Por Leandro Albani. Las elecciones de este martes en Israel definirán a su futuro primer ministro. ¿Quiénes son los candidatos? ¿Existen posibilidades de cambio en un Estado que basa su política exterior en la represión?
Este martes los israelíes votarán a los legisladores de la Knesset (Parlamento), quienes definirán al nuevo primer ministro. Los comicios se celebran en medio de una avalancha de encuestas que dan como perdedor al actual premier Benjamín Netanyahu, que ve resquebrajar cada día más su gobierno de unidad.
Ante esta situación, Netanyahu redobló sus acciones y discursos, en los que confluyen guerrerismo y terror. Dejó en claro que un eventual triunfo opositor significaría un “gran riesgo” para la seguridad israelí porque vendrán épocas de “políticas débiles” hacia Palestina e Irán, sus principales enemigos.
El líder del partido Likud, vapuleado por su reciente presentación como único orador en el Congreso estadounidense, también debe lidiar con sus actuales ministros, como el canciller Avigdor Lieberman, quien aspira a conseguir el máximo poder del Estado israelí. Lieberman, encolumnado en la ultraderecha, declaró que los árabes que viven en Israel y son infieles al Estado deberían ser decapitados. “Me gustaría decir que cualquiera de los que están con nosotros se merece todo, pero con esos que están en nuestra contra no hay nada que hacer y tendríamos que agarrar un hacha y cortarles la cabeza. Si no, no sobreviviremos”, expresó el ministro de Exteriores, quien en repetidas ocasiones llamó a invadir la Franja de Gaza con toda la fuerza militar de Israel.
¿La centroizquierda israelí?
Un término repetido en los grandes medios de comunicación es “centroizquierda israelí”. La palabra designa, según los analistas de esos medios, a partidos o dirigentes que forman parte del establishment de Tel Aviv pero con una visión “progresista”. En estas elecciones, “la centroizquierda” estará representada por Tzipi Livni e Isaac Herzog, ambos con una prolífera carrera dentro de la política hebrea.
Livni, nacida en 1958 y graduada en la carrera de Derecho en la Universidad Bar Illán, se destacó como teniente de las Fuerzas Armadas israelíes y formó parte del temido servicio de inteligencia Mossad. En 2001 fue elegida al Parlamento y luego se desempeñó en varias carteras con diferentes gobiernos: ministra de Cooperación Regional, de Agricultura y de Inmigración. Los puntos más altos en su carrera se produjeron al ser designada como canciller y viceprimer ministra en la administración de Ehud Ólmert (2006-2009). Durante la invasión israelí a la Franja de Gaza en 2008-2009, conocida como operación “Plomo Fundido”, Livni declaró que en esa región no existía una crisis humanitaria, rechazando todas las denuncias presentadas por Naciones Unidas al respecto. Durante “Plomo Fundido”, 1300 palestinos fueron asesinados y más de 5000 heridos. A finales de 2009, Livni canceló una visita Gran Bretaña porque un tribunal de Londres emitió una orden de arresto en su contra bajo la acusación de crímenes de guerra.
“Intentar matar a una persona que está involucrada en terrorismo no es sólo legítimo sino deseable a mis ojos. Durante todo este tiempo, he apoyado matar a los líderes terroristas”, declaró Livni en agosto de 2014, justificando de esta manera la metodología militar que Israel repite una y otra vez: los bombardeos indiscriminados sobre la población civil bajo la excusa de perseguir a los enemigos de turno.
Ahora con un discurso crítico y punzante contra Netanyahu, Livni fue su ministra de Justicia hasta finales del año pasado. Con su nuevo partido Hatnua, se alió a Herzog bajo un lema inquietante: “Un centro sionista contra los partidos de la derecha extremista”. Uno de los partidos a los que se refiere Livni es Likud, del que formó parte y en donde se la consideraba “la princesa” de la organización.
Aunque se perfile como opositora al actual régimen, los muertos palestinos durante “Plomo Fundido” y “Margen Protector” todavía pesan sobre la espalda de la blonda Livni.
“Campo sionista” es la traducción del nombre del partido de Herzog, hombre cansino, sin carisma y de “voz algo nasal”, según los medios masivos. El postulante a primer ministro es un abogado de 54 años y connotado dirigente del laborismo. Luego de estudiar en las universidades de Cornell y Nueva York, Herzog se alistó en el Ejército a finales de 1970, obteniendo el grado de Mayor en el cuerpo de inteligencia.
Nacido en Tel Aviv en 1960 e hijo de Haim Herzog -general y jefe en dos ocasiones de la inteligencia militar además de sexto presidente del Estado-, “Buyi” (así lo apoda su familia) fue secretario de Ehud Barak, primer ministro entre 1999 y 2001. Luego de ingresar al Parlamento en 2003, Herzog comandó, entre 2005 y 2011, los ministerios de Asuntos Sociales, Turismo, Construcción o Diáspora y Lucha contra el Antisemitismo.
En 2013, el líder de Campo Sionista se reunió con el titular de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abás, y se mostró favorable a una solución pacífica con Palestina y que incluya la creación de dos Estados. El mes pasado, Herzog aclaró que si el “liderazgo” palestino está “demasiado enamorado de los pasos unilaterales, incluidas amenazas a nuestros hijos e hijas en la Corte Internacional de Justicia”, eso será “totalmente inaceptable para mí”.
El último espaldarazo al dirigente laborista se lo dio el ex presidente Shimon Peres, el mismo que en 1947 se unió al grupo paramilitar Hagana (que tuvo la función de arrasar poblados palestinos para que en 1948 se creara el Estado de Israel) y que luego se convertiría en hombre de confianza de David Ben Gurión, padre e ideólogo del sionismo.
Desde que Herzog comenzó su carrera política como secretario de Barak, Israel invadió y atacó infinidad de veces suelo palestino, además de mantener su férrea política de anexión territorial. Desde 1999, año en que “Buyi” comenzó a escalar posiciones, el Estado del que fue diputado y ministro, es condenado por la mayoría de los miembros de la ONU debido a las violaciones a los derechos humanos que comente.
Árabes unidos
El nuevo dato para los comicios israelíes es la presencia del Partido Árabes Unidos (PAU), que podría obtener hasta 13 escaños en el Parlamento, convirtiéndose en la tercera fuerza política.
Integrado por cuatro organizaciones de diferentes ideologías (nacionalistas, socialistas, comunistas e islamistas) el PAU busca captar el electorado conformado por los ciudadanos árabes, que suman el 20% del total de la población en Israel.
Hanin Al Zoabi, actual diputada árabe en la Knesset, afirmó que el objetivo de la nueva organización es “desafiar un proyecto sionista discriminatorio que legaliza privilegios de los judíos con respecto a los palestinos”. Recientemente, Al Zoabi sufrió un ataque de extremistas israelíes luego de brindar una conferencia en Tel Aviv.
El PAU, que tiene como máximo referente al abogado Ayman Odeh, podría convertirse en la tercera fuerza dentro de Israel, por lo cual tendría derecho a realizar consultas periódicas con el primer ministro sobre cuestiones como la seguridad.
Aunque los partidos árabes nunca formaron parte de los gobiernos de unidad hebreos y son considerados por la derecha israelí como aliados de la causa palestina, en 1993 apoyaron los acuerdos de paz entre el primer ministro Isaac Rabin y Yasser Arafat.
“Si los ciudadanos árabes salen, votan por la lista común y obtienen 15 o más escaños será un paso histórico, porque ganarán influencia en el Parlamento y, por lo tanto, en la legislación, los presupuestos y todos los aspectos de la vida relacionados con los árabes”, analizó Osamah Kahawish, integrante del PAU.
El Partido Árabes Unidos nació en marzo de 2014 cuando el Parlamento israelí aprobó una ley impulsada por Israel Beitenu, agrupación liderada por Lieberman, que elevó la barrera de acceso a la Cámara al 3,25% de los votos, propuesta vista como un intento de dejar afuera a dos de los cuatro partidos árabes.
Para Ahmed Tibi, miembro de la lista del PAU, Lieberman representa al “Estado Islámico (EI) Judío”. La referente árabe aseguró que finalizadas las elecciones el PAU “chará a los racistas y fascistas a través de las vías democráticas. Cuanto más fuertes seamos, más débil será el EI judío”.