Por Mila Francovich desde Vietnam
El aborto selectivo por sexo es una práctica frecuente en distintos países del sudeste asiático. Motivadas por la preferencia de hijos varones, muchas familias deciden interrumpir el embarazo al enterarse que el feto es de sexo femenino. China, India y Vietnam están entre los países con más casos de abortos selectivos a nivel mundial.
En Vietnam, donde el aborto es legal desde 1989, la cantidad de los mismos se ha ido incrementando en los últimos años, pese a las campañas educativas sobre el uso de anticonceptivos. La razón por lo que se cree que este incremento en la tasa de interrupciones de embarazos está ligada al aborto selectivo. En el caso de India, según la revista médica The Lancet, se registran medio millón de abortos selectivos al año, un número que equivale a 10 millones tan solo en las últimas dos décadas. En China la situación es similar; según estadísticas nacionales durante el 2014 se registró una proporción antinatural en el número de nacimientos debido a este tipo de abortos; 116 niños por cada 100 niñas.
En los tres países mencionados, el aborto no punible ha sufrido limitaciones debido a este tema; se han prohibido los abortos motivados por el sexo del bebé y en consecuencia, son ilegales los estudios prenatales que permiten conocer el sexo del feto. Sin embargo, distintos revelamientos y la desproporción antinatural entre el número de personas biológicamente masculinas y femeninas dan cuenta de que los abortos selectivos no han disminuido.
Ante esta situación, aparecen múltiples voces que buscan adjudicar responsabilidades. Están quienes culpan a la legalidad del aborto, los que señalan a las tecnologías que permiten conocer el sexo del feto de forma más rápida y fiable y los análisis que van más allá de lo superficial y cuestionan la estructura social que ha llevado a la preferencia de los hijos varones. En cuanto a las consecuencias, la mayoría de los análisis centra sus conclusiones –y preocupaciones– en el desequilibrio entre cantidad de hombres y mujeres que se está generando, y por lo tanto, en la dificultad que tendrán estos hombres para encontrar esposa y madre para sus hijos.
Para lograr una comprensión profunda de este fenómeno es necesario leer en el entramado social no sólo cuales son los determinantes que han llevado a escoger al hijo del sexo masculino por sobre el femenino, sino también entender el valor monetario que otorga a nuestros cuerpos el sistema económico actual.
¿Qué factores han generado la preferencia de hijos varones?
En primer lugar debemos tener en cuenta un factor común a los tres países mencionados (y en realidad a la mayoría de los países del mundo); el determinante económico. En la sociedad los varones son considerados un “activo” debido a su fuerza de trabajo y por tener mayores posibilidades de ingresar al mercado laboral en comparación con las mujeres. En contraposición, a las mujeres se les adjudica el rol “pasivo”, no solo con menores posibilidades laborales, también con salarios inferiores aun realizando las mismas tareas que un hombre.
A lo dicho anteriormente debemos sumarle el rol doméstico atribuido tradicionalmente a las mujeres: al casarse, pasarán a ser el ama de casa de la familia de su esposo. Por lo tanto el hijo varón es el que permanecerá en la casa familiar, aportando estabilidad económica y será la esposa de éste el que cuide de sus padres en la vejez.
Tan arraigada está la visión de la mujer como un ser pasivo relegado a las tareas del hogar no remuneradas, que existe un antiguo refrán Hindú (religión predominante en India y tercera más extendida en el mundo) que dice: “Tener una hija es como plantar una semilla en el jardín de otro”. Este refrán hace alusión al dote matrimonial que deben pagar los padres de la novia al esposo, que será encargado de administrarlo para la manutención de la mujer. Otra de las razones por las cuales, tener una hija mujer es considerada una pérdida económica; se debe pagar para que la desposen.
Desde un punto de vista cultural, debemos mencionar el hecho de que en India y China sigue muy arraigada la tradición de que el hijo varón es el responsable de conservar el linaje familiar. A esto se le suma que en países como India, las personas confiesan tener miedo de traer más mujeres a una sociedad en la cual están tan seriamente desprotegidas y vulneradas. Recordemos que en este país, según la Oficina Central de Investigación de India, hay más de un millón de niñas que son obligadas a prostituirse y cada día, aproximadamente 200 niñas y mujeres son introducidas al tráfico de personas.
Otro de los factores está relacionado a las políticas de control de natalidad que permiten tener uno o dos hijos. Esto ha empeorado la situación, ya que las familias hacen lo posible por conseguir el hijo varón.
Consecuencias
Al intentar informarnos sobre la situación del aborto selectivo por sexo, los primeros análisis que se encuentran esgrimen como principal consecuencia el desequilibrio entre la cantidad de hombres y mujeres que se genera y que se ha ido incrementando en los últimos años. La gran preocupación desde esta perspectiva es como hará una mayoría de hombres para encontrar esposa y madre para sus hijos. Esta es una perspectiva machista que no considera como una prioridad el bienestar de la mujer y reproduce la heteronorma, dando por sentado que todas las personas, además de ser heterosexuales, desean casarse y tener hijos. También, continúa atribuyendo a la mujer un rol de objeto, algo que “hay que conseguir”.
