Por Agustín Bontempo
El domingo se realizaron las PASO y los resultados no arrojaron mayores sorpresas en cuanto a las posiciones, más allá de algún resultado. A continuación analizaremos como se posiciona las principales fuerzas de cara a octubre.
En las últimas semanas hemos asistido a un recurso utilizado por los principales candidatos, acerca de cómo posicionarse de cara al electorado. Así, Daniel Scioli mostraba sus dotes continuistas con algo de su impronta, como la militarización en la provincia de Buenos Aires, Mauricio Macri aggiornaba su discurso con ciertos aires progresistas y Sergio Massa aparecía como la tercera posición, recuperando un poco de cada cosa.
Más allá de plataformas y propagandas políticas, uno de los caballos de batalla del kirchnerismo fue la defensa de lo conquistado y la no vuelta a la década de los 90. Este eslogan ha sido recogido por las diferentes fuerzas que detentan el poder hegemónicamente, aunque con distintos matices. Sin embargo, como sabemos nadie resiste todos los archivos, aunque con algunos cueste más que con otros.
Lo pasado, ¿pisado?
Es sabido que tanto Nestor Kirchner como la presidenta Cristina Fernandez crecieron políticamente durante la gestión menemista entre 1989 y 1999. Sin embargo, han logrado construir una ruptura con aquella nefasta década a partir de políticas sociales concretas, el surgimiento de nuevos dirigentes, sumado a una impecable habilidad por imponerse comunicacionalmente, sea con medios a favor, en oposición o como en la actualidad, con un monopolio que disputa poder (Grupo Clarín), otro que respalda la gestión (Cristóbal López) o el amplio crecimiento en materia de medios estatales (TV pública, Canal Encuentro, TDA, entre otros).
Pero no todos los dirigentes han corrido la misma suerte. Dentro del Frente para la Victoria, sus principales referentes son hijos políticos del menemismo. En primer lugar, Daniel Scioli, candidato a conquistar la presidencia, tuvo si primera experiencia importante cuando en el año 1997 fue elegido diputado nacional por el PJ porteño. Hace algunas semanas atrás, el gobernador provincial remarcó que más allá de sus diferencias políticas, le agradecía a Menem que lo haya convocado y abierto las puertas a la política.
Ya durante el gobierno de Eduardo Duhalde, ocupó el cargo de Secretario de Turismo y Deporte, lugar que ocupó tras abandonar su banca legislativa reelecta en 2001.
Con estos antecedentes ingresa al kirchnerismo, espacio en el cual fue muy resistido pero sirvió para traccionar votos de sectores más conservadores, llevándolo a la gobernación de la provincia en 2007 y en la actualidad ser el único candidato presidencial del espacio. Durante su gestión ejecutiva dejó a la vista de todos su continuismo menemista: militarización del conurbano, ajuste de presupuesto en salud y educación, enfrentamientos con los empleados públicos por los escasos niveles de propuestas en paritarias, entre otros.
En la provincia de Buenos Aires, la interna fue conquistada por Aníbal Fernandez frente al ultra católico Julián Domínguez. Fernández tiene una participación plena en el mundo político desde el retorno a la democracia, en 1983. Sin embargo, su despegue fue durante los años menemistas. Primero como intendente de Quilmes, en 1991, senador provincial electo en 1995 y Secretario de Gobierno de Duhalde en el distrito donde hoy disputa las elecciones. A su vez, fue Ministro de trabajo de Ruckauf y Secretario de la presidencia de Duhalde en 2002.
Desempeñando lugares claves a lo largo de toda la década del 90, se le puede atribuir sin titubeos ser uno de los responsables políticos del hambre y la pobreza generada en aquellos sombríos años. Además, es uno de los principales apuntados en la Masacre de Avellaneda, donde el 26 de junio de 2002 la policía reprimió y mató a los militantes Maximilano Kosteki y Darío Santillán. No solo se le atribuye la responsabilidad por las decisiones políticas del momento, sino que promovió la idea de que los militantes se mataban entre si y, junto con el Grupo Clarín, quitó responsabilidades institucionales asegurando que “La crisis causó dos nuevas muertes”.
