En el marco de la feria del libro, y del mes del libro, entrevistamos a Alejandro Dujovne, Dr. en Ciencias Sociales y director del Centro de Estudios y Políticas Públicas del Libro de la Universidad Nacional de San Martín, para conocer su opinión sobre la situación actual del Libro en Argentina y los desafíos de un rubro en el que intervienen múltiples actores.
Esta entrevista forma parte de una serie de trabajos que desde la sección Cultura de Marcha se llevarán a cabo para entender al libro en América Latina.
Por César Saravia y Carla Lorenzo
Arrancó la feria del libro, no sé si nos podés contar un poco, ¿qué expectativas tenés de esta feria? ¿Cómo ves la situación actual del sector del libro en Argentina?
A ver, un par de cosas acerca de la feria. Hubo eventos de distinta escala en estos últimos dos años pero la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires sigue siendo el evento que congrega la mayor cantidad y a la mayor diversidad de actores del sector editorial. Por un lado, un número muy grande de público, y muy diverso, por otra parte. Este va a ser un momento de encuentro y va a haber una energía particular, porque si bien uno pudo seguir comprando libros (durante la cuarentena), uno pudo seguir asistiendo a charlas y, de hecho, se multiplicaron las actividades por pantalla, lo cierto es que la feria ofrece algo muy singular, que es el encuentro físico, el encuentro en un espacio, en un momento determinado, entre editorxs, librerxs, público, autorxs, ensayistas, etc. Esto ocurre en esta feria y en otra feria, pero que bueno, por la magnitud, por el tamaño, por la cantidad de cosas que suceden en ese predio, más una tradición, nos hace que tenga esa posibilidad de encuentro. También va a ser una suerte de termómetro de cómo está el mercado. Sí, vamos a ver cuánto se vende, cuánto público asiste, porque ya no tiene que limitarse, por lo pronto, con la pandemia, porque en principio si uno ve cómo está funcionando la ciudad de Buenos Aires y alrededores, que es básicamente de donde va a venir el público, pareciera que la pandemia no existió. Entonces, va a ser menos problema la pandemia que el bolsillo. ¿Cuánto tiene la gente para pagar una entrada? ¿Para movilizarse hasta la feria? ¿Para comprar algo de comida? Y, por supuesto, ¿para comprar libros? ¿Cuántos libros se van a comprar? Yo creo que esa es una incógnita que se va a terminar de resolver ya durante los días de la feria.
¿Cómo ves el libro hoy? Ya sea en las librerías o en las diferentes ferias que se fueron haciendo.
Tiene muchas aristas esto. El libro uno puede decir que se recuperó. Quiero decir: las librerías están funcionando, no hubo un cierre masivo de librerías ni mucho menos, que era el principal miedo (durante la pandemia), porque el cierre total hermético de las librerías no duró demasiado o hubo otras formas en todo caso de ventas: venta por delivery, o venta sobre la vereda, y no necesariamente en el salón. Digo, eso se fue recuperando rápido.
Entonces, el impacto no fue tan grande. Sí el impacto se vio más en los efectos de la pandemia sobre el poder adquisitivo de los sectores medios, que en todo caso es el principal sector comprador de libros, que no tiene tal vez el margen de dinero como para poder comprar. La pandemia se notó más en eso, en el bolsillo que en la restricción. Entonces, por un lado, el sector llega funcionando, no tenemos un sector que se paró. Sí llega golpeado, golpeado básicamente por la cuestión económica, pero también hay que tener en cuenta que la pandemia le pegó a cada país y a cada persona de modo distinto en función de cómo estaba antes, de cómo estaba parada o parado ese país, esa persona. A los países que tenían un dinamismo económico, que venían con un ahorro o lo que fuera, la pandemia les pegó, pero tuvieron más capacidad de rehacerse. Argentina venía de una situación económica muy mala y el libro venía en situación especialmente mala. Entonces, cuando llega el nuevo gobierno había muchas expectativas en que iba a haber políticas específicas para acompañar la reactivación del sector del libro y justo viene la pandemia, que lo que hizo fue agudizar una situación muy complicada.