En contraste, es interesante el aporte de Lena Edlud, economista estadounidense, quien deja en claro que esta perspectiva es un error y que debe haber una preocupación por la situación de la mujer y un análisis sobre cómo son discriminadas las niñas.
Una de las consecuencias más preocupantes del desequilibrio entre hombres y mujeres es el hecho de que, en un mundo en el que las mujeres son consideradas un objeto de consumo, la escasez de las mismas aumentará su demanda, y por lo tanto su valor. Esto puede tener serias repercusiones, aumentando la cantidad de violaciones y la trata de personas con fines de explotación sexual.
A través de la nota “Prohibido nacer mujer”, el periodista español Jon Sistiaga deja sentado que en muchas aldeas de India se compartan esposas entre hermanos y se busquen niñas cada vez más jóvenes para casarse. “La mitad de las mujeres indias se han casado, o las han casado, antes de los 18 años. Y eso provoca un efecto dominó: dejan de ir a la escuela, perpetúan la sumisión, y se quedan embarazadas siendo apenas niñas. ¿Resultado? Una de cada cinco mujeres en India muere durante la gestión del embarazo o en el parto”.
Otra de las consecuencias con la que nos encontramos viene aparejada con las medidas impuestas por los gobiernos de China, India y Vietnam, con la intención de encontrar una solución a este tema; la prohibición de los ultrasonidos mencionada en párrafos anteriores. Esta medida coercitiva, que no afecta ningún rasgo estructural de la sociedad, ha repetido la historia de dividir a la sociedad en dos: de un lado están quienes cuentan con el dinero para pagar una coima al médico, lo que les permitirá conocer el sexo del bebé y decidir sobre el aborto sin dejar en evidencia los motivos de su decisión. Del otro lado están quienes no cuentan con ese dinero y por lo tanto, no accederán a las mismas posibilidades.
De esto deviene una reproducción de la situación de pobreza. Las familias de clase bajas son las que tienen hijas mujeres, en una sociedad en la que se naturaliza cada vez más que el mundo laboral es para los hombres. En esta situación de desempleo y pobreza se encontrarán más vulnerables a convertirse en un objeto de consumo para hombres ricos. Edlund apunta que algunas familias pobres de Vietnam han comenzado a preferir a las hijas mujeres con la intención de venderlas, confinándolas a una permanente “subclase”.
Responsabilidades y reflexiones
Luego de todo lo dicho, ¿cuáles son los factores responsables de esta situación? Si hacemos un análisis a nivel general vamos a encontrar dos grandes responsables. En primer lugar la estructura patriarcal de la sociedad que por años ha mantenido a la mujer en una relación de desigualdad con respecto a los hombres, y la ha subordinado a las tareas del hogar. En segundo lugar, el sistema económico y social capitalista, en el cuál el ser humano vale lo que vale su fuerza de trabajo.
Estos dos sistemas, en relación, parecen haber determinado que el valor que le han impuesto a las mujeres por año ya no es suficiente, preferible es que directamente no existan. O peor aún: que existan en una proporción mínima, incrementando así su valor como objetos de consumo.
Pero no debemos caer en un error: no solo debemos exigir igualdad de posibilidades laborales para las mujeres y mejores condiciones de vida. También debemos luchar contra la noción de que el valor de nuestras vidas depende –tan solo– del éxito con el que podamos ser vendidxs en el mercado.
Nada tiene que ver la legalidad del aborto con esta situación una vez que comprendemos las raíces de este problema ¿Por qué? Porque no estamos hablando de personas que eligen entre ser madres o no, estamos hablando de mujeres que habiendo elegido la maternidad se encuentran limitadas por determinantes principalmente económicos.
Las mujeres deben ser libres de decidir sobre su cuerpo, de elegir si quieren ser madres o no, y si quieren ser madres de niñas, no podemos permitir que resignen este deseo por temor a su futuro económico o por miedo a la vida que llevará su hija. Parte de esa libertad consiste en contar con las condiciones dignas de vida, para que las elecciones sean realmente libres. Por eso, de lo que se trata es de garantizarle derechos a la mujer, no de quitárselos.
La realidad de aborto selectivo, con sus causantes y consecuencias, suena lejana. Tan lejana que sucede en Asia, tan cerca como que la viven otros seres humanos. Y los hechos más tremendos con los que nos encontramos son comunes a cualquier lugar del mundo; trata de personas, violaciones, mercado laboral excluyente, roles de género impuestos. Más y más razones por las que un cambio en las sociedades es necesario y por sobre todo, urgente.