El 10 de noviembre de 2019 fue el golpe de Estado en Bolivia. El 8 de marzo de 2020 una delegación internacionalista feminista llegó hasta allá para conocer la realidad que vivía el pueblo boliviano, y en especial las mujeres de pollera, un blanco especial de los grupos golpistas civiles, que las intentaron humillar, para detener el creciente protagonismo que venían teniendo en el proceso de cambios.
En pocos días se cumplen 3 años del golpe, y creemos que los aprendizajes de esos días duros, tienen que ser parte de las reflexiones que hacemos como feministas, tanto como ejercicio de memoria como en el camino de seguir pensando nuestros modos de buen vivir, nuestras revoluciones.
En el tiempo que compartimos, pudimos ver la persecución a los sectores populares, la represión, las masacres, la pérdida de derechos. Todos estos crímenes, todavía permanecen en la impunidad. El regreso del MAS al Gobierno de Bolivia, si bien representó una esperanza para quienes habían sido proscriptos, no asumió la tarea profunda de realizar el conjunto de procesos políticos y judiciales necesarios para que los y las criminales reciban juicio y castigo.
En la realización del golpe ha habido complicidades en el Parlamento, en los gobiernos estatales, en los medios de comunicación, en la Academia. No nos olvidamos que hubo intelectuales –incluso algunos / as que se presentan como progresistas, de izquierda, o feministas- que avalaron el fascismo, negando incluso el carácter reaccionario del golpe de estado, justificando su realización por los errores del gobierno de Evo Morales. Como dijimos entonces, aun cuando los hemos criticado en su momento, no fue por los errores de Evo que se dio el golpe, sino por los intereses transnacionales, nacionales, y de los gobiernos de EE.UU. y Europa, que se veían afectados con su gobierno.
Fue un gran aprendizaje para nosotras, el haber realizado la visita a los heridos, heridas, producto de las masacres, a las mujeres presas, a las organizaciones de derechos humanos, de mujeres, acompañadas por las compañeras del Feminismo Comunitario Antipatriarcal de Bolivia, que nos recibieron, nos abrieron las puertas de los espacios de víctimas de la represión, crearon momentos de diálogos en las Universidades, marchamos juntas el 8 de marzo por las calles de La Paz, nos acompañaron a la prisión a visitar a Facundo Molares, realizaron con nosotras la denuncia del crimen de Sebastián Moro, periodista argentino que fue la primera víctima del golpe de estado boliviano.
Reconocemos el coraje de las compañeras del Feminismo Comunitario Antipatriarcal de Bolivia, que pusieron sus cuerpos y sus vidas en esos días de tanto riesgo, para que pudiéramos construir una denuncia potente, desde los territorios, sobre lo que se vivía en ese país.
Nos indigna por ello cuando algunos sectores ligados al gobierno, o a feminismos institucionalizados a su sombra, pretenden atacarlas, negando su rol en la lucha contra el golpe de estado, y en el campo de los feminismos y las izquierdas. Nos indigna también que en distintos ámbitos feministas se reciba a personas como Julieta Paredes, quien además de haber violentado física, síquica, económica y socialmente a varias compañeras del Feminismo Comunitario Antipatriarcal, en particular a Adriana Guzmán, quien es una referencia en la lucha feminista del continente, continúa intentando deslegitimarlas y desprestigiarlas con argumentos falaces, que desconocen el lugar de las compañeras, en la lucha antigolpista, antipatriarcal, anticolonial, antirracista. Julieta Paredes está siendo juzgada todavía hoy en Bolivia por sus múltiples violencias, pero éstas continúan con el acoso político, judicial y mediático contra las compañeras.
Nuestros feminismos rompen fronteras, y responden con firmeza los ataques de quienes se creen dueñas de nombres tan preciados como “feminismos comunitarios de abya yala”. Nadie puede privatizarlos, y nadie puede creer que se construye desde la desmemoria, y desde los discursos estigmatizantes. Para seguir creando poder popular, feminista, antimperialista, necesitamos actuar desde la memoria y el reconocimiento de nuestras luchas.
¡Ni golpe de Estado ni golpe a las mujeres!
No olvidamos. No perdonamos. No nos reconciliamos.
Declaración de la Delegación Feminista Plurinacional