En un Monumental sin hinchas visitantes, el equipo de Bianchi le ganó a River 1-0, con gol de Emmanuel Gigliotti. Los de Ramón tuvieron las más claras en el marco de un partido parejo.
Ese lugar común que habla de “ganar a lo Boca”, tiene bastante de realidad. La del domingo en el Monumental no es la primera y seguramente no será la última prueba de que esa mística existe. El equipo de Bianchi era lo más visitante que se puede ser en un clásico, River lo estaba superando y se aproximaba al arco de Orión, el Xeneize esperaba atrás. Pero una buena jugada en ataque alcanzó para cambiar todo.
Sorprendió el arranque del partido, por lo enchufado que entró el equipo de Ramón Díaz, y por lo atrás que aparecía parado Boca. Si bien adolecía de la claridad que le viene faltando desde que empezó el torneo en los últimos tres cuartos de cancha, la habilidad de Lanzini, la velocidad de Carbonero y el oficio de Teo Gutiérrez empezaban a inquietar seriamente a la defensa visitante. Apenas un par de tiros al arco sin mayor claridad, pero la cancha se inclinaba hacia el lado rojiblanco.
Hasta que Boca volvió a ser Boca. Aparecieron el Burrito Martínez y Gigliotti, esa dupla que Bianchi y todos los hinchas bosteros sueñan, puede parecerse aunque sea de lejos a la legendaria de Guillermo Barros Schelotto y Martín Palermo. El ex Vélez apareció como wing, dejo un surco en la banda derecha y tiró un centro justo para que el goleador del campeonato pasado anticipara a un Jonathan Maidana que reaccionó muy lento, definiera mordido y cruzado, y superara la resistencia de Barovero.
Iban 23 minutos y River acusó el golpe. Sin embargo Boca no mostraba mayores intenciones de seguir atacando, pero sí comenzó a manejar mejor la pelota, con los espacios que se abrían para que se asocien Gago y Riquelme. Pero con el correr de los minutos el Millo fue asimilando la idea de la desventaja y volvió a acercarse al arco visitante, especialmente con el pibe Andrada y Carbonero. ¿Teo? Muy participativo pero retrasado, convertido en una especie de enganche de espaldas al arco, cumpliendo una función más relacionada con arrastrar marcas para abrir espacios que con dar el último toque a la red.
El segundo tiempo fue más claramente favorable a River. Dicen que tanto va el cántaro a la fuente…en este caso no se rompió, pero estuvo bastante cerca. Dos veces se lo impidieron los palos, primero con un tiro desde afuera de Ponzio, y después con un cabezazo de Mora, que ingresó para la etapa final. Otras tantas, Orión, primero a Lanzini y después a Teo. También pudo liquidarlo Boca de contraataque, con una jugada rápida del Burrito Martínez que se topó con el poste.
No fue merecido el triunfo de Boca, está claro. Se guardó atrás, lo esperó a River, se encontró con el gol y entonces se metió más atrás todavía. Pero tiene mérito el triunfo, fue ordenado, manejó bien la pelota el tiempo que la tuvo y dio pruebas de que tiene una delantera que es, potencialmente, la mejor del fútbol argentino. Y ganó, que en un clásico -a riesgo de acercarse peligrosamente al bilardismo- es lo que más importa.