No se olviden de nosotros
Aunque la contradicción más grande se evidencie en el kirchnerismo, no hay que olvidarse de algunos de los candidatos más votados el domingo. Mauricio Macri, rival principal del FPV, tuvo sus inicios en política también durante los 90, aunque abocado a la presidencia del Club Boca Juniors. Integra una familia con un amplio recorrido empresarial, que generó fortunas superlativas gracias a las relaciones carnales con las gestiones en la dictadura militar, donde, por ejemplo, Franco Macri, su padre y principal responsable de manejar los hilos familiares, paso de tener siete empresas en 1976 a más de cuarenta en el retorno de la democracia.
Durante la gestión menemista, el Grupo Macri además de poseer industrias y diversas firmas, se hizo del servicio de correo estatal, el Correo Argentino, llevándolo a la ruina tanto en su gestión, usos, como financieramente.
Con un discurso y, especialmente, un accionar político que revive lo más recalcitrante del neoliberalismo, se muestra como uno de los más fieles candidatos para revivir los 90.
Por su parte, Sergio Massa, el tercero en discordia, nace en la política bajo la nefasta Unión del Centro Democrático (UCeDe), partido liberal conservador encabezado por Álvaro Alsogaray. Tuvo una participación activa en la integración de su espacio al Partido Justicialista encabezado por Carlos Menem. En este contexto alcanzó el cargo de diputado provincial en Buenos Aires.
Durante el interinato de Eduardo Duhalde estuvo al frente de ANSES, lugar que mantuvo con la victoria presidencial de Nestor Kirchner haciendo, de esta manera, su ingreso al kirchnerismo, donde cumplió diferentes funciones hasta el año 2010 cuando, luego de algunos meses de titubeo, abandono el FPV.
Finalmente, Felipe Solá, integrante del Frente Renovador y uno de los principales candidatos a arrebatarle al kirchnerismo la gobernación, hizo sus primeros pasos también en los 90 ocupando diferentes secretarías.
En el año 1999 fue el compañero de fórmula de Ruckauf, transformándose, así, en vicegobernador de la Provincia de Buenos Aires. Tras la asunción de Duhalde a la presidencia luego de la renuncia de Fernando de la Rua, Ruckauf pasó a ocupar el cargo de ministro de Relaciones Exteriores y Culto, y de esta manera Solá alcanzó la gobernación, revalidada en las elecciones de 2003. Desde entonces y hasta el año 2009, también integró el FPV.
Un dato importante a destacar es que siendo gobernador, también es uno de los responsables políticos de la Masacre de Avellaneda.
¿Y entonces?
Creemos que uno de los ejercicios que debemos hacer antes de votar es conocer bien a las y los diferentes candidatos. Con esto podríamos anticiparnos un poco a cuál es el futuro que nos depara, al menos en el marco de la democracia representativa y delegativa.
De todas formas el fin del presente artículo es deconstruir un poco el mito acerca de la posible o no vuelta a los 90. Ninguna de las principales fuerzas y sus postulantes son nuevos en la política y, como vimos, todos han nacido al calor del menemismo. Hilando fino, encontramos esta simetría también con sus decisiones en gestión e incluso propuestas actuales.
A partir de esto podemos preguntarnos varias cosas: ¿los principales candidatos han transformado sus posicionamientos y ya no son lo que eran? ¿No será que, tal como lo exige el momento histórico, unos para sostener el poder, otros para tomarlo, la salida tiene que ser por derecha como en los 90? ¿Es posible que esta sea no solo una estrategia sino parte real de los diferentes espacios?
Son muchos los cuestionamientos que podemos hacer. Sin embargo, haciendo este mapa político lo que está claro es que, más humano, más progresista, más conservador o más liberal, todos son candidatos del bloque capitalista hegemónico que detenta el poder, al menos, desde la década de 1990. Ante este panorama imaginar un escenario alentador para el pueblo trabajador, los sectores populares, los pueblos originarios, se hace un tanto difícil.
La pregunta que nos queda en el tintero es: ¿No es hora de elegir distinto y, tal vez, girar a la izquierda?