Por Mario Hernández. Un análisis de la muerte del fiscal Nisman, la “lectura” del kirchenrismo, el rol histórico de la SIDE primero y la SI, después. En cuánto la balanza de la democracia inclina a un Estado hacia su faceta benefactora o terrorista.
Alfredo Grande es psicoanalista, médico psiquiátrico, presidente del centro de Salud Mental, ATICO y colaborador de la Agencia Pelota de Trapo. En diálogo con Marcha, analizó el caso de la muerte del fiscal Alberto Nisman.
Grande entiende el rol del Estado en democracia en su doble sentido, como benefactor y terrorista, aludiendo a la figura del “Estado represor”, en términos althusserianos, hace un recorrido de este rol en su faceta actual en relación a la muerte del fiscal. En esta entrevista, analiza el “asesinato” de Nisman, así como lo entiende Grande, el rol del Estado, la “década ganada” y el recorrido histórico de la SIDE y la SI.
– Analizando en profundidad el tema AMIA, me quedó muy instalado algo que comentó a fin de año en oportunidad de cumplirse el décimo aniversario de la Masacre de Cromañón. Para ser textual manifestó: “la democracia implica un estado bifronte, es decir, simultáneamente benefactor y terrorista, y por eso es tan destructivo. Creo que Cromañón es la cara visible, no la máscara (la máscara es Ibarra), de este Estado terrorista”.
Allí insistió en ese concepto de Estado terrorista en democracia. Concepto que se podría tomar como una frase más, o una manera más de presentar tus puntos de vista, pero que cobró una actualidad tremenda, precisamente a partir de la muerte del fiscal Nisman.
El tema es que no son frases vacías. Creo que justamente con lo de Nisman, en su expresión más brutal que es el hecho de su muerte, la cultura represora empezó a girar en falso en relación al suicidio inducido o asesinato, como si fueran distintos.
Esta semana publique un artículo en “Pelota de Trapo” donde me refiero a esto. Si (Nisman) se hubiera suicidado, hubiera sido un suicidio épico donde la persona se viste de gala, que es un alegato, no en calzoncillos en el baño. Son cosas muy elementales. Por lo tanto, creo que evidentemente hubo un asesinato. Ahora, la gente se puede asesinar a sí misma, pero no deja de ser asesinato.
–Y las versiones respecto de cómo sucedió…
Exacto. Después vienen todas las teorías encubridoras, de alto cinismo. Aun así, el hecho es que este hombre murió, lo mataron, como murió Néstor Kirchner en su momento. Nadie podía osar desmentir la versión oficial, que se había muerto de un tema cardiovascular, a pesar de todo lo que rodeó a la muerte de Néstor, el día del censo, el cajón cerrado, etc.
Vi en Facebook una publicación que refiere a la diferencia entre Yabrán y Nisman. Y es que Yabrán se suicidó y Nisman tampoco. No sé qué es peor, si el asesinato de Nisman o la forma en la que reaccionó el Poder Ejecutivo ante el hecho. Eso de hacernos creer que disolvieron el espionaje en la Argentina, por ejemplo, mientras todos sabemos que cada fuerza de seguridad tiene su servicio de espionaje. Yo no le llamaría “inteligencia”, porque sería insultar a la misma.
En el medio de este análisis, aparece Milani. Yo en todo caso, prefiero a la SIDE, porque Milani tiene un pasado tenebroso.
–¿El análisis arrojaría un escenario más claro?
Estado terrorista no es lo mismo que terrorismo de Estado. Terrorismo de Estado es cuando el terror ocupa todo el espacio del Estado, en cambio, en el Estado terrorista hay un Estado Benefactor, como la asignación universal, las jubilaciones a las amas de casa, el matrimonio igualitario, etc. El kirchnerismo ha hecho mucha obra en ese ámbito, el problema es que no ha desalojado al Estado terrorista, desde el hambre hasta la Masacre de Once -después vinieron los trenes con aire acondicionado, es muy fuerte eso-. Es lo mismo que disolver la SIDE, en términos comparativos: fue la Masacre de Once y la respuesta del Poder Ejecutivo fue poner trenes con aire acondicionado. ¿Por qué no lo hicieron antes?
Retomando el artículo que escribí, “Fascismo de consorcio”, expresión que se me ocurrió en una charla que dimos con Enrique Carpintero (psicoanalista, director de la revista Topía) en Psicología, hace más de diez años. Me refiero a un fascismo berreta, en ese sentido, creo que éstas son formas del fascismo donde se da una masacre y vienen las medidas reparatorias.
-¿Y como toma las declaraciones de la Presidenta cuando informó la disolución de la SI?
Cristina dice “una deuda de la democracia”, no existe tal cosa. Alfonsín tuvo muchos errores, pero estuvo jaqueado por los militares, con la CONADEP y por el Juicio a las Juntas, por la Iglesia por la ley del divorcio, por la CGT que le metió 15 paros, por la hiperinflación que fue un golpe de Estado, etc. Adjudicárselo a Alfonsín no tiene sentido. En cambio Cristina viene de la “década ganada”, sin embargo, esa década no incluyó la disolución de la SIDE, o sea que para ganar no había que hacerlo.
¿Qué cambió el asesinato de Nisman? Si lo reconocieran sería más tranquilizador, el tema es que no lo hacen, haciendo del vicio, virtud de la vieja estrategia de los curas. Ahora descubren que la SIDE está corrupta, y que es la cara no visible del Estado terrorista. Esa frase que dije: “el Estado terrorista” tiene nombre y apellido: Servicio de Inteligencia, la vieja Coordinación Federal, la Sección Especial donde se torturaban personas en el primer gobierno peronista.
-¿Donde ahora está la Comisaría 8ª, frente al Hospital Ramos Mejía?
Hay que hacer memoria: el Estado terrorista fue la Triple A, la masacre de Ezeiza, Kosteki y Santillán, quienes fueron asesinados en democracia. Entonces, cuando alguien dice que en democracia no hay Estado terrorista, lo mando a CORREPI a hablar con María del Carmen Verdú, porque las estadísticas son tremendas.
La democracia incluye, un Estado terrorista y un Estado benefactor, el predominio depende de la balanza de pagos; cuando hay dinero podes ser más benefactor, cuando las cosas se complican, empezás a ser un poco terrorista.