Por Agustín Bontempo – @agusbontempo
El sábado fue el último partido Diego Milito, el ídolo contemporáneo de Racing Club, en Avellaneda. Repasamos su carrera con un tinte celeste y blanco.
Diego Alberto Milito, El Príncipe, es uno de esos privilegiados jugadores que se dieron el lujo de ser cuanto menos respetado, sino ídolo en todos los clubes que jugó. Destacado por su entorno como un hombre humilde y trabajador, supo ser referente de todos los planteles que lo tuvieron. Sin embargo, algo estuvo escrito desde el día que cruzó el océano Atlántico para llegar al Viejo Continente: un día volvería al club de sus amores para retirarse.
Sus inicios
El 11 de diciembre de 1999 fue el debut oficial de aquel joven prometedor, algo desdibujado por formar parte de, tal vez, la peor época deportiva e institucional de Racing Club. El rival fue Unión de Santa Fe.
En aquella época era difícil destacarse y lo más normal, para cualquier jugador, hubiese sido marcharse a algún equipo que, de mínima, le pague su salario. Sin embargo, el joven Milito manifestó desde entonces su amor por Racing y el deseo de permanecer allí.
Dos años después de sus primeros pasos en primera, Milito integraría el plantel que coronó a Racing como campeón del torneo apertura, después de 35 años de sequía en competiciones nacionales. Los rancinguistas, y los habitantes de este país, sufríamos una de la crisis económica más dura de nuestra historia. Pero entre protesta y protesta y como alternativa a los llantos de hambre y desempleo, Diego empezaba a transformarse en Príncipe para poder arrancarnos una sonrisa en medio de tanta tristeza.
Como todo jugador de garra y corazón, fue pieza clave para el equipo conducido por Reinaldo “Mostaza” Merlo y luego referente de aquella academia que volvía a codearse con los grandes de América en la Copa Libertadores 2003.
Para este cronista, Diego Milito era eso: un joven pichón de ídolo en la cancha que pudo paliar la tristeza futbolera y social.
Su carrera
A principios de 2004, Milito fue transferido al modesto Genoa de Italia. Arribó a la serie B para empezar a codearse y sentir las particularidades y exigencias del fútbol europeo, pero en una de las ligas más físicas de aquel continente.
En 2005 fue transferido al Zaragoza, donde permaneció tres años y supo quedar en los corazones del equipo español. Allí hizo 61 goles en 125 partidos y tuvo su momento destacado cuando, en la Copa del Rey de la temporada 05/06, su equipo eliminó, de manera consecutiva, al Atlético de Madrid, al Barcelona (campeón de liga y champions) y al Real Madrid en la recordada semifinal que vio al Príncipe convertirle 4 de los 6 tantos que el Zaragoza hizo en la ida, en el estadio La Romareda. Si bien su equipo perdió la final frente al RCD Español, el modesto equipo aragonés lograba codearse con los más grandes del país.
En la temporada 06-07, ya no solo fue el goleador de su equipo, sino que compitió por ser el “pichichi” de la liga, cumpliendo un rol fundamental para que el Zaragoza pueda clasificar a la Copa UEFA.
Para la temporada 08-09 volvió al Genoa Italiano, para ser figura y estandarte del pequeño equipo genovés, terminando segundo en la tabla de goleadores por detrás del sueco Ibrahimović. En sus dos etapas, conquistó 60 tantos en 98 partidos.
Diego Milito terminó de recibirse de Príncipe cuando llegó en 2009 al Internazionale de Milán. Además de haber sido figura, referente y goleador del equipo, logró estar en la cima de Europa en el año 2010. Por aquel entonces su equipo ganó la Serie A, la Copa de Italia, Supercopa de Italia y la Liga de Campeones, en la recordada final frente al Bayern Múnich donde convirtió dos inolvidables golazos y recibió el premio al mejor jugado de Europa, entre otras coronaciones. Ese año lo cerró ganado el Mundial de Clubes. El Príncipe fue el abanderado del mejor equipo del mundo de aquel año. En total, convirtió 75 goles en 160 cotejos.
Su retorno
Hablar de la carrera de Diego Milito es redundante. Personalidades destacadas del fútbol se hicieron eco de su trayectoria y de su final. Sin embargo, un breve resumen era necesario para dimensionar su grandeza.
En 2014 El Príncipe volvió a Racing con un claro objetivo: salir campeón. Los resultados de su retorno han sido indiscutibles dentro y fuera de la cancha. Jugador clave y referente para los demás, le dio un salto de calidad al club como hacia años, tal vez décadas, que no se veía ni se sentía. Con su vuelta, las y los hinchas de Racing empezaron a ir a la cancha a ver ganar a su equipo. Cualquier otro resultado sería, desde entonces, una excepción, una rareza.
Con él en la institución, Racing volvió a ganar un torneo, a disputar dos copas Libertadores consecutivas teniendo un rol destacado en ambas oportunidades. El club y los jugadores se jerarquizaron con él. Particularidades de la historia: en su último partido en el Cilindro, Milito hizo su gol número 22 desde su vuelta, ese número que es palabra mayor en Italia, España y también en Argentina.
Ganador de varios torneos y premios, supo convertir 259 goles a lo largo de carrera, tanto en clubes como en la selección Argentina.
Aunque aún le quede un partido oficial, el fútbol ya no es lo mismo sin su presencia y los hinchas de Racing lo sabemos. Sufrimientos y alegrías, clásicos perdidos y ganados, volver a salir campeones. El principito, aquel que sacaba sonrisas en medio de tanta pena, es el Príncipe de la grandeza del club de Avellaneda.
Las 55 mil personas en el estadio, cientos de miles más en sus hogares. El llanto de él, de su compañeros, de todo el pueblo racinguista. Ese abrazo gesticulado, pero sincero y deseado. Quería abrazar a cada hincha de Racing. Un amor recíproco, legítimo. Milito es de esos ídolos que pone a cualquier hincha a pensar en los seres queridos que ya no están, en imaginarse como hubiesen reaccionado frente a este momento, cuantas lágrimas derramado y elogios derrochado. Es de esas personas que cargan de orgullo a cada hincha cuando se cargan el manto sagrado y gritan con firmeza: “Milito es de Racing”.
Todo el fútbol lo extrañara dentro del campo. Pero alguno tenemos una sensación que quiere tornarse certeza: más temprano que tarde pisará el verde césped de Avellaneda para conquistar lo que le quedó pendiente como jugador. Aquí te esperamos, Diego.