El Estado compensó apenas parcialmente eso, porque el Estado tenía que atender muchísimas urgencias y no pudo concentrarse, entonces hubieron compras estatales y reactivaron algunos planes que estuvieron muy bien. Por otra parte, la situación del libro diría que hay que medirla en primer lugar por la cuestión económica, el sector llega con mucha necesidad de recomponerse y con mucha capacidad para recomponerse. Quiero decir, hay muchas editoriales que están trabajando bien, con muchos, con buenos catálogos, hay libros de muchísima calidad y un sector profesional que tiene mucha capacidad para crecer más y está necesitando un público para eso. También la pandemia lo que hizo fue hacer que aquellas formas o estrategias, esas formas de comunicación que tenían editores o editoriales y librerías, a través de los medios digitales, que eran un poco intuitivas, que apenas había algún pensamiento un poquito más estratégico, bueno, se acelerará todo eso y se reflexionará un poco más. Quienes estaban pensando en hacerlo lo hicieron, quienes estaban más reticentes en hacerlo, tuvieron que empezar a pensar cómo comunicar mejor su librería, su editorial, cómo realizar actividades y cómo publicitar sus libros en las múltiples formas que ofrece lo digital desde, por supuesto, las plataformas digitales de comercialización de libros físicos y también del libro digital, en el caso de las editoriales, pero también Instagram, Facebook, o Whatsapp, etc. Lo que se abrió fue un modo, e incluso muchas librerías y editoriales abrieron tiendas digitales específicas.
¿Qué queda de todo eso? Yo creo que fue una experiencia importante, pero implica también energía, implica recursos humanos, recursos económicos para sostener actividades online, para sostener la comunicación y lo que tenemos es un mundo editorial-librero argentino de muchos actores. Pero muchos actores son pequeños, no necesariamente viven de esto, entonces hay que ver qué capacidad tienen para sostenerlo. Lo cierto es que lo digital, y ya no en la discusión de si libro digital o libro físico, esa discusión clásica que ya quedó totalmente, o por lo menos por un largo rato, dirimida, sino cómo lo digital aparece en todos los aspectos del proceso de producción, comercialización, distribución, comunicación del libro, me parece que es esa la cuestión, y creo que la pandemia hizo que se aceleraran esos procesos.
Hay algunos programas que están llevando a cabo por parte del gobierno, por ejemplo, el “Plan Libro Argentino”. No sé si podrías contarnos un poco de eso.
Yo estoy dirigiendo desde hace más o menos dos años el Centro de Estudios y Políticas Públicas del Libro de la Universidad Nacional de San Martín y desde ahí estamos trabajando juntos con la Cancillería, con la Dirección de Asuntos Culturales de Cancillería y la Cámara Argentina del Libro. Estamos trabajando en un plan estratégico de internacionalización editorial. ¿Qué quiere decir eso? Que a diferencia de acciones aisladas que pueden llevar tanto a sector privado como a sector público, o en conjunto, lo que necesitamos es un plan con objetivos de corto, mediano y largo plazo que permitan definir una serie de acciones para progresivamente ir recuperando mercados externos y desarrollando nuevos. Argentina tiene de vuelta, como dije antes, una enorme potencialidad en términos de producción de contenido, me refiero tanto literatura, ensayo, etc. Me parece que Argentina tiene una enorme potencia para avanzar en mercados internacionales y eso no se corresponde con la bajísima presencia internacional. Argentina podría ser un actor importante en el mercado editorial de la lengua castellana y un poco más, quiero decir más allá de la lengua, a través de la exportación de derechos. Mi diagnóstico es que no sucede, Argentina pasó de ser un actor relevante a un actor muy secundario en el mercado del castellano. Entonces, lo que necesitamos es salir de acciones espasmódicas, de acciones aisladas, y tener un plan.
