico como el gas, luz y agua.
También se movilizaron federaciones de cooperativas y empresas recuperadas que no pueden ni deben cargar con el ajuste económico. Salieron a la calle organizaciones populares en diferentes puntos de la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano bonaerense y se esperan aún más movilizaciones en las semanas próximas. El motivo es claro, la falta de políticas públicas del gobierno de Macri hacia un sector de la clase trabajadora totalmente desprotegido y el que más sufre la vulneración de derechos elementales. El ánimo en las barriadas populares empieza a caldearse, el elevado cuadro inflacionario combinado con el aumento de tarifas hace estragos en la economía cotidiana de miles de familias.
Por estos días se conoció la preparación de un documento impulsado por las centrales sindicales llamado “De mal en peor” con motivo de la próxima reunificación de la CGT el 22 de Agosto. El documento si bien está planteado en términos muy duros señalando al gobierno por generar “acciones contra los trabajadores”, no expresa con claridad la implementación de un plan de lucha -aunque la idea se planteó entre los gremios- y hay diferencias sobre la materialización de acciones concretas. La actitud conciliadora de las principales dirigencias sindicales no es algo novedoso en la historia argentina, siempre hábil para la negociación y los arreglos, cuando no la colaboración. Quizá sea la presión de las bases en ente caso lo que obligue a una actitud más decidida de parte de las cúpulas sindicales. La caída del salario real, licuado por la inflación hace que sea necesaria en la mayoría de los casos la reapertura de paritarias.
A 40 años de “la noche del apagón” cerca de 10 mil personas se movilizaron desde Calilegua hasta Libertador Gral. San Martín para exigir “la cárcel efectiva a los responsables cívicos y militares del exterminio”. La tradicional “Marcha del Apagón” esta vez confluyo con una protesta de los propios trabajadores del Ingenio Ledesma que llevan tiempo reclamando una negociación salarial al dueño Pedro Blaquier también señalado por organizaciones populares y organismos de derechos humanos por la tortura y desaparición de cientos de personas en la provincia de Jujuy. Previo a la tradicional “Marcha” los trabajadores del Ingenio que cortaban la ruta fueron reprimidos en otra de las acciones de intimidación de parte del gobierno que conduce Gerardo Morales. Es la misma provincia donde se encarceló a la dirigente Milagro Sala mediante un proceso judicial plagado de irregularidades y fueron detenidos luego militantes del gremio de trabajadores municipales, SEOM. Es allí en la provincia de Jujuy donde el gobierno del radical oficialista Morales ha montado un verdadero laboratorio de criminalización y judicialización de la protesta social.
Repercusiones del malestar social
El gobierno de Macri tomó nota de la respuesta popular. En general, minimizando las movilizaciones de protesta o recurriendo a “la pesada herencia” para justificar que “no hay más alternativa” que tomar las medidas que se están aplicando para “ordenar el barco” y tantos otros argumentos que a esta altura forman parte del nuevo relato M. El propio Mauricio Macri en persona salió estos días a poner el cuerpo dando entrevistas -a medios afines- para intentar corregir el entuerto hecho por sus ministros, que no es otra cosa que el plan del gobierno. La devaluación, la quita de retenciones al agronegocio y mineras, el tarifazo, entre otras son medidas regresivas, que golpean el bolsillo de los sectores populares. No es un problema de comunicación y el gobierno lo sabe. Por estas horas se evalúan los costos políticos que deberá sufrir el gobierno por implementar un ajuste que beneficia a una inmensa minoría y perjudica a la mayoría.
Cambiemos enfrenta una serie de dilemas, quizá el más importante sea como sostener la gobernabilidad en un país cuya economía no crece –frenada ya durante el gobierno de Cristina Kirchner- y donde las metas propuestas para el segundo semestre están lejos de cumplirse. Es probable que en el gobierno estén pensando en un ambicioso plan de obra pública que entre otras cuestiones le permita llegar a la elección de medio término de 2017 en mejores condiciones y sin los nubarrones que hoy le toca enfrentar.
Algunos periodistas del “establishment” ya advierten en sus respectivas columnas de opinión sobre el “pronostico inestable para el clima social” y según Julio Blanck uno de los mayores desafíos políticos del gobierno de Mauricio Macri es “terminar el mandato”. Llama la atención la advertencia cuando Macri lleva solo 7 meses de gobierno. Pero quizás no si se toma en cuenta los dichos de Joaquín Morales Sola en el diario La Nación, algo mas solemne al referirse que Mauricio Macri sabe que su “gobierno depende de la paciencia de los argentinos”.
En ocasiones anteriores, mencionamos desde estas columnas que la resistencia a las políticas reaccionarias macristas se hallaban en el devenir de la calle y la movilización popular. Algo de eso está ocurriendo, cuando la sociedad argentina empujada por la acción de los sectores populares y de trabajadores y trabajadoras va dando señales de rebeldía. Es interesante el llamado a un “pique-tetazo” convocado frente a una acción de censura policial a una madre que amamantaba su hijo en una plaza. Pero son señales que dan cuenta de una maduración del pueblo argentino y del arraigo de una cultura de protesta, indispensable para la construcción de una sociedad justa y emancipada.
En el plano político las señales son algo confusas, es un momento de reacomodamiento propiciado en parte por la crisis del kirchnerismo y la diáspora dentro del FPV. Existe el espacio para una fuerza política que se proponga la tarea de articular las luchas en curso, los procesos por abajo de construcción de organización popular y que al mismo tiempo se plante como alternativa política a los partidos tradicionales. La tarea no es sencilla, pero no puede estar ajena a los diferentes espacios progresistas y de diversas izquierdas que se planteen como una alternativa de poder empalmando sin sectarismos estériles con las movilizaciones de grandes y amplios sectores de nuestro pueblo.
*Militante del Frente Popular Darío Santillán.