Por Ricardo Frascara. Neuer arañó el Balón de Oro y reivindicó así la importancia de un jugador clave para cualquier DT. Es el representante máximo, no sólo del arco, sino también del área, función en la que fue pionero el argentino Amadeo Carrizo.
Hace un rato estaba viendo por TV una filmación en la que Pep Guardiola masacraba a penales a Manuel Neuer, el arquero del Bayern Munich fusilado por su entrenador. Pep festejaba y todo los goles. Era otra vez un pibe lanza pelotas. Alrededor del DT catalán esperaban turno diez o doce pelotas dispuestas a convertirse en misiles antiarqueros. Me quedé tratando de interpretar la imagen. Era una escena de la intimidad. Fue como ver desnudo al mejor arquero del mundo del momento. Seguramente el míster lo considera como un hijo y estaba dándole una clase de penales. Neuer no lo necesita, fueron decisivas sus atajadas de penales en la temporada de la Bundesliga y de la Champions Cup. Con Pep sólo jugaba. El DT entretenía a uno de sus críos.
Su gran año como paragoles del campeón alemán y europeo y nada menos que del seleccionado alemán campeón del mundo, no le alcanzó a Manu (*) para obtener el Balón de Oro, para el que estaba ternado. Entonces fui a revisar papeles, o como se llame ahora gracias al ordenador. En la historia sólo un arquero resultó ganador del Balón de Oro que entregaba France Football entonces. Fue en 1963, cuando resultó coronado el ruso Lev Yashin (1929-1990). La Araña Negra, el hombre que tapaba el arco como nadie. Arquero del Dinamo de Moscú entre 1947 y 1971, se retiró a los 42 años, tras haber ganado cinto campeonatos de la Liga y tres copas de la Unión Soviética; campeón de los Juegos Olímpicos de Melbourne (1956) y de la primera versión de la Eurocopa, en 1960. Finalmente fue elegido como el mejor arquero del Siglo XX por la FIFA.
Qué fenómeno lo de los guardavallas, no pueden equivocarse nunca. No cabe duda de que es el jugador más raro del fútbol. Su mayor rareza consiste en que no juega. Al contrario, trata de tener la pelota lo más lejos posible. No quiere compañeros en el área, disfruta de su soledad; está en permanente vigilia. Mientras los demás quieren la pelota, la acarician, gozan pisándola, para atrás, para adelante, él nada. Solamente observa, tiene entrenados los nervios para la respuesta más rápida que cualquier otro, pero trata de no poner en uso esa virtud. Manuel Neuer es el arquero más concentrado que conoce Guardiola. “¡Es único, es un fenómeno”, abunda Pep. En realidad es el resultado de una cadena de grandes jugadores que contribuyeron a desarrollar la estrategia del arquero.
Mucho habló el periodismo de Amadeo Carrizo (88), guardameta legendario de River Plate . Jugó 552 partidos en River y 19 en el seleccionado, y cumplió la hazaña de mantener su valla invicta durante 769 minutos, a los 42 años. Se lo recuerda como el innovador del juego del arquero. Era el dueño del área, amplió así el dominio tradicional, la labor más estática de cuidar el arco. Al descolgarse del travesaño, lugar de la mayoría de sus antecesores, Amadeo forzó a pensar más a los rivales. Ya no era cosa de llegar lo más cerca posible del arco y patear, los ataques tuvieron que reubicarse, porque empezaron a aparecer los arqueros que anticipaban la jugada, salían a cortar, eran fieras que domaban delanteros. Recordemos si no al Tarzán boquense, Antonio Roma, de impresionante agilidad y potencia, o al paraguayo José Luis Chilavert (49), gran atajador y goleador récord (**); al loco Gatti, ejemplar multifacético, burlón, desafiante. O Ubaldo Matildo Fillol, campeón mundial 1978 de sorprendentes reflejos.
Y si observamos atentamente el desarrollo de las acciones en el área y sus inmediaciones, veremos el trabajo básico del arquero, la condición esencial para triunfar en un puesto antiguamente menospreciado en el baldío: la ubicación. Véanlo tanto al alemán Neuer como al racinguista Sebastián Saja: siempre dando pasos cortos de costado, mirando fijo, agazapado, esperando los disparos anticipando el recorrido de cada pelota. ¿Cuántas veces puteamos a un atacante por patear al cuerpo del arquero? Yo soy recordman de esa puteada, no puedo creer que no encuentren el vacío en un arco de siete y pico metros de frente. Yo lo llamo “pase al arquero”. Pego el grito como un loco frente al televisor: “¡¿Qué hace este?! ¿Juega al fútbol o tira al blanco?… porque siempre que patea la pelota va a las manos del arquero (le explico a mi mujer)”. No es así, hay que ser más justo, el que patea no es tan burro, nada más que el arquero es más inteligente. La ve venir. Se entrena para verla venir. Trabaja para verla venir. Neuer o Iker Casillas o Saja, son como agrimensores, jalonan el terreno (área) y miden todos los ángulos de entrada. Y en este fútbol pensado, medido hasta los últimos detalles, gobernado por entrenadores constructores de fortalezas, el arquero es la vedette. Neuer lo demuestra.
(*) En el arco del seleccionado alemán juega desde 2009, donde en 52 partidos recibió 43 goles.
(**) En partidos oficiales anotó 48 goles. Primer arquero en la historia en marcar un hat-trick, el 28 de noviembre de 1999, cuando jugando para Vélez marcó tres goles de penal a Ferro Carril Oeste.