Entonces lo que estamos haciendo nosotros, junto con la Cancillería y la Cámara Argentina del Libro, es trabajar en ese plan. Lo que se va a presentar ahora es un primer documento estructurador, organizador, donde se va a discutir que ese documento está hecho en base a una serie de reuniones con muchísimos actores, públicos y privados. Y en agosto ya presentamos el plan en sí mismo, el plan ya muy operativizado, con cómo tiene que ser llevada, qué países, qué ferias, cuántos actores, cómo se tiene que estructurar las acciones. Todo eso se va a presentar en agosto, pero ahora vamos a hacer una primera presentación durante la jornada de profesionales de la feria.
¿Dentro de este Plan del Libro Argentino se abarcaría a todos los actores que trabajan dentro del libro o solamente serían, como fue en algún momento, el Instituto del Libro, traductores y escritores?
En este caso el Plan del Libro no, no busca que estén. Buscan tener una mesa de trabajo, donde los principales actores que puedan tener un rol en la exportación, no es que todos los actores estén presentes porque hay actores que necesariamente no venden. A ver, aclaro una cosa, que un actor no venda, una librería o lector común, ¿en que lo puede beneficiar esto? Si en realidad tiene un mercado local. Pero eso sería una visión muy corta. Quiere decir, si el mercado editorial argentino exporta más, exporta libros físicos, exporta traducciones, derechos de traducción, todo el mercado se fortalece, ¿por qué? Porque las pequeñas editoriales van a poder vivir de esto, porque los libros se van a abaratar, porque van a poder publicar más títulos que antes no podían publicar. Entonces, necesariamente todo eso redunda en mayor habilidad en el mercado argentino, mejor precio editorial, es más fuerte, más gente trabajando en esto, mejores sueldos. O sea, la exportación lo que hace es consolidar y fortalecer el mercado local, entre otras cosas, que es lo que necesitamos. Entonces el impacto es para el conjunto del sector del libro aun cuando no sean exportadores.
Además del Plan del Libro, ¿qué otras políticas públicas nos podés comentar que se están impulsando? O si no se están impulsando, para vos, ¿qué es lo que está faltando en este momento?
Para mí un programa muy importante, que bueno, en realidad no debería decirlo yo, porque yo participo, pero bueno, no deja de ser importante porque al mismo tiempo está todo lo de ser objetivo respecto a esto, es el Programa Sur de Traducciones. Es un programa que tiene un consenso total en el sector del libro. El mundo del libro es un lugar de mucha polémica y de mucha disputa, a veces muy buena y a veces no necesariamente así, y en el caso del Programa Sur hay un consenso total acerca de su importancia. Está funcionando desde el año 2009 si mal no recuerdo, y lo que hace es financiar la traducción de autores y autoras argentinas en el exterior. Sí, tiene buenos recursos y eso ha permitido que muchísimas autoras que no eran conocidas, y cuyas posibilidades de circular afuera no existían, ahora lo sean, y circulen muy bien de hecho. Uno puede ver en la cantidad de reconocimientos y premios de autoras argentinas, sobre todo autoras, porque en el último tiempo hubo muchísimas escritoras argentinas que venden bien y tiene muchos premios. Y si se ve los subsidios del Programa Sur, fueron sus libros receptores de esos apoyos. Entonces, ha tenido un rol específico. Al principio del Programa Sur, las demandas eran Borges, Cortázar, Sábato, entre otros, y uno ve que a medida que pasan los años, estos autores van quedando atrás y van apareciendo autores y autoras contemporáneas. Eso muestra cómo Argentina, a través de una política pública específica, logra volver a posicionar al país en un mercado, sumamente competitivo y donde, por supuesto, España es el gran actor, entonces nosotros somos como un país que corre detrás de España en el mercado de lengua, pero que logra tener buena presencia en las ferias internacionales.
