El día de ayer, jueves 3 de noviembre, falleció a los 82 años Justo Oscar Laguna, ex obispo de Morón.
Considerado un moderado dentro de la Iglesia Católica Argentina, Monseñor Laguna participó activamente en política y supo mantenerse a distancia de las posiciones de la cúpula eclesiástica de nuestro país. Sin embargo tampoco adhirió a la “Teología de la Liberación” que predicaban los sectores más radicales de la iglesia.
Nacido en 1929 y ordenado presbítero en 1954, logro el nombramiento como obispo en 1975 por el Papa Paulo VI y puesto al frente de la diócesis de Morón por Juan Pablo II en 1980. Estuvo a cargo del obispado ubicado en el oeste bonaerense hasta 2004 cuando pidió la renuncia por alcanzar el límite de edad canónica.
Un crítico moderado
Monseñor Laguna fue un sacerdote con una sostenida actuación en la agenda política. Participó en la mediación papal de 1978 ante el inminente conflicto bélico con Chile, fue cercano al gobierno de Raúl Alfonsín y cuestionó el modelo neoliberal impulsado por Carlos Menem en los años 90. Sin embargo, sus posiciones siempre se caracterizaron por ser muy medidas como se observó en sus intervenciones públicas a lo largo de los años.
En una entrevista que dio al diario Página 12 el 5 de Diciembre de 2004 declaró que Raúl Alfonsín fue “lejos el mejor presidente que hemos tenido. También hizo cosas malas, pero tengo que decir que les hizo juicio a los militares. Y que la famosa ley de ‘obediencia debida’, que yo también critico, se dio en el marco de otra democracia.”
En esa misma nota, y hablando de un debate que no pierde vigencia, se refería a su posición sobre el aborto asegurando: “Yo tengo mi propia posición. Yo creo que el aborto es un crimen horrible siempre. Siempre es un crimen horrible. Pero de lo que yo no estoy tan seguro es que haya que meter presas a víctimas. Pobres chicas… de eso no estoy tan seguro. Pero bueno, todos mis amigos obispos creen que hay que penalizar. Mi opinión personal es que hay que tener mucho cuidado.”
En 1999 realizó declaraciones que lo pusieron en conflicto con el mismo Vaticano. En ellas afirmaba que “al pobre Papa lo han enredado. Me da pena. Es un hombre que ha pedido por todo el mundo”. Se refería a la intervención de la Santa Sede “por razones humanitarias” a favor del ex dictador chileno Augusto Pinochet. Sin embargo, pocos días después pediría disculpas y se arrepentiría de sus dichos.
En otra entrevista, también de 1999 publicada por el diario El Tribuno de Salta, hablando de sus primeros años como obispo durante la última dictadura afirmó: “Tengo que darle cuenta a Dios, y lo haré en algún momento, de cómo no luché como luchaban otros, de una manera tan clara y decisiva.” Y a continuación aclaraba: “mentiría si dijera que alguna vez alguna predicación mía, alguna expresión mía pudo llevar a un joven a la violencia guerrillera. Es una de las cosas sobre las que tengo la conciencia tranquila”.
Finalmente, durante este 2011, se convirtió en el primer jerarca católico procesado por una causa por derechos humanos en Argentina. Acusado de mentir en sus declaraciones sobre la sospechosa muerte del obispo de San Nicolás, Ponce de León, en 1977. La causa fallece con él.