Por Mariano Pacheco. El pasado jueves y viernes Vicente Zito Lema visitó Córdoba para presenciar la puesta en escena de una de sus obras de teatro y participar del homenaje a una militante detenida-desaparecida en 1975.
El jueves pasado, en el marco del cincuentenario de la Cooperativa Integral de Villa Carlos Paz, Vicente Zito Lema presenció en la Casa de la Cultura de la Coopi la puesta en escena de su obra de teatro “La Gran Cloaca del Mundo”.
El unipersonal se realizó bajo la dirección de Toto López y la actuación de Paula Martínez. “Es una obra muy fuerte, que aborda el tema de la locura, de la pobreza, de la represión como Terrorismo de Estado en la década del 70”, contó Zito Lema minutos antes de comenzar el acto en homenaje a una militante detenida-desaparecida en 1975. “Yo sé que cuesta que la gente se acerque a obras de este tipo, porque el entramado es muy dramático. Pero para mi sorpresa la sala estaba llena. Una de las esferas de este dolor profundo que conoció nuestro país, aún sigue con vida, que es el maltrato, la discriminación, el salvajismo con el que son tratados los enfermos mentales en los llamados manicomios”.
Vicente Zito Lema nació en Buenos Aires en 1939 y, casi desde entonces, ha sido un ferviente hincha de Racing. Durante la década del 70 fue abogado de presos políticos y miembro de la legendaria revista Crisis. En aquellos años compartió iniciativas con Julio Cortázar, Rodolfo Walsh, Francisco Urondo, Eduardo Galeano y Haroldo Conti, entre otros referentes de la cultura. Desde hace décadas alterna sus múltiples oficios: psicólogo social, docente, escritor en sus variadas facetas (poeta, periodista, narrador, dramaturgo), y pensador sagaz. Viaja con frecuencia por todo el país: lleva sus reflexiones y producciones artísticas hasta los rincones más profundos de la patria. Ha publicado numerosos libros de poesía, teatro y psicoanálisis.
En su paso por Córdoba, el viernes, Vicente leyó en la Sala de Libros Prohibidos del Archivo Provincial de la Memoria (ex Centro Clandestino de Detención del Departamento de Informaciones de la Policía de la Provincia de Córdoba), el texto que escribió en homenaje a una militante cordobesa del Partido Revolucionario de los Trabajadores y combatiente del Ejército Revolucionario del Pueblo detenida-desaparecida en Buenos Aires el 12 de abril de 1975: “Prosa del piano roto: Recordando a Silvia Inés Urdampilleta”.
Silvia Inés Urdampilleta había nacido en Jujuy el 10 de abril de 1947. Su madre, Ines Urdampilleta, viajó desde Córdoba para parir a Silvia allí, ya que era “madre soltera”. Silvia inició su militancia en las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL) y luego se incorporó al PRT-ERP, en 1971. Ese mismo año fue detenida y encabezó luego la fuga de la Cárcel del Buen Pastor, el 11 de junio de 1971. De allí partió a Buenos Aires, donde fue detenida el 9 de abril de 1972 y liberada por la amnistía presidencial el 25 de mayo de 1973. “Una compañera de quien fui defensor cuando estuvo detenida y a quien quise mucho”, expresó Zito Lema y recordó que la conoció en un bar de la calle Corrientes, en Buenos Aires, cuando Mario Roberto Santucho se la presentó y le pidió que la cuidara.
Entrecortado por los momentos de emoción, Zito Lema convidó a los presentes con algunas de sus reflexiones, antes de leer su texto. Recordó que él formaba parte de una generación que había convivido con la muerte (“que no era una viejita de pelo blanco, sino algo cruel”, afirmó) y manifestó sentirse conmovido de estar allí, en el D2, donde los militares habían transformado “la crueldad en algo absoluto”. Y enseguida hizo referencia a su exilio, y a su visita a la casa de Ana Frank: “Este es un espacio de mayor dolor aun, porque Ana Frank, si bien se convirtió en símbolo, fue una persona, pero por acá pasó mucha gente, cada una con su propio universo, universos múltiples que fueron aniquilados”.
El escritor confesó que en un primer momento, cuando comenzó en nuestro país el debate acerca de qué hacer con esos lugares, él manifestó que sentía un profundo deseo por “volar” esos sitios. Pero luego comprendió que era un acto de egoísmo hacer algo así, porque al destruir esos lugares quedaría un vacío y con el paso del tiempo se olvidaría lo que allí había sucedido. “Este lugar fue un espacio de muerte, pero la muerte perdió la partida, porque hoy es un espacio de vida”, afirmó Zito Lema, quien luego arengó: “Menéndez puede estar vivo biológicamente, pero los genocidas como él están muertos para la historia Argentina”.