Políticas públicas faltan muchas. En el sector del libro en Argentina tiene muchos problemas, de todo tipo, estructurales, que requieren de una acción, de muchas acciones, hablamos del plano internacional recién pero no hace falta irnos más allá de las fronteras para entender que el libro en Argentina tiene problemas tales como el enorme desbalance territorial, en términos de editoriales y librerías. La proporción de libros que se publican en CABA no tiene relación con el resto del país. Córdoba aparece en un lejanísimo segundo lugar y Rosario está cerca de Córdoba y no mucho más. Y en librerías tenemos librerías por supuesto en todo Buenos Aires. Pero también si miramos con un poquito de atención vemos que en la misma Buenos Aires no están equitativamente repartidas y tenemos mucha concentración en unos barrios y menos en otros, y si nos vamos a otras provincias, y otros distritos, vemos que hay un déficit muy importante y si hay pocas librerías hay poco lectores. Y no digo que la relación sea esta: “porque hay pocos lectores, hay pocas librerías”. La relación, si se trabaja bien, es a la inversa. Hay pocas librerías, por lo tanto, hay pocos lectores. Porque la librería, que es un negocio independiente, las chiquitas, no las cadenas, es un negocio de bajísima rentabilidad, o sea, quien se mete a eso lo hace por amor al libro y no para hacerse millonario.
Entonces, el rol del Estado está en construir programas que faciliten que aquella persona que tiene vocación, interés por los libros, puede armar una librería y esa librería se convierta en un dinamizador cultural, en esa comunidad, en esa cultura que genera acciones que visibilice, que vaya generando sus lectores. Hay lectores potenciales que tal vez no leen porque no tienen la cercanía de la librería, no se les ocurre leer porque es difícil comprar a través de Internet. La librería genera eso. Es una medida que no puede ser aislada, tiene que haber una cantidad de acciones que permitan y faciliten eso.
¿Cómo valoras la recomposición del sector independiente? ¿Cómo llegan posicionadas hoy las editoriales y librerías más independientes? Un poco más pequeñas
Bueno, el término independiente es un término más político que analítico. Lo que quiero con esto, y no estoy no estoy siendo crítico, al contrario, es un término que ha permitido una construcción de una identidad con un universo sumamente heterogéneo de actores, muy heterogéneo, en términos de tamaño, de nivel de profesionalismo, de cantidad de títulos que editan, de distribución, en fin. También de tiempo de aparición. Hay editoriales que aparecieron al principio del 2000 y luego hay editoriales que van apareciendo en los últimos años. Eso implica también acceso a tecnología, acceso a conocimientos y socialización de información muy distinta.
En ese sentido, tenemos estadios de desarrollo muy distintos en general, digo, si uno quisiese hacer una descripción muy gruesa, lo que tenemos son pocas editoriales que están logrando vivir de su sello y crecer a merced de un muy buen trabajo, construcción de catálogo, distribución de comunicación, y un grupo más o menos amplio donde hay algunas más que han logrado empezar a acumular un catálogo. Otras, en un momento muy incipiente, pero en general lo que tenemos son muchas editoriales con muy buenas ideas pero que no logran empezar a tener un nivel de ingreso que les permita dedicarse de manera más plena al trabajo editorial. Hay un tema de mercado ahí, de cómo se insertan y cómo amplían su mercado para poder vivir de eso, poder profesionalizarse, poder contratar más gente, poder capacitarse, formarse, poder adquirir nuevas herramientas tecnológicas, poder empezar a pensar de otro modo porque están acotadas, porque se trata a veces de sellos unipersonales, dos o tres amigos o amigas que se juntan y lo hacen, y están siempre condicionadas por la dificultades. Porque muchas personas, mucha gente que viene de letras, de traducción, de comunicación, se entusiasman con hacer una editorial y está buenísimo, porque es un amor por los libros, pero a poco de andar se dan cuenta que el tiempo que le dedican a la elección de libros está más reducido, porque cuando tienen cinco, seis, siete títulos, bueno, ahí tienen que estar preocupados con esta distribución: Cómo lo distribuyen, el tema con la imprenta, con la contabilidad y es muy complejo y eso requiere una energía, una dedicación y un tiempo que no estaba en sus planes iniciales. Entonces, en ese sentido, necesitan una formación, un sistema de gestión. En eso está en la cantidad de cosas que le facilite pegar el saltito y poder consolidarse.