Por Fernando Bercovich. Presentado como abanderado de los pobres por la mayoría de los medios locales y denunciado por cómplice de la dictadura por otros, el papa Francisco promete ser una figura influyente en la lucha por el poder a nivel nacional.
Además de sorpresa, la designación de Jorge Bergoglio como papa trajo a la memoria de muchos la complicidad de la Iglesia Católica argentina con las sucesivas dictaduras militares que interrumpieron la vida institucional del país.
Testimonios de ese vínculo fueron, entre otros, los aviones de la Armada que bombardearon la Plaza de mayo en junio de 1955 pintados con un símbolo que se traducía como “Cristo Vence”, luego re-significado por la resistencia peronista.
En diálogo con Marcha, Luis Zamora, abogado querellante en la causa que investigó los delitos cometidos en la ESMA, es contundente cuando describe la actitud de Bergoglio como testigo: “Bergoglio se mostró totalmente reticente a colaborar en el esclarecimiento de los hechos. Hubo que ir hasta el Arzobispado para tomarle declaración porque se negó a ir a declarar haciendo uso de los beneficios que su cargo le daba”.
Christian Von Wernich, detenido desde 2003 y condenado desde 2007, sigue dando misa preso en el penal de Marcos Paz. Es que el ahora papa, presentado por la mayoría de los medios locales como abanderado de los pobres y posible renovador de la Iglesia Católica, no se encargó de excomulgarlo. Tampoco hizo lo propio con el cura Julio César Grassi, condenado por abuso de menores. Estas actitudes de “Bergo”, como lo llaman los más cercanos, muestran que la tan anhelada renovación podría estar más lejos de lo que se cree.
Los diversos artículos escritos por Horacio Verbitsky son los peores enemigos de Francisco. El último, titulado “Cambio de piel”, es el más contundente. Al final se muestra la imagen de un documento firmado por Bergoglio en el que se le niega el pasaporte a Francisco Jalics a raíz de “contactos guerrilleros y actividad disolvente”. Según ese mismo documento esos datos fueron suministrados por el propio Bergoglio.
Luis Zamora aporta además que el Arzobispo de Buenos Aires “sabía que en la ESMA había detenidos y sin embargo no hizo ninguna denuncia al respecto. Se limitó a seguir la jerarquía eclesiástica sin tener ningún documento escrito que pruebe esos pedidos a sus superiores”. Y agrega: “Bergoglio dijo haber avisado a la familia de Yorio que estaba detenido en la ESMA y eso es mentira porque cuando declaró su hermano dijo que nadie le había dicho que estaba detenido allí. No los protegió sino todo lo contrario porque tuvo conocimiento del operativo que se llevó a cabo en la Villa de Bajo Flores y que terminó con el secuestro. Todo el tiempo contestaba con evasivas. Estaba claro que estaba reteniendo información pero había que ser muy cuidadoso con las preguntas porque estaba declarando como testigo y no como imputado”.
La relación de Bergoglio con los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner nunca fue buena. Empeoró en 2008, durante el enfrentamiento por la resolución 125 cuando el entonces cardenal fue una de las pocas figuras aglutinantes de los partidos de la oposición y terminó de empantanarse cuando en 2010 el gobierno impulsó la ley de matrimonio igualitario a la que el ex arzobispo calificó como “una movida del diablo”. Sin embargo Luis Zamora no los ve como dos actores tan enfrentados: “El gobierno no ha impulsado que se investigue a Bergoglio a fondo como sí lo hizo con otros personajes y sin eso es muy difícil avanzar”. Probablemente la oposición respecto a la legalización del aborto por parte de CFK hizo que la relación entre ambos no se terminara de romper. Sólo conjeturas.
Apartando de la escena a Elisa Carrió, quien mostró una muy pobre performance en las últimas elecciones, uno podría pensar que el apoyo más coherente del ahora papa sería para el PRO de Mauricio Macri. Esa suposición coincide con la alegría que demostró el jefe de gobierno porteño al enterarse de la elección, a tal punto que declaró asueto en las escuelas públicas y privadas el próximo martes, día de la asunción del papa Francisco. No obstante, su relación con esta fuerza quedó delicada luego de que el líder del PRO no se opusiera con suficiente persistencia a la Ley de matrimonio igualitario.
Por otro lado también Daniel Scioli se mostró exultante con la elección del arzobispo y recordó que recibió críticas desde el kirchnerismo por mostrarse cerca de él. No hay que olvidar que uno de sus avisos publicitarios más difundidos durante la campaña de 2011 era una foto suya rezando junto a su esposa acompañada de la frase “yo creo en Dios”. Sin duda más de un dirigente político nacional aspira a mostrarse cercano al nuevo papa.
En materia de política nacional, sin embargo, no se sabe qué esperar de un camaleón. Con esa palabra lo describe Claudio Mardones en una excelente radiografía del entonces arzobispo publicada en la última entrega de la revista Crisis. Este cura que se ordenó tardíamente y que pasó por la extrema derecha peronista (Guardia de Hierro) a la vez que supo tejer alianzas con los sacerdotes tercermundistas, demostró tener una gran cintura política que lo llevó al lugar que ocupa. Por eso sus gestos de amistad cotizan alto y muchos corrieron a embarcarse hacia Roma para poder presenciar su asunción.
Austeridad. Esa fue la palabra elegida por la mayoría de los medios de comunicación desde que Jorge Mario fue elegido papa el pasado miércoles. Los bocinazos festejando el hecho, sin embargo, no se escucharon en los barrios más humildes de la capital sino en Recoleta y barrios aledaños. Menos austeros son los subsidios que el Estado Nacional otorga anualmente a la Iglesia Católica. Estos rondan los 3.000 millones de pesos anuales entre los cuales se cuenta el financiamiento a las escuelas privadas católicas.
No hay pronóstico posible acerca de la influencia que pueda llegar a tener Francisco en el entramado político nacional. Sin dudas tiene en agenda temas más importantes que resolver como los casos de pedofilia en distintas parte del mundo o las maniobras poco claras en el Banco del Vaticano. Su primer gesto político seguramente será a quién designe como su sucesor en Argentina.
Lo que sí es seguro es que en un país atravesado por una fuerte crisis de representación, donde la Iglesia tiene mejor imagen que los políticos (aunque muchos creyentes dicen no sentirse representados por la institución), y donde la única oposición de peso al gobierno nacional es una corporación mediática, Francisco será una figura influyente de acá en más. Y a nadie le conviene tener al representante de dios en la Tierra como adversario político. Mucho menos si es argentino y peronista.