Por Vivian Palmbaum*. Una recorrida por la cooperativa El Adoquín, que reúne a trabajadoras y trabajadores de la vía pública. Mientras la Ciudad de Buenos Aires trata de desplazarlos, buscan nuevas formas de organizarse y de que la ley los reciba como laburantes.
Los domingos la calle Defensa se vuelve peatonal y se organiza un paseo al aire libre, donde se ofrecen artículos artesanales en una larga hilera de mantas que recorren muchas cuadras. En el corazón de la gran urbe, entre Independencia y San Juan, en ese pedacito del barrio de San Telmo, algunos artesanos se reunieron y formaron la cooperativa de trabajo El Adoquín.
La Ciudad de Buenos Aires tiene una población aproximada de tres millones de personas y alrededor de diez millones circulan diariamente. La venta ambulante es uno de los oficios más visibles. Los trabajadores de la vía pública son un problema en todo el mundo, gran parte de los desplazados terminan en la agricultura familiar, en los talleres clandestinos o en la calle vendiendo. Al desalojarlos ellos se van a otro lugar produciendo un desplazamiento en busca de la economía de subsistencia de sectores que son altamente vulnerables y que van detrás de algún amparo por parte de los estados, que los favorezcan por su condición de precariedad y marginalidad.
Así, el colectivo de ambulantes se fue armando como un recurso frente a la necesidad de defenderse de los desalojos, para permitirles la subsistencia cotidiana.
¿Feriantes, manteros o vendedores ambulantes?
Vulgarmente se le dice feriante a quien vende en una feria y mantero a quien está en la calle. La palabra mantero viene de tirar la manta en el piso, es despectiva y por eso se definen como vendedores ambulantes o trabajadores de la vía pública. La reivindicación en común es la lucha por vender en la calle. Decidieron llamarse “El Adoquín” en alusión a la cultura del “adoquín”: tirar la manta en el piso por un estado de necesidad, de emergencia y también para no ser víctimas de los puesteros. En Buenos Aires hay todo un negocio armado y muchas veces las cuadras de feria y las ferias mismas las manejan los mismos puesteros.
La cooperativa está integrada hoy por 300 personas, que cada domingo ponen sus mantas en Defensa entre San Juan e Independencia. Desde 2009, en que eran unos 50 vendedores callejeros, se reunieron bajo la consigna: “Trabajo digno hecho a mano”. La idea de organización surgió con un objetivo reivindicativo, para enfrentar las persecuciones y defender la fuente de trabajo.
Sus productos son variados y van desde diseño y elaboración de indumentaria, calzados y productos de cuero, oficios artesanales, pequeños muebles, instrumentos musicales. Hay también unos pocos que hacen reventa de objetos como souvenires, porque el público que transita la zona busca productos de gran valor agregado o sea artesanales de producción manual.
Como parte del emprendimiento colectivo ya están produciendo bufandas circulares que además de sostener los gastos administrativos posibiliten un ingreso a los integrantes de la cooperativa.
Los integrantes de la cooperativa se hallan nucleados en la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular agrupados en la rama de Vendedores en la Vía Pública junto con otros como los que están reunidos en Vendedores Libres. Gabriela Olguín es la presidenta de la cooperativa y cuenta que la inscripción en esta Confederación los hace sentirse reconocidos en su condición de trabajadores y desde allí estar respaldados en la lucha por las reivindicaciones propias pero también unirse al conjunto de trabajadores de la economía popular que luchan por el reconocimiento y ampliación de derechos.
Los vendedores callejeros identifican como principales fuentes de conflicto: al estado, los gobiernos municipales, la policía y los inspectores funcionarios de los espacios públicos.
El trabajo en la vía pública es una fuente de trabajo, participa de la economía de mercado de otra manera, con una sabiduría propia que se adquiere en la calle: venden lo que van detectando que es necesario y afirman que: “tenemos una sabiduría propia que escapa a los estudios de la academia”. La venta callejera además genera una economía paralela porque retroalimenta el consumo de los propios puesteros.
Las disputas con los comerciantes construyen un imaginario social
Suele decirse que los comerciantes se quejan porque dicen que los manteros compiten con lo que ellos venden. Pero los trabajadores afirman que “no es cierto que ellos dejan de vender. Es un imaginario que busca estigmatizar a los que menos tienen. Es cierto que se debería ordenar, porque muchas veces lo que se vende en Avellaneda es producido por mano de obra esclava, sobreexplotación de inmigrantes en talleres clandestinos, trabajo a destajo. Es decir que lo que se vende adentro de los negocios no paga impuestos y tiene el mismo origen que lo que se vende afuera. Tampoco es cierto que el que vende un producto se ponga enfrente de un local que vendelo mismo: la ley de la calle te da cierta inteligencia”.
La Ciudad tiene su propia justicia y sus propios inspectores y es así que la cooperativa tiene 52 denuncias de una causa madre en la que están sindicados como una organización mafiosa. Casi todas las organizaciones tienen causas de asociación ilícita, venta de cosas robadas, venta ilegal en la vía pública con allanamiento detenciones. La regulación de la venta ambulante no es tal sino que significa que está prohibida en la mayoría de los lugares; es decir que sin autorización no se puede vender en la calle. La realidad es que el Gobierno de la Ciudad entrega un permiso precario por un año, en un número muy pequeño Hasta 2012, existía en el Código Contravencional el artículo 83 que decía que se podía vender en la calle por mera subsistencia y era, al menos, un amparo para estos vendedores. Pero el 8 de diciembre de ese año fue modificado a las 3 de la mañana, antes de que el 10 de diciembre cambiaran las autoridades electas, que terminaron votando una ley de nuevos espacios feriales y modificaron el artículo. Como no estaba reglamentada, en enero de 2013 se llevó adelante un mega operativo en la calle Florida, con la participación de las fuerzas de Infantería para desalojar y reprimir a los vendedores.
En noviembre de 2014 estas trabajadoras y trabajadores presentaron un proyecto de ley en la Legislatura Porteña que tiene como objetivo autorizar y garantizar la instalación de la Feria sobre la calle Defensa (del 800 al 1000 inclusive), donde funciona desde hace ya ocho años. El proyecto es impulsado por el legislador por el FPV Jorge Taiana e implica, además, que la feria sea organizada bajo el modo autogestivo. En este momento hay una ordenanza que regula un segmento de la calle Defensa entre Av. De Mayo y Chile y cuya organización depende del Gobierno porteño, lo cual implica ciertas arbitrariedades y abusos.
*Fm Riachuelo, OSyP Los